«A la noche»: José de Espronceda; poema y análisis.
A la noche (A la noche) es un poema del romanticismo del escritor español José de Espronceda (1808-1842), publicado en la antología de 1840: Poesías (Poesías).
A la noche es uno de los mejores poemas de José de Espronceda, y, por tal caso, del romanticismo español. Sus versos poseen ciertas similitudes con la búsqueda poética de Lord Byron, aunque también con características propias e intransferibles a otros autores del período.
En última instancia se trata de un poema a la noche, con todo lo que eso significa para el romanticismo: un espacio de reflexión, de recogimiento, de descubrimiento del ser ya aislado de los demás, sin necesidad de utilizar máscaras sociales u oscuros simulacros de convicciones. El ser, solo y uno con la noche, se encuentra consigo mismo y descubre aquello que con tanto empeño ha tratado de ocultar.
A la noche.
A la noche, José de Espronceda (1808-1948)
Salve, oh tú, noche serena,
Que al mundo velas augusta,
Y los pesares de un triste
Con tu oscuridad endulzas.
El arroyuelo a lo lejos
Más acallado murmura,
Y entre las ramas el aura
Eco armonioso susurra.
Se cubre el monte de sombras
Que las praderas anublan,
Y las estrellas apenas
Con trémula luz alumbran.
Melancólico ruido
Del mar las olas murmuran,
Y fatuos, rápidos fuegos
Entre sus aguas fluctúan.
El majestuoso río
Sus claras ondas enluta,
Y los colores del campo
Se ven en sombra confusa.
Al aprisco sus ovejas
Lleva el pastor con premura,
Y el labrador impaciente
Los pesados bueyes punza.
En sus hogares le esperan
Su esposa y prole robusta,
Parca cena, preparada
Sin sobresalto ni angustia.
Todos suave reposo
En tu calma, ¡oh noche!, buscan,
Y aun las lágrimas tus sueños
Al desventurado enjugan.
¡Oh qué silencio! ¡Oh qué grata
Oscuridad y tristura!
¡Cómo el alma contemplaros
En sí recogida gusta!
Del mustio agorero búho
El ronco graznar se escucha,
Que el magnífico reposo
Interrumpe de las tumbas.
Allá en la elevada torre
Lánguida lámpara alumbra,
Y en derredor negras sombras,
Agitándose, circulan.
Mas ya el pértigo de plata
Muestra naciente la luna,
Y las cimas del otero
De cándida luz inunda.
Con majestad se adelanta
Y las estrellas ofusca,
Y el azul del alto cielo
Reverbera en lumbre pura.
Deslízase manso el río
Y su luz trémula ondula
En sus aguas retratada,
Que, terso espejo, relumbran.
Al blando batir del remo
Dulces cantares se escuchan
Del pescador, y su barco
Al plácido rayo cruza.
El ruiseñor a su esposa
Con vario cántico arrulla,
Y en la calma de los bosques
Dice él solo sus ternuras.
Tal vez de algún caserío
Se ve subir en confusas
Ondas el humo, y por ellas
Entreclarear la luna.
Por el espeso ramaje
Penetrar sus rayos dudan,
Y las hojas que los quiebran,
Hacen que tímidos luzcan.
Ora la brisa suave
Entre las flores susurra,
Y de sus gratos aromas
El ancho campo perfuma.
Ora acaso en la montaña
Eco sonoro modula
Algún lánguido sonido,
Que otro a imitar se apresura.
Silencio, plácida calma
A algún murmullo se juntan
Tal vez, haciendo más grata
La faz de la noche augusta.
¡Oh! salve, amiga del triste,
Con blando bálsamo endulza
Los pesares de mi pecho,
Que en ti su consuelo buscan.
José de Espronceda (1808-1848)
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este
ResponderEliminarpoema si hace
llegar al corazon
muy bonito
muy
bello
poema
la
noche.
Amiga
de los afligidos y tristes
que con su brisa
se hace sentir tiempo
de suma tranquilidad
de relfexion absoluta...
excelente!!!!!!!!!! magnifico y bello
ResponderEliminarhay osea dan miedo mil
ResponderEliminarAmi megusto
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