«A Helen»: Edgar Allan Poe; poema a Sarah Helen Whitman.
A Helen (To Helen) —a veces publicado en español como: A Elena— es un poema de amor del escritor norteamericano Edgar Allan Poe (1809-1849), publicado en la edición de noviembre de 1848 de la revista Union Magazine, y luego reeditado en la antología de 1850: Poemas (Poems).
¿Quién es la misteriosa Helen a la cual E.A. Poe le dedicó este poema?
La mayoría de los especialistas en la obra de Edgar Allan Poe coinciden en que se trata de Sarah Helen Whitman, uno de sus amores secretos.
Para emplear un término contemporáneo, Sarah Helen Whitman era una groupie. Admiraba a Edgar Allan Poe como escritor, y cada vez que le era posible asistía a sus conferencias y charlas. En una de ellas logró que una amiga en común los presentara.
El lugar de encuentro fue el jardín de rosales de una vieja casona.
A partir de entonces entre ambos se gestó una historia de amor llena de claroscuros, y no precisamente por desinterés. Edgar Allan Poe era perfectamente capaz de amar, pero no de enamorarse; al menos no después de la pérdida de su adorada esposa, Virginia Clemm.
De todos los poemas de Edgar Allan Poe, A Helen es el menos espontáneo. Su historia comienza en una fiesta de San Valentín organizada en 1848 por Annie Lynch. En aquella ocasión, la anfitriona le pidió a Sarah Helen Whitman que escribiera un poema para recitar en público. La muchacha escribiría: A Edgar Allan Poe (To Edgar Allan Poe), y lo leyó durante la fiesta. Desafortunadamente, él no se hallaba presente.
A pesar de este desencuentro, Edgar Allan Poe se enteró de la fiesta y del sugerente poema que Sarah Helen Whitman le había dedicado. A modo de retribución, el poeta le envió a la joven una carta anónima que incluía el poema: A Helen (To Helen).
Este gesto de sutil caballerosidad no fue del todo eficaz.
La carta era anónima, y Sarah Helen Whitman jamás sospechó que el autor era nada menos que Edgar Allan Poe.
Al no recibir respuesta, Edgar Allan Poe volvió a escribirle tres meses después, esta vez firmando tanto la carta como el poema.
La relación entre Edgar Allan Poe y Sarah Helen Whitman fue, en el mejor de los casos, apasionada y enigmática. Recordemos que el poeta se dirigía a la casa de la joven cuando supuestamente resolvió suicidarse, aunque la muerte de Edgar Allan Poe aún continúa siendo tema de debate.
A Helen retrata el momento en el que E.A. Poe vio por primera vez a Sarah Helen Whitman en aquel jardín de rosas.
A Elena.
To Helen, Edgar Allan Poe (1809-1849)
Te ví una vez, sólo una vez, hace años:
no debo decir cuantos, pero no muchos.
Era una medianoche de julio,
y de luna llena que, como tu alma,
cerníase también en el firmamento,
y buscaba con afán un sendero a través de él.
Caía un plateado velo de luz, con la quietud,
la pena y el sopor sobre los rostros vueltos
a la bóveda de mil rosas que crecen en aquel jardín encantado,
donde el viento sólo deambula sigiloso, en puntas de pie.
Caía sobre los rostros vueltos hacia el cielo
de estas rosas que exhalaban,
a cambio de la tierna luz recibida,
sus ardorosas almas en el morir extático.
Caía sobre los rostros vueltos hacia la noche
de estas rosas que sonreían y morían,
hechizadas por ti,
y por la poesía de tu presencia.
Vestida de blanco, sobre un campo de violetas, te vi medio reclinada,
mientras la luna se derramaba sobre los rostros vueltos
hacia el firmamento de las rosas, y sobre tu rostro,
también vuelto hacia el vacío, ¡Ah! por la Tristeza.
¿No fue el Destino el que esta noche de julio,
no fue el Destino, cuyo nombre es también Dolor,
el que me detuvo ante la puerta de aquel jardín
a respirar el aroma de aquellas rosas dormidas?
No se oía pisada alguna;
el odiado mundo entero dormía,
salvo tú y yo (¡Oh, Cielos, cómo arde mi corazón
al reunir estas dos palabras!).
Salvo tú y yo únicamente.
Yo me detuve, miré... y en un instante
todo desapareció de mi vista
(Era de hecho, un Jardín encantado).
El resplandor de la luna desapareció,
también las blandas hierbas y las veredas sinuosas,
desaparecieron los árboles lozanos y las flores venturosas;
el mismo perfume de las rosas en el aire expiró.
Todo, todo murió, salvo tú;
salvo la divina luz en tus ojos,
el alma de tus ojos alzados hacia el cielo.
Ellos fueron lo único que vi;
ellos fueron el mundo entero para mí:
ellos fueron lo único que vi durante horas,
lo único que vi hasta que la luna se puso.
¡Qué extrañas historias parecen yacer
escritas en esas cristalinas, celestiales esferas!
¡Qué sereno mar vacío de orgullo!
¡Qué osadía de ambición!
Más ¡qué profunda, qué insondable capacidad de amor!
Pero al fin, Diana descendió hacia occidente
envuelta en nubes tempestuosas; y tú,
espectro entre los árboles sepulcrales, te desvaneciste.
Sólo tus ojos quedaron.
Ellos no quisieron irse
(todavía no se han ido).
Alumbraron mi senda solitaria de regreso al hogar.
Ellos no me han abandonado un instante
(como hicieron mis esperanzas) desde entonces.
Me siguen, me conducen a través de los años;
son mis Amos, y yo su esclavo.
Su oficio es iluminar y enardecer;
mi deber, ser salvado por su luz resplandeciente,
y ser purificado en su eléctrico fuego,
santificado en su elisíaco fuego.
Ellos colman mi alma de Belleza
(que es esperanza), y resplandecen en lo alto,
estrellas ante las cuales me arrodillo
en las tristes y silenciosas vigilias de la noche.
Aun en medio de fulgor meridiano del día los veo:
dos planetas claros,
centelleantes como Venus,
cuyo dulce brillo no extingue el sol.
I saw thee once—once only—years ago:
I most not say how many—but not many.
It was a July midnight; and from out
A full-orbed moon, that, like thine own soul, soaring,
Sought a precipitate pathway up through heaven.
There fell a silvery-silken veil of light,
With quietude, and sultriness, and slumber,
Upon the upturn'd faces of a thousand
Roses that grew in an enchanted garden,
Where no wind dared to stir, unless on tiptoe—
Fell on the upturn'd faces of these roses
That gave out, in return for the love-light,
Their odorous souls in an ecstatic death—
Fell on the upturn'd faces of these roses
That smiled and died in this parterre, enchanted
By thee, and by the poetry of thy presence.
Clad all in white, upon a violet bank
I saw thee half reclining; while the moon
Fell on the upturn'd faces of the roses,
And on thine own, upturn'd—alas, in sorrow!
Was it not Fate, that, on this July midnight—
Was it not Fate, (whose name is also Sorrow)
That bade me pause before that garden-gate,
To breathe the incense of those slumbering roses!
No footstep stirred: the hated world all slept,
Save only thee and me. (Oh, Heaven!—oh, God!
How my heart beats in coupling those two words!)
Save only thee and me. I paused—I looked—
And in an instant all things disappeared.
(Ah, bear in mind this garden was enchanted!)
The pearly lustre of the moon went out:
The mossy banks and the meandering paths,
The happy flowers and the repining trees,
Were seen no more: the very roses' odors
Died in the arms of the adoring airs.
All—all expired save thee—save less than thou:
Save only the divine light in thine eyes—
Save but the soul in thine uplifted eyes.
I saw but them—they were the world to me.
I saw but them—saw only them for hours—
Saw only them until the moon went down.
What wild heart-histories seemed to lie enwritten
Upon those crystalline, celestial spheres!
How dark a wo! yet how sublime a hope!
How silently serene a sea of pride!
How daring an ambition! yet how deep—
How fathomless a capacity for love!
But now, at length, dear Dian sank from sight,
Into a western couch of thunder-cloud;
And thou, a ghost, amid the entombing trees
Didst glide way. Only thine eyes remained.
They would not go—they never yet have gone.
Lighting my lonely pathway home that night,
They have not left me (as my hopes have) since.
They follow me—they lead me through the years.
They are my ministers—yet I their slave.
Their office is to illumine and enkindle—
My duty, to be saved by their bright light,
And purified in their electric fire,
And sanctified in their elysian fire.
They fill my soul with Beauty (which is Hope,)
And are far up in Heaven—the stars I kneel to
In the sad, silent watches of my night;
While even in the meridian glare of day
I see them still—two sweetly scintillant
Venuses, unextinguished by the sun!
Edgar Allan Poe (1809-1849)
I most not say how many—but not many.
It was a July midnight; and from out
A full-orbed moon, that, like thine own soul, soaring,
Sought a precipitate pathway up through heaven.
There fell a silvery-silken veil of light,
With quietude, and sultriness, and slumber,
Upon the upturn'd faces of a thousand
Roses that grew in an enchanted garden,
Where no wind dared to stir, unless on tiptoe—
Fell on the upturn'd faces of these roses
That gave out, in return for the love-light,
Their odorous souls in an ecstatic death—
Fell on the upturn'd faces of these roses
That smiled and died in this parterre, enchanted
By thee, and by the poetry of thy presence.
Clad all in white, upon a violet bank
I saw thee half reclining; while the moon
Fell on the upturn'd faces of the roses,
And on thine own, upturn'd—alas, in sorrow!
Was it not Fate, that, on this July midnight—
Was it not Fate, (whose name is also Sorrow)
That bade me pause before that garden-gate,
To breathe the incense of those slumbering roses!
No footstep stirred: the hated world all slept,
Save only thee and me. (Oh, Heaven!—oh, God!
How my heart beats in coupling those two words!)
Save only thee and me. I paused—I looked—
And in an instant all things disappeared.
(Ah, bear in mind this garden was enchanted!)
The pearly lustre of the moon went out:
The mossy banks and the meandering paths,
The happy flowers and the repining trees,
Were seen no more: the very roses' odors
Died in the arms of the adoring airs.
All—all expired save thee—save less than thou:
Save only the divine light in thine eyes—
Save but the soul in thine uplifted eyes.
I saw but them—they were the world to me.
I saw but them—saw only them for hours—
Saw only them until the moon went down.
What wild heart-histories seemed to lie enwritten
Upon those crystalline, celestial spheres!
How dark a wo! yet how sublime a hope!
How silently serene a sea of pride!
How daring an ambition! yet how deep—
How fathomless a capacity for love!
But now, at length, dear Dian sank from sight,
Into a western couch of thunder-cloud;
And thou, a ghost, amid the entombing trees
Didst glide way. Only thine eyes remained.
They would not go—they never yet have gone.
Lighting my lonely pathway home that night,
They have not left me (as my hopes have) since.
They follow me—they lead me through the years.
They are my ministers—yet I their slave.
Their office is to illumine and enkindle—
My duty, to be saved by their bright light,
And purified in their electric fire,
And sanctified in their elysian fire.
They fill my soul with Beauty (which is Hope,)
And are far up in Heaven—the stars I kneel to
In the sad, silent watches of my night;
While even in the meridian glare of day
I see them still—two sweetly scintillant
Venuses, unextinguished by the sun!
Edgar Allan Poe (1809-1849)
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realmente los felicito y les doy las gracias ,pues gracias a uds mi corazon solitario se pierde,sueña y navegan la hermosa poesia que espanta mis penas,gracias a uds mis noches ya no sontamn obscuras ,m epermiten perderme y alejarmede este monotoomunddo y viajar a un mundo lleno de
ResponderEliminarfantasia,melancolia, amor puroque deja n en mi corazon una calida sensacion .GRACIAS
Yo me llamo Elena si H, q lindo!!!, es mas puro por q lo siento propio
ResponderEliminaro_O? Eso de arriba... no se me suena familiar, sobretodo por lo de "sin H", JA.
ResponderEliminarHermoso.
es precioso me encanta aunque no me llamo Elena pero me parece un poema precioso
ResponderEliminarsimplemente...maravilloso
ResponderEliminarLa intriga de la mente humana inunda mi conciencia,pero esta es liberada por la increible poesia de escritores como este,que basan parte de su inspiracion en el amor,que es el sentimiento que me levanta todas las solitarias mañanas de mi joven vida..
ResponderEliminarHermoso... Increíble!!! Felicidades por el blog.
ResponderEliminarEl poema mas que he leido...
ResponderEliminarEs hermoso... gracias x todo este tiempo de maravillosa literatura... este blog es de lo mejor....
ResponderEliminareste es uno de los poemas mas hermosos y significativos que alguna vez he leido en todas mis vidas,estoy llorando aqui como una tonta,pero quien puede negar haber sentido algun sentimiento sobrecogedor al leer este poema encantado con las emociones mas puras y magicas que un ser puede sentir,sin duda yo me siento identificada pero no,no con elena,sino con Edgar Allan Poe,agradezco muchisimo que hayan publicado este poema aqui y darme la oportunidad a mi y a muchas personas mas de poder disfrutar de una tormenta de emociones encontradas y y sentimientos soñadoramente torturadores..!!! bye..!!!!
ResponderEliminarComo es posible amar al punto de llorar y odiar al punto de no olvidar, pues asi como nuestras almas vagan libremente en los campos de dolor y penas de este mundo gris y triste en el cual habitamos... Asi tambien nos emos reunido aqui en este blog para compartir mas q palabras; sentimientos de odio remordimiento pero ante todo ese sentimiento de amor el inmenso amor por la nada y por el todo que nos invade... felicidades...
ResponderEliminarSúper soy un ferviente admirador de Poe y me sorprendió gratamente conocer (gracias a esta página) a el verdadero poeta que sondeaba el alma de aquel solitario personaje, de aquel al que el mundo menosprecio y no supo ver su grandeza; solo la muerte fue capaz de hacerle justicia a tan inmenso escritor.
ResponderEliminarComo dice por allí alguien "uno muere cuando lo olvidan"; por esto y más EDGAR ALLAN POE jamás morirá porque habitará por siempre y para siempre en la antesala de nuestra alma; en la esencia misma de la Humanidad. Nunca se ira, pues su sombra permanecerá en todos los que le conocen y de esa sombra nadie podrá librarse NUNCA "NUNCA MAS".
tambien hay una cancion llamada para Elena,tocada en piano ¿seràn de la misma època? muy romanticos,creo que seria un buen complemento leer el poema mientras se escucha la melodia con el mismo nombre.ludmila sanzo
ResponderEliminarExelente poema, amo la poesia de este blog
ResponderEliminarEs el mejor poema que he leido en mucho tiempo me gusta mucho
ResponderEliminaresta es la traduccion mas fiel q he visto de este hermoso poema y por consiguiente la mejor. solo tengo una duda, y disculpen si soy vulgar al preguntar esto, pero, ¿de donde sacan las palabras: firmamento, boveda, cielo, noche, vacio? viendo el poema original en ingles esas palabras no se incluyen. por ej donde dicen "...rostros vueltos hacia el cielo, noche..." etc.
ResponderEliminarse que este poema se lo escribio a una mujer que amaba, es uno de los poemas mas bellos que he leido pero mi pregunta es ¿
ResponderEliminarque le respondio la mujer a la que se lo escribio?
Me ajudo a mi relacion
ResponderEliminarExcelente poema *-*
ResponderEliminarEste poema tan profundo ha logrado que me reconcilie con el Romanticismo por el hecho de que anteriormente, tachaba a esta época de deprimente
ResponderEliminarEncontré una frase y ando buscando el poema, p en que parte E.A Poe la puso;
ResponderEliminar"Años de amor perdidos en la ira de un minuto"
Ni se suicidó, ni Helen era una groupie. Helen era una mujer mayor que el de la que el estaba enamorado cuando aún era menor de edad.
ResponderEliminarHe recibido dos veces parte de este poema y no me atrevo a preguntar el porque.
ResponderEliminarNo sé si es porque es un amor prohibido, o porque esta enamorado pero no me ama, o porque solo tenemos una relación apasionada.
Creo que la relación es compleja
Maravilloso, triste y esperanzador a la vez, el amor siempre perdura pese a los infortunios, bien relatado en este maravilloso escritor.
ResponderEliminarOH DIOS MÍO, me llamo Elena y la verdad, ¿cómo les explico que me enamoré de un poema? En serio que adoro tooodas las obras de Edgar Allan Poe. 🖤 “Salvo tú y yo (¡Oh, Cielos, cómo arde mi corazón al reunir estas dos palabras!). Salvo tú y yo únicamente.” ¡ME ENCANTA!
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