Consideraciones acerca de la consideración.


Consideraciones acerca de la consideración.




Recientemente compartí un café con un querido amigo, el profesor Lugano, hombre juicioso para rehuir esta clase de encuentros porque siente que la filosofía colectiva es una de las formas del ocio.

En correspondencia con esta actitud, bebimos el café en silencio, estudiando a un caballero con la mirada fija en una ventana del bar.

Su actitud no era la de quien espera la llegada de alguien, sino la de quien sabe que ese alguien nunca llegará.

—¿Qué estará considerando aquel buen hombre? —nos interrogó un mozo alarmado.

Dejamos la respuesta en un estado de suspensión. Lugano no es proclive a la retórica.

Íntimamente recordé algo que leí en mis años de estudiante, y acto seguido lo deseché conociendo de antemano mi tendencia a recordar hechos que nunca sucedieron y lecturas que jamás tuvieron lugar.

Pero la imagen del hombre y sus posibles consideraciones me hicieron pensar acerca de este acto raro y esotérico que llamamos consideración.

Recordé oscuramente que en latín considerare significa «mirar a los astros»; de siderare, «astros», y con, un prefijo posesivo que normalmente se adjunta para formar verbos simples.

Ahora bien, aquel buen hombre —según lo calificó nuestro alarmado mozo— no parecía especialmente interesado en los astros, y mucho menos en consultarlos acerca del dilema que lo aquejaba. Más bien daba la impresión de todo lo contrario. Parecía estar sumergido en hondos pensamientos, en ideas volcadas hacia adentro, no hacia el cielo y sus revoluciones previsibles.

Pagamos nuestra cuenta con cierto recelo. El hombre seguía considerando sus asuntos.

Con Lugano nos despedimos fríamente, como siempre que ambos especulamos acerca de lo mismo.

A veces olvidamos que algunos pequeños ejercicios de la razón responden a mecanismos espirituales. El acto de considerar algo sin atender el trazado de las estrellas es una costumbre moderna que deja impávidos a los filólogos y alarma a los mozos.

Si aquel buen hombre estaba considerando sus problemas sin mirar a los astros -razoné- haría mejor en intentar leer un libro en la corteza de un árbol o amar a una mujer en los estrechos salones de la memoria.




Egosofía. I Filosofía del profesor Lugano.


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1 comentarios:

Emilio dijo...

El profesor Lugano, lo mejor de este sitio. Felicitaciones!!!



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