Significado de los dibujos de los niños


Significado de los dibujos de los niños.




Al igual que en la interpretación de los sueños, para entender el significado de los dibujos que hacen los chicos se necesita tomar en cuenta múltiples factores. Sin embargo, existen ciertos rasgos generales que pueden tomarse como punto de partida.

A continuación citamos algunos datos típicos que pueden ayudarnos a interpretar el significado de los dibujos de los niños. Desde luego, se trata de un repaso genérico, aproximativo, que no debe tomarse como evidencia de patrones emocionales o conductas determinadas.

Pensemos en sus dibujos como rastros, pistas relevantes de los complejos mecanismos de la psique que busca representar en el papel cuestiones que exceden el restrictivo ámbito de la palabra.

A partir de los 5 años los chicos abandonan paulatinamente el garabato, y la figura humana comienza a perfilarse. Este cambio marca el inicio de la intención expresiva, es decir, la necesidad de plasmar en el papel la propia subjetividad del niño.

En otras palabras, el dibujo es la representación subjetiva de cómo el niño percibe y vive el universo.



Miedo, ansiedad, temor:
Rostros inexpresivos. Si el miedo es hacia una persona en particular, generalmente la representará con brazos demasiado cortos o directamente sin ellos.

El miedo se manifiesta en los dibujos infantiles a través de imágenes reducidas y simples. Si se dibuja a sí mismo, el niño casi siempre lo hará colocándose dentro de una casa, asomado por la ventana, o de un vehículo, por ejemplo; es decir, dentro de una estructura que le proporcione resguardo.


Agresividad, rebeldía, desobediencia:
Dientes muy visibles. Brazos largos. Manos cerradas. Garras o uñas afiladas en lugar de dedos. Trazos rectos. Figuras alargadas.

En dibujos de personas, marcada asimetría de las extremidades.


Aptitud para el aprendizaje:
Dibujos proporcionados, ricos en detalles, que ocupan una buena porción del papel. Los rostros se destacan por su sonrisa y ojos muy grandes y expresivos. Presencia de cuello. Brazos abiertos.

A menudo pueden aparecer animales en un segundo plano, por ejemplo, mariposas, aves y caracoles.


Egocentrismo:
Cabeza muy grande. Siluetas exageradas.

Si el niño dibuja su familia suele empezar por él mismo, asignándose un lugar de privilegio, en el centro del papel, y más alto que todos los demás.


Inseguridad:
Manos y brazos pequeños y muy adheridos al cuerpo. Piernas inusualmente delgadas. El trazo es inseguro, irregular, con frecuentes borrones.

El dibujo parece, a grandes rasgos, estar comprimido en un pequeño segmento del papel.


Pensamientos obsesivos:
Dibujos metódicos que se repiten, siguiendo siempre una misma rutina, trazos, tonos y colores. Siempre es un dibujo elaborado que genera gran ansiedad y concentración.

Suele ser descartado frente al primer error, y reiniciado casi como un ritual en una nueva hoja de papel.


Perseverancia:
Siluetas bien delineadas. Gran riqueza de detalles. Expresividad en los rostros. El cabello aparece muy definido. Color de relleno en todo el dibujo.


Autocontrol:
Simetría. Formas onduladas y muy proporcionadas. Si usa color rara vez se sale del contorno.


Impulsividad:
Dibujos desorganizados. Rara vez se retratan escenas, sino más bien objetos inconexos. Pobreza de detalles. Distorsión.

En este caso, el dibujo es menos una expresión que una descarga de tensiones.


Autoestima:
Optimización del espacio. Manos y brazos abiertos. Siluetas grandes. Rostros expresan alegría.


Problemas en el colegio:
Brazos pegados al cuerpo. Expresión neutra o directamente triste.

La figura puede aparecer grande o pequeña, según la perspectiva del dibujante. Será grande cuando sienta que debe responder ante sus problemas, o pequeña cuando se siente indefenso frente a una situación difícil.




El lado oscuro de la psicología.


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