Pesadillas compartidas: cuando dos personas tienen la misma pesadilla.
Compartimos una nueva experiencia recibida en el Consultorio Paranormal de El Espejo Gótico, en este caso, relacionada con los sueños, y más específicamente con los sueños compartidos (ver: Cuando dos personas sueñan lo mismo).
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Un gran saludo a El Espejo Gótico. Me encanta la sección del Consultorio Paranormal, y por eso he decidido compartir mi experiencia. Durante mucho tiempo he estado pensando en compartir esta historia. Espero encontrar a otras personas que hayan experimentado cosas similares.
Me llamo Pablo. Tengo 25 años, y he tenido algunas experiencias curiosas en mi vida, pero las más extrañas tienen que ver con el universo de los sueños.
Mi hermano mayor ha sufrido espantosas pesadillas a lo largo de su vida. A veces me despertaba en medio de la noche para hablar sobre ellas (ver: Pesadillas que nos hacen despertar). Supongo que lo hacía para desahogarse y, de paso, calmarse. El punto es que una noche me despertó particularmente asustado.
Me dijo que, en su pesadilla, había estado en nuestra vieja casa de la infancia. Todo estaba igual, salvo por la oscuridad; de hecho, la única parte iluminada era la sala de estar. El resto del lugar estaba en sombras. Dijo que jamás sintió tanto miedo como al entrar ahí. Todo estaba absolutamente en silencio. De repente, comenzó a sentir que algo lo acechaba en las sombras detrás de él, algo que deseaba hacerle daño. Luego, por encima del hombro, sintió lo que parecía ser un tentáculo espinoso, como el brazo de un pulpo reseco, cubierto de púas, que comenzó a cerrarse alrededor de su cuello (ver: Vermifobia: gusanos y otros anélidos freudianos en la ficción).
En ese momento, despertó gritando.
Me anticipo a lo que podrías pensar: este chico a leído demasiados cuentos de Lovecraft y simplemente ha tenido una pesadilla. Tendrías razón con respecto a lo primero.
Pero mi hermano es un tipo equilibrado, por lo que verlo tan conmocionado fue un tanto perturbador para mí. Conversamos durante una hora, más o menos, hasta que dejó de temblar y finalmente pudo recomponerse. La parte que hace que esta historia sea espeluznante no es la pesadilla en sí misma, sino más bien el hecho de que yo había soñado exactamente lo mismo durante varias noches consecutivas (ver: Dreamwalking: cuando alguien extraño entra en tus sueños).
Desde ya que nunca le había comentado a mi hermano sobre mi pesadilla. Lo aclaro para descartar la posibilidad de haberlo influido de algún modo.
Lo que vi y sentí en mi pesadilla recurrente fue EXACTAMENTE lo que describió mi hermano, y lo recordé muy claramente incluso después de despertar, lo cual también es bastante inusual para mí. He tenido muchos sueños aterradores en mi vida, pero este fue diferente.
Se sintió diferente.
Sentía que lo que sea que había en el sueño estaba tratando de deformar algo que, aun hoy, me brinda consuelo en la vida: el recuerdo de nuestra casa de la infancia, convirtiéndolo en algo doloroso, aterrador y dañino.
Después de nuestra pesadilla compartida, mi hermano y yo comenzamos a experimentar lo que se conoce como parálisis del sueño.
Por extraño que parezca, mi hermano comenzó a experimentar estos episodios al mismo tiempo que yo. Lo sé porque desde aquella pesadilla compartida empezamos a contarnos nuestros sueños casi a diario. Comenzó con pequeñas experiencias donde parecía estar despierto pero no podía moverme en absoluto, y me sentía extremadamente asustado. Todavía no estoy seguro si realmente no podía moverme (es decir, si estaba paralizado) o si mi cuerpo se negaba a moverse debido al miedo, pero definitivamente sentía que no podía moverme aunque quisiera.
Por lo general, solo logro conciliar el sueño si me recuesto de costado, de cara a una pared o al sofá. La noche a la que hago referencia sentí que había algo detrás de mí, es decir, a mis espaldas, observándome (ver: Sensación de sentirse observado). Por lo general, mis miedos son bastante elementales: un intruso en el cuarto, por ejemplo, pero en esta ocasión visualicé a una persona alta y oscura, mirándome. Entiendo que esto podría remediarse simplemente dándome vuelta y viendo que no había nada allí, pero realmente sentí que si lograba abrir los ojos, lo que sea que estaba ahí me mataría si lo miraba directamente.
Visualizar no es lo mismo que ver, lo entiendo perfectamente, pero lo menciono para dejar en claro que todas mis facultades mentales están en orden, y que soy capaz de cuestionar algunos puntos de mi experiencia. Soy un tipo racional, y generalmente creo que la mayoría de estos sucesos espeluznantes tienen una explicación lógica, sin necesidad de saltar directamente a lo paranormal. Me refiero a las historias sobre la Gente Sombra, Hatman, y todo eso (ver: El Hombre del Sombrero y la Amiga Imaginaria).
Dicho esto, nunca he estado más horrorizado, tan completamente desprovisto de explicación racional, como en nuestra última experiencia compartida con mi hermano. No fue exactamente una pesadilla compartida, o al menos no lo sentimos como una pesadilla, sino como una especie de episodio de parálisis del sueño compartido.
Era tarde en la noche. Me había acostado a dormir no mucho antes porque había estado leyendo esta misma sección en El Espejo Gótico (no los culpo por esto, chicos). Estaba recostado, acurrucado, de cara a la puerta de la habitación y de espaldas al armario. Mi hermano ya dormía profundamente, y yo mismo concilié el sueño bastante rápido, cuando me desperté con una intensa sensación de miedo.
No me sentía atontado en lo más mínimo, como suele ocurrirme al despertar, solo excesivamente consciente, casi hiperactivo. Simplemente me quedé allí esperando que el miedo desapareciera, pero, en cambio, sentí que algo trepaba en la cama, como si se arrastrara (ver: «Estoy aquí»: algo susurra debajo de mi cama). Fue entonces cuando advertí que no podía moverme.
Parecía ser algún tipo de sustancia viscosa, densa, que ascendía desde la cabecera de la cama (ver: Black Goo y otras monstruosidades amorfas en la ficción). No podía verla, debido a mi posición, pero definitivamente sonaba como algo semilíquido. Entonces empecé a sentir que algo frío (helado realmente) se deslizaba alrededor de mi cuello.
Solo pude quedarme allí, absolutamente mortificado, queriendo gritar o sacudirme la cosa de encima, pero lo único que pude hacer fue llorar en silencio.
Finalmente, después de lo que pareció mucho tiempo (aunque en realidad calculo que habrán sido un par de minutos), la cosa se soltó y se deslizó de vuelta hacia el suelo. Incluso escuché el débil sonido de una salpicadura cuando cayó. De inmediato, el miedo se disipó (ver: Una sombra se sienta en el borde de mi cama).
Los dos, mi hermano y yo, saltamos de la cama al mismo tiempo, encendimos la luz y revisamos la habitación. De más está decir que no encontramos nada.
La peor parte, algo que nos atormenta a mi hermano y a mí, es que esa cosa, o lo que sea que haya sido lo que nos rodeó el cuello (él experimentó lo mismo), se sintió como el tentáculo espinoso de la pesadilla compartida.
¿Alguien más ha pasado por algo como esto, ya sea compartiendo pesadillas o parálisis del sueño muy reales? ¿Será posible que algunos sueños sean tan intensos que logran manifestarse en algo capaz de tocarte en la vida real? (ver: Cuando algo invisible te toca)
Incluso si no recibo ninguna respuesta, al menos fue catártico escribir todo esto y saber que aparecerá en El Espejo Gótico para que otros que hayan pasado por una experiencia similar puedan leerlo. Un gran saludo para todos.
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Consultorio Paranormal. I Fenómenos paranormales.
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