¿El Mind Flayer de «Stranger Things» es en realidad Cthulhu?
Sabemos que este artículo puede alarmar considerablemente a la comunidad hipster, pero es nuestra obligación aclarar que no todo en Stranger Things es un abultado homenaje a los '80. El Mind Flyer (o Desuellamentes), entre otras cuestiones, es una clara referencia a los Mitos de Cthulhu de H.P. Lovecraft, y, en consecuencia, al relato pulp de los años '30 y revistas tales como Weird Tales, Action Stories, Argosy, entre otras.
La influencia de H.P. Lovecraft en Stranger Things sobresale en ese universo que pondera a Los Goonies y ET como iconos de la cultura; y no es para menos. La obra de H.P. Lovecraft es como un virus que se esparce sobre todo el horror cósmico; de manera tal que cualquier obra que roce el género inevitablemente debe caer en la órbita del maestro de Providence.
En otras palabras: si te gusta Stranger Things es oportuno que sepas que te gusta el horror lovecraftiano, es cierto, un tanto rebajado, diluido bajo otros sustratos que hacen referencia a cuestiones totalmente secundarias para el argumento, pero que provocan un verdadero éxtasis de nostalgia en aquellos que, curiosamente, habrían sido considerados inadaptados en los '80.
Ahí reside buena parte de la influencia de Lovecraft en Stranger Things, básicamente la historia de un grupo de inadaptados que lucha contra una fuerza superior. H.P. Lovecraft, quizá, no habría sido parte de ese selecto grupo de valientes, pero bien podría haber sido comprensivo con ellos.
En vida, autor nunca tuvo éxito comercial —tampoco sentimental, a pesar de su efímero matrimonio con Sonia Greene—. Sus amistades eran epistolares, ganaba una verdadera miseria, al punto tal que su dieta se reducía a una lata diaria de garbanzos y no mucho más. Era, en esencia, un inadaptado, un paria literario, un hacedor de relatos de terror que solo podían ser apreciados por otros inadaptados como él.
En este contexto, no es asombroso que H.P. Lovecraft se haya integrado muy bien al universo de Stranger Things, del mismo modo que lo hizo en IT a través de la mitología que sostiene la presencia del payaso Pennywise.
Casi todo en los cuentos de Lovecraft tiene que ver con universos paralelos, en ciertos casos, oníricos, que encuentran el modo de entrar en nuestra realidad a través de sitios profanos, objetos malditos (el Necronomicón, sobre todo), y otros portales interdimensionales menos frecuentes. Esas otras realidades son inconcebibles para nuestro cerebro, y se apoyan sobre principios desconocidos para la física tal cual la entendemos.
El Upside Down de Stranger Things es, por definición, un universo lovecraftiano.
Es posible que el público capaz de rendirle tributo a las cintas de VHS pase por alto estas cuestiones. Esa negación, producto de una especie de nostalgia optimista, está justificada. H.P. Lovecraft es la quintaescencia del pesimismo; y ese concepto es lo que sostiene el argumento central de Stranger Things; oculto, insistimos, bajo una fachada de sentimentalismo ochentoso.
Pensemos lo siguiente:
H.P. Lovecraft entendía que nuestra concepción de la naturaleza, o mejor dicho, de lo que es natural y antinatural, era básicamente una creencia provinciana. Según sus relatos, apenas el hombre empieza a explorar el universo descubre que es el horror, y no la belleza, lo que predomina. Abrir la puerta a esos reinos permite que los Otros, los Antiguos, regresen a este plano para exterminarnos.
De eso se trata Stranger Things: de la ciencia y su absurdo optimismo, la cual abre, por accidente o no, un portal hacia el otro lado, y cómo un grupo de personas inadaptadas —una madre soltera, un policía lleno de remordimiento, una chica con poderes excepcionales y un grupo de nerds— deben enfrentarse a las consecuencias de lo que han producido las personas normales.
Lovecraft en estado puro.
Podemos tomar prácticamente cualquier relato de Lovecraft y reducirlo del siguiente modo: la curiosidad humana (científica o esotérica, da lo mismo) es producto de una especie de inocente optimismo, el cual generalmente conduce al descubrimiento de otras realidades, otros mundos, otros universos, que habitan en las fronteras del nuestro.
Es decir que esas ideas acerca de la estupidez humana, la indiferencia del cosmos, la vastedad del tiempo, pero también de la fuerza de una minoría de personas extraordinarias, son los elementos más significativos de Stranger Things.
Tomemos otro ejemplo práctico. En la historia de Lovecraft: Desde el más allá (From Beyond), un científico loco, llamado Tillinghast, consigue articular un dispositivo que le permite estimular la glándula pineal y ver a los seres interdimensionales que pululan por las fronteras de nuestra realidad. El problema es que, ahora, esos seres invisibles también pueden verlo a él.
¿Les suena?
En síntesis, es la historia de Once (Eleven); aunque, en este caso, sus habilidades son innatas, pero potenciadas por el doctor Martin Brenner —científico loco si los hay—, interpretado por el actor Matthew Modine.
Es probable que el Mind Flayer, que procede del Upside Down, no sea exactamente Cthulhu, sino más bien un homenaje con algunos puntos en común.
El más evidente le confiere al Mind Flayer la habilidad de controlar telepáticamente a sus ejércitos y de poseer a sus víctimas, adueñándose de sus recuerdos, sus pensamientos, y también de su voluntad. Su mayor ambición es cruzar hacia nuestro plano y eliminarnos.
Cthulhu, a su vez, posee una densidad de malevolencia mucho mayor. También controla telepáticamente a sus criaturas, y también puede poseer la mente de personas sensibles: pintores, poetas y artistas en general. Está cautivo en una especie de Upside Down subacuático, la ciudad sumergida de R'lyeh, desde la cual concibe diabólicos planes para regresar y reclamar el dominio de nuestro mundo.
Resulta curioso que las referencias a los '80 de Stranger Things adquieran una preponderancia tan desmesurada para los fanáticos de la serie. No obstante, los acólitos de aquella década de tecnologías precarias y canciones entrañables, bien deben saber que, en el fondo, son secretos devotos de Lovecraft.
Mitos de Cthulhu. I Cine.
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Practicamente es Cthulhu sin el agua ni los peces. Buen artículo.
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