Mi experiencia paranormal como enfermera en un hospital psiquiátrico


Mi experiencia paranormal como enfermera en un hospital psiquiátrico.




Otra escalofriante experiencia de nuestro Consultorio Paranormal de El Espejo Gótico, en esta ocasión, enviado por una asistente de enfermería en un hospital psiquiátrico, donde el espíritu de una de las pacientes, una anciana con demencia, repite sus últimos instantes en este plano, como si de algún modo hubiesen quedado impresos en el lugar (ver: ¿Los fantasmas son «grabaciones» impresas en la realidad?).


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Antes que nada quiero enviar un gran saludo a todos los que hacen posible este espacio en El Espejo Gótico. Soy una mujer de 35 años, y mi experiencia ocurrió durante mi primer año como asistente de enfermería en un hospital psiquiátrico, cuyo nombre no diré.

Quiero comenzar diciendo que no creo en los espíritus ni en nada paranormal; mejor dicho, no creía en ese momento. Hasta esa noche en particular nunca me había sucedido nada extraño.

Antes de continuar quiero recordar que esto era un hospital psiquiátrico, por lo que la muerte es un hecho frecuente allí

Ese día, mi turno terminaba a las 23:00 hs. Creo que fue mi primera experiencia nocturna en el hospital. En ese entonces trabajaba en un pabellón donde la mayoría de los pacientes eran personas mayores con demencia, el cual estaba en el tercer piso, de manera tal que para salir del edificio debía tomar un elevador, y para llegar a él tenía que recorrer un pasillo realmente largo que atravesaba buena parte de las habitaciones.

Este pasillo por el que tuve que caminar tenía habitaciones a cada lado, con puertas cerradas o ligeramente entreabiertas, según la preferencia de los residentes; de modo que a medida que caminabas a veces te sorprendías mirando hacia el interior de las habitaciones, si la puerta estaba abierta, más que nada a fuerza de hábito, es decir, para chequear que todo estuviese bien. Eran las 23:00 hs., con lo cual la mayoría de los residentes estaban profundamente dormidos.

Si los residentes deciden dormir con la puerta abierta, hay suficiente luz desde el pasillo para ver bien el interior. Cuando pasaba por una de las últimas habitaciones en el pasillo, miré y vi a una mujer en su cama, con las luces apagadas, en una pose muy extraña.

Estaba boca abajo, en cuatro patas, pero con el cuello muy estirado hacia arriba, y la boca extremadamente abierta.

Me detuve, y retrocedí unos pasos por el pasillo para mirar de nuevo.

La pose era la misma, solo que ahora su cuello y su cabeza estaban doblados hacia la puerta.

La mujer me estaba mirando fijamente.

Era una mujer mayor, probablemente en sus 80 o 90 años. Tenía el pelo blanco y despeinado. Su rostro no tenía absolutamente ninguna expresión. Su piel parecía gris, sus ojos estaban hundidos y sus labios tenían un tinte oscuro. No parecía viva, y por su posición, ni siquiera parecía humana (ver: Señales de que pronto vamos a morir).

Tengan en cuenta que la habitación estaba a oscuras, solo iluminada por la luz del pasillo, por lo que la escena de esta mujer en esa posición extraña era aún más inquietante.

También recuerdo sentir frío, mucho frío, y eso es algo que no se siente habitualmente en un hospital, donde la calefacción es una de las pocas cosas que funciona bien. También había un olor realmente extraño que salía de esa habitación (ver: Entidades que se manifiestan a través del olor). Me sentí como si estuviera en una película de terror, justo en la escena aterradora donde quieres cerrar los ojos pero no puedes.

Mi mente racional se puso en marcha.

Después de todo, estaba en un hospital psiquiátrico, y los residentes de todas esas habitaciones eran personas enfermas, algunas de las cuales tienen diversos grados de demencia, de manera tal que los comportamientos extraños no son infrecuentes.

Pensé para mí misma:

—Está bien, cálmate. Hay una explicación lógica para esto. La pobre mujer sufre de demencia y está confundida.

Decidí preguntarle si estaba bien y si necesitaba ayuda (ver: Un espíritu está tratando de comunicarse conmigo). Con una voz nerviosamente temblorosa, dije:

—Señora, ¿está bien? ¿Necesita algo?

No obtuve respuesta.

Pensé que lo mejor que podía hacer para asegurarme de que la mujer estuviese bien era regresar a la enfermería. Lo hice, y le di a la enfermera a cargo el número de la habitación (308). Todas estábamos acostumbradas a ver comportamientos extraños en los pacientes, por lo que no hubo necesidad de entrar en muchos detalles. Solo mencioné que la señora del 308 podría necesitar ayuda.

La enfermera me fulminó con la mirada. Respondió diciéndome que actualmente no había ninguna señora en esa habitación.

Bueno, pensé que podría haber visto mal el número de la habitación. Estaba cansada y no era ilógico que me haya equivocado. Así que caminé de vuelta por el pasillo. El número de la habitación era el correcto, solo que no había nadie allí.

Por un momento creí que me estaba volviendo loca.

Encendí las luces. Nada. Solo una habitación vacía, limpia, y con la cama hecha.

No había absolutamente ninguna señal de que alguien hubiese estado en la cama. El colchón no estaba hundido y las sábanas estaban perfectamente ordenadas.

Puedo asegurarles que nadie en ese pabellón puede moverse tan rápido como para rehacer su cama y salir de allí sin ser visto. Por otro lado, no me tomó más de 4 minutos ir hasta la enfermería y regresar a la habitación.

A pesar de mi inexperiencia, me sentí un poco avergonzada, así que traté de pensar en una explicación lógica. Tal vez uno de los otros residentes se confundió, se coló en la habitación 308, y luego regresó a la suya, pero es no explicaba que la cama estuviese en orden. En este punto, estaba completamente desconcertada. Ni siquiera tuve tiempo de estar asustada porque estaba cuestionando mi propia cordura.

Cuando me alejaba de la habitación me crucé con otra asistente de enfemería. Ella me informó que la señora que residía en esa habitación había fallecido la noche anterior.

Mi compañera debió haber notado mi expresión de perplejidad, porque enseguida añadió.

—La pobre fue encontrada en una posición de lo más extraña, boca abajo, con el cuello torcido hacia arriba.

Estaba tan perturbada cuando llegué a casa que no dormí esa noche.

Aún hoy, me pregunto si eso que estaba en la cama era el espíritu de la señora que falleció. Me gustaría decir que podría haber sido mi mente jugándome una mala pasada después de un largo turno de trabajo, pero sé lo que ví. Ella estaba ahí (ver: ¿De qué están hechos los espíritus?)

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Consultorio Paranormal. I Fenómenos paranormales.


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