Orcos: origen, significado y etimología.
Los Orcos pertenecen a la mitología de J.R.R. Tolkien, y adquieren una gran importancia en El Señor de los Anillos (The Lord of the Rings). Sin embargo, también poseen un pasado, muy anterior a la creación de la Tierra Media en términos literarios.
De hecho, los Orcos realmente existieron en la mitología, aunque de un modo oscuro, casi furtivo (ver: Cómo desaparecieron los Orcos de la Tierra Media).
¿Qué son los Orcos exactamente?
Los Orcos son aquellas criaturas deformes y corruptas al servicio de Sauron y, anteriormente, de Morgoth, el primer Señor Oscuro. Son enemigos acérrimos de los Elfos, los Enanos, los hombres y Hobbits. El lector de J.R.R. Tokien sabe que los Orcos son de su propia cosecha, es decir, que aparecen por primera vez en El Silmarilion (The Silmarilion) y luego en El Señor de los Anillos; sin embargo, y sin contradecir esa certeza, también hay que decir que los Orcos realmente existieron en otro contexto.
En El Hobbit (The Hobbit), la primera novela publicada de J.R.R. Tolkien sobre la Tierra Media, los Orcos son llamados goblins. La palabra Orco recién aparece impresa en La Comunidad del Anillo (The Fellowship of the Ring), aludiendo a una especie de seres humanoides abominables al servicio del Señor Oscuro.
Pero la palabra Orco (Orc, en inglés), no es una invención de Tolkien, sino que pertenece a una mitología que ha dejado pocos rastros de sí misma.
La palabra Orco, u Orc, proviene del Inglés Antiguo. Se la puede traducir como «demonio», esto es, una criatura sobrenatural de origen maligno, y aunque tanto el término como su uso continúan siendo un misterio, es lícito hacerse la siguiente pregunta: ¿existía en la perdida mitología inglesa una criatura llamada Orco? Nos atrevemos a afirmar que si.
Para echar luz sobre el tema, nos apoyamos en el Beowulf. Allí aparece la palabra Orcnéas; plural de Orc, que deriva de una antigua palabra para denominar a los Ogros: þyrs; seres cuya morfología es tan volátil como esquiva.
J.R.R. Tolkien, que buscaba desesperadamente dejar de lado los mitos clásicos en su visión de la Tierra Media, elevando así la oscura mitología británica, probablemente advirtió que la palabra Orc no sólo era parte del vocabulario antiguo de las islas, sino que la misma palabra también existía en latín para denominar a un insospechado Dios del submundo y, en ocasiones, a su castillo infernal, el Orcus.
Orcus, decíamos, era un dios menor del Inframundo, temido en algunas regiones montañosas de Italia. Más aún, su presencia se remonta al pueblo Etrusco, anterior a Roma y su posterior imperio. Los Etruscos no adoraban abiertamente a Orco, pero lo aplacaban mediante imágenes sepulcrales donde se lo mostraba como un anciano maltrecho, hirsuto; o bien en los muros de un misterioso templo que coronaba la colina palatina en Roma.
Más atrás en el tiempo, los griegos temían al excecrable Horkos —ὅρκος, «roble»— una criatura sobrenatural cuyo arbol genealógico integraría numerosos grimorios y libros prohibidos de la Edad Media.
Tolkien negó rotundamente cualquier vínculo entre sus Orcos y sus antecesores griegos y etruscos. Para no contradecir al maestro seguiremos su consejo. Dejemos de lado entonces al viejo Orcus en su casa de piedra, y busquemos el orígen de los Orcos en otra parte.
Volvamos al Beowulf.
Allí aparece la palabra Orcné —pl: orcnéas—. El término es un Hapax Legomenon por excelencia, esto es, una palabra que aparece escrita una sola vez en su contexto original —tres, en realidad, en el Beowulf— haciendo casi imposible su traducción.
La palabra Orc es, y continuará siendo, un misterio, pero casi todos coinciden en asociarla a lo infernal, a lo subterráneo, al igual que los Orcos de J.R.R. Tolkien.
La partícul Né, por su parte —terminación de Orcné—, quizás provenga del gótico Naus, y el nórdico antiguo Nár, ambos con el significado de «cadáver». Si bien en Inglés Antiguo se utilizaba con más frecuencia la palabra Líc para referirse a un cadáver, quizás los oyentes originales del Beowulf, al escuchar la palabra Orcné entendían algo así como «cadáver diabólico», o «cadáver del Orco», es decir, un habitante del submundo.
Pero J.R.R. Tolkien no sólo se nutría de hipótesis lingüísticas, sino en toponímicos muy antiguos, como el que señala las Islas Órcadas (Orkney), llamadas en gaélico antiguo Insi Orc, que significa «Isla del Orco». Para algunos, estos Orcos serían nada menos que los pictos, una tribu particularmente beligerante. Si tomamos como referencia a los vikingos como pueblo guerrero por excelencia, el término adquiere mayor profundidad ya que estos llamaban a esas islas Orkahaugr, el «Montículo del Orco». Tal vez por ello una de las criaturas más enigmáticas de la mitología nórdica, llamada Eneberg, era conocida como el «padre de los Orcos».
A reside el mayor mérito de J.R.R. Tolkien, además del literario, claro: la recreación de lugares y criaturas a partir de la lingüística.
Toda la Tierra Media podría reconstruirse de este modo. No sólo los Orcos existieron realmente —al menos en los mito, quizas el modo más real de existir— sino un sinnúmero de seres, ciudades y episodios de la Tierra Media son reinterpretados por J.R.R. Tokien en un intento majestuoso, épico, por reivindicar una mitología perdida, olvidada, pero que aún nos susurra sus misterios.
Tierra Media. I Mitología.
Más literatura gótica:
- Eneberg: el padre de los Orcos de la mitología nórdica.
- ¿Lilith en El Señor de los Anillos?
- El libro secreto de Bilbo Bolson.
- Gandalf vs. Dumbledore: ¿quién es el mago más poderoso?
Vaya, que buen post, soy un gran admirador de J.R.R.TOLKIEN, por sus grandes historias y universos que este gran hombre ha creado, excelente y la verdad es que de los orcos sabia poco, no tanto sobre origenes sino definición, muy bueno.
ResponderEliminarLe faltaba poco para decir que el minotauro, medusa, las esfinges y los centauros entre otros también existieron ya que aparecen en imágenes y textos xD... Terribles son para sacar conclusiones
ResponderEliminarDe hecho si en un mundo muuy antiguo
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