El duelo después de terminar un libro


El duelo después de terminar un libro.




Emocionarse, e incluso llorar, no son actitudes sospechosas en el lector que termina de leer un libro que lo fascinó. Sin embargo, debajo de esas sensaciones se agitan otras más difíciles de identificar.

Lo cierto es que nada nos prepara para el final de un libro. Por supuesto, ya hemos atravesado esa experiencia en el pasado pero de todas formas siempre nos parece algo nuevo y desconcertante.

Todo final es esencialmente un corte abrupto, un cierre: la cicatrización de una herida que todavía supura. Por más bondadoso que sea el autor ese corte siempre es algo violento, definitivo, inapelable; como si alguien cerrara de golpe una puerta... dejándonos afuera.

Claro que podemos volver a abrirla pero ya nada será igual.

El disfrute es otro, tiene otra perspectiva, otros matices. La relectura es algo así como la invasión de un intruso piadoso, como cuando alguien nos cuenta una anécdota que ya conocemos pero así y todo lo dejamos concluir.

El libro ha terminado y ahora estamos afuera de ese mundo que nos cautivó.

Algunos lectores necesitan un par de días para recuperarse del final de un libro; otros, en cambio, se precipitan rápidamente en otra lectura, como amantes desengañados que buscan consuelo en los brazos de alguien más.

Normalmente esto conduce a un fuerte desengaño, en el mejor de los casos, o a una tremenda decepción.

No falta quien trace paralelos entre el final de un libro y el orgasmo, es decir, una especie de clímax intelectual, cuando en realidad se parece mucho más a una patada en los huevos.

Desde luego, hablamos aquí de buenos libros, esos que producen algo más que placer, que persiguen otras sensaciones además del goce estético. Si lo pensamos fríamente todo buen libro nos induce una buena dosis de tensión, de estrés, de angustia.

Y todo eso se acentúa vertiginosamente en las últimas 100 páginas.

Cada vez falta menos, el final se avecina; uno trata de aferrarse vanamente a cada sentencia, a cada párrafo, sintiendo que cada vuelta de página es ya irreversible. No podemos volver atrás. Solo queda avanzar, a tientas o precipitadamente, aunque nos conduzca al vacío.

Finalmente el libro se cierra y con él una parte de nosotros.

Si el libro es bueno seguramente nos ha dejado mucho, pero también hemos dejado mucho en él.

Solo queda respirar profundamente. La sensación de asfixia ha pasado pero rápidamente es sustituída por otras: enojo, quizá, o tristeza, nostalgia, inseguridad.

Por eso terminar de leer un buen libro nunca es orgásmico; de hecho, podríamos decir que produce una especie duelo, una sensación de ausencia, como si te faltara algo: un dolor exquisito justamente porque el placer también forma parte de él.

¿Y ahora qué?, sería la pregunta más acertada, y la que probablemente la mayoría de los lectores nos hacemos.

Algo ha cambiado irremediablemente, perfecto, ya no hay vuelta atrás: el mundo ya no es el mismo y nosotros tampoco... ¿pero ahora qué?

Nada, por el momento.

Entonces, ya sumidos en una honda tristeza, especulamos sobre la posibilidad de volver a leerlo, de regresar; sin dudas, un error atroz. Lo mismo podríamos hacer al sentarnos a tomar un café y charlar civilizadamente con alguien que ha sido nuestro amante.

La amistad, o la relectura, son apenas consuelos.

Podemos pensar que algunos libros, como las vidas, no empiezan sino hasta la página 30 o 40. Otros, sin embargo, no concluyen jamás, no importa hace cuántos años hayamos terminado la última página.




Egosofía. I Filosofía del profesor Lugano.


El artículo: El duelo después de terminar un libro fue realizado por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

8 comentarios:

Unknown dijo...

que maravilloso, justo las sensaciones que he experimentado pero no lograba desentrañar.

Sebastian Beringheli dijo...

Todo parece indicar que los lectores coincidimos en la misma sintomatología post-lectura. Saludos, David!

Alexz dijo...

Fue una bofetada. Un balde de agua fría. Que manera tan acertada de describir los sentimientos de un lector empedernido. No podría plasmarlo de mejor manera. Terminar un libro es un adiós doloroso, deja un pesar vacío. En lo personal al llegar a la última página derramaba lágrimas y me quedaba abrazando el libro, uno de ellos es saga This Man, que lo vuelvo a releer. Es verdad que no es lo mismo, ya sabemos la trayectoria y los misterios que nos intrigaban se vuelven predecibles, pero la esencia queda, es lo bueno de la lectura, a diferencia de las vivencias diarias podemos volver a inundarnos del placer de una gran historia una y otra vez. Excelente foro ♥

Luciano dijo...

Excelente reflexión, grandiosa la forma en que has descripto lo que les pasa a los lectores después de pasar por grandes obras inolvidables. Muchas gracias por compartirlo.

Unknown dijo...

Yo he llegado a este foro movido por los sentimientos descritos en este y si, acabo de terminar un libro para plasmar lo que siento (ya que la quemazón aún está reciente) para entrar en más detalles terminé (IT) y lo cierto es que puedo estrapolar ambos conceptos y es que a uno se le hace difícil volver a leer un libro como difícil se le hace a los protagonistas volver a ser niño, y es un dolor necesario...el proceso de terminar algo es empezar

Unknown dijo...

Del mismo modo. Es más, pensaba encontrar alguna palabra de consuelo pero a ver qué la mayoría experimenta lo mismo no sé si reír o llorar.
Que despiadada es la vida :)

Unknown dijo...

"Es mejor amar y ser lástimado, que nunca haber amado" Palabras de un necio pero ciertamente sabio.

Anónimo dijo...

Que alegría saber que no soy la única que queda en depresión después de terminar un buen libro 😵



Lo más visto esta semana en El Espejo Gótico:

Sobre ruidos paranormales intensos.
Relato de Shirley Jackson.
Mitos de Cthulhu.

Taller gótico.
Poema de Hannah Cowley.
Relato de Thomas Mann.