Los Monstruos y lo Monstruoso: la equilibrada fórmula del Horror


Los Monstruos y lo Monstruoso: la equilibrada fórmula del Horror.




Los Monstruos —categoría en la cual inscribimos a los seres sobrenaturales (demonios, vampiros, fantasmas), naturales pero horrorosos (Xenomorfo), humanos con tendencias más bien homicidas (Norman Bates, Hannibal Lecter), revinientes (Michael Myers, Jason Voorhees)— no son una condición imprescindible para el Horror.

De hecho, no es el Monstruo un criterio que determine al género. Estas criaturas pueblan una gran cantidad de historias, desde cuentos de hadas a mitos, sin que siquiera rocen los límites del horror.

Los Monstruos, aún cuando evidencien una actitud hostil, no necesariamente se traducen en un relato de terror (literario o cinematográfico). Hay muchas historias con Monstruos en ellas que no sobresaltan a nadie, precisamente porque la única condición del género es lo Monstruoso.

Y lo único que distingue a los Monstruos de lo Monstruoso es la ACTITUD DE LOS PROTAGONISTAS DE LA HISTORIA.

Dentro del género, todos los Monstruos entran en la categoría de lo Monstruoso, y eso se debe a que él o la protagonista toma una actitud de rechazo en relación a la criatura; la considera algo anormal, algo que perturba el orden natural de las cosas.

Por otro lado, muchos Monstruos en el cuento de hadas y en la mitología ni siquiera tantean lo Monstruoso.

¿Por qué?

Porque son parte de la realidad. Los protagonistas no se sorprenden de su existencia. Son, en resumen, parte del decorado de ese universo en particular.

Por ejemplo, la escena en la que Bilbo Bolsón —en El Hobbit (The Hobbit)— se encuentra con los Trolls en el bosque, no pertenece al género de terror. ¿Por qué? ¿Acaso los Trolls no están preparando un estofado para cocinar vivos a Bilbo y un par de Enanos de la Compañía?

En este caso, J.R.R. Tolkien no da señales de que esos Monstruos sean algo anormal. Los Trolls son parte de la fauna de la Tierra Media, como los tigres y los leones son parte de nuestro mundo, y si bien pueden actuar de forma violenta, y hasta decididamente cruel, no son una amenaza para orden natural.

Es decir, son Monstruos que no entran en la categoría de lo Monstruoso.

Con mucha astucia, J.R.R. Tolkien invirtió la ecuación en la saga de El Señor de los Anillos (The Lord of the Rings), donde tanto los Trolls como los Orcos, los Dragones, los Nazgûl, incluso el propio Sauron y Morgoth, son seres antinaturales, degradados, que comenzaron siendo parte de lo natural pero que se inclinaron hacia el mal, dentro de esa mitología, una subversión o sombra del bien. Por eso resultan inquietantes y, en ciertos momentos de la trilogía, realmente aterradores.

En los ejemplos anteriores los Monstruos no cambian. Los Trolls son tan diabólicos en El Hobbit como en El Señor de los Anillos, pero SE PERCIBEN de manera diferente porque la ACTITUD de los protagonistas que se encuentran con ellos cambia radicalmente.

Es decir que un mismo perfil de Monstruo puede o no ser Monstruoso de acuerdo a la actitud que asuman los protagonistas.

En el universo de Marvel, una criatura como Hulk jamás podría producir miedo, justamente porque es uno más del grupo, un tanto inestable en términos de carácter, es cierto, pero aceptado por el resto. El mismo ser, con las mismas características pero dentro de otro contexto, se transforma en algo Monstruoso.

Podemos tomar prácticamente cualquier criatura mitológica y no encontrar una sola que pueda entrar en la categoría del horror, justamente porque ninguna de ellas es antinatural dentro de su contexto. Los seres mitológicos —claro está, dentro de los mitos— pertenecen a la cosmología que los produjo, es decir, a la realidad que los constituye.

Lo Monstruoso siempre rompe las normas ontológicas que los protagonistas presumen respecto de la realidad, y en consecuencia responden ante ellos con desagrado, rechazo, y miedo. En otras palabras, lo Monstruoso es siempre algo EXTRAORDINARIO, mientras que los Monstruos, dependiendo del contexto, pueden ser un aspecto ORDINARIO de la realidad.

De ahí que la apertura de este tipo de historias donde los Monstruos son algo común y corriente suele establecer una clara distancia entre nuestra realidad y la que plantea la historia. El: Érase una vez, por ejemplo, o el más actualizado: En una galaxia muy, muy lejana, tienen esa función.

Es decir que lo único que determina una diferencia entre los Monstruos y lo Monstruoso es la respuesta emocional de los protagonistas. Si esa respuesta es afectiva, son simplemente Monstruos, y siempre participarán de la realidad objetiva del universo que la historia desarrolle. Para que haya rechazo, el Monstruo debe ser Monstruoso, es decir, debe quebrar el orden de lo natural de acuerdo a la cosmovisión de los protagonistas.

Y para que el horror sea el verdadero protagonista, es decir, para que una historia ingrese dentro de los parámetros del género, las respuestas emotivas del lector o de la audiencia deben estar equilibradas con las que proyectan los protagonistas.

Si los personajes perciben al Monstruo como una violación a las leyes de la naturaleza, algo anormal, impuro, entonces actuarán de manera acorde tomando una actitud que refleje esas sensaciones. Entonces el Monstruo se transforma en algo Monstruoso, y el cuento de hadas (cósmico o preternatural) en una coqueta historia de terror.




Taller literario. I Cine de terror.


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