Madres que convierten a sus hijos en vampiros.
El Doppelsauger —también llamado Dubblesüger— pertenece a una raza de vampiros de los mitos nórdicos. Eventualmente modificó sus costumbres y, para el imaginario popular, se convirtió en una criatura asimilada al Doppelgänger, retratado magistralmente por Edgar Allan Poe en el relato William Wilson (William Wilson).
La formación del Doppelsauger es realmente extraña. Sucede de dos maneras, y ambas corren por exclusiva responsabilidad de las madres.
La primera ocurre cuando una madre se excede en tiempo recomendable para amamantar a su hijo. La segunda, cuando no lo amamanta en absoluto.
Cualquiera de estas dos posibilidades deriva en la creación del triste Doppelsauger; un vampiro errático, sanguinario, cuya fijación oral resulta decisiva para comprender su naturaleza.
La única manera de impedir el levantamiento póstumo del Doppelsauger es colocando una moneda entre los dientes del sospechoso antes de que éste muera, es decir, durante su agonía. La moneda, preferiblemente de cobre, deberá ser renovada periódicamente durante un lapso de diez años, fecha de caducidad para las posibilidades de este hematófago.
Si por cuestiones ajenas al deseo de los deudos la moneda no es colocada en su sitio en el momento preciso, se deben atar las quijadas del muerto con tiras de cuero para que estas no se abran dentro del ataúd y, posteriormente, le permitan escapar.
Cuando todos los métodos profilácticos fallan, la única forma de impedir que el Doppelsauger retorne al hogar como un sediento infante demoníaco es reemplazando la puerta de entrada a su antigua casa por otra nueva, cuestión que, al parecer, genera cierto desconcierto en el vampiro.
El Doppelsauger opera de un modo bastante previsible. Primero ataca a su madre, si aún está con vida, y luego a todas sus parientes mujeres, comenzando por aquellas con las que tiene vínculos sanguíneos.
Los hombres están a salvo, a menos que intenten impedir su reencuentro con el seno materno.
El Doppelsauger integra una especie de vampiros particularmente desagradable. Su cadáver se desintegra rápidamente, mostrando un aspecto deplorable, lleno de pústulas y excrecencias, pero sus labios se conservan intactos, rosados y tersos como en la plenitud de la vida.
Su único propósito, y acaso su única obsesión, es la leche materna; por eso el Doppelsauger busca a las mujeres más cercanas a él y las ataca desgarrando sus senos, en un intento ineficaz por acceder a una nueva y abominable etapa de lactancia.
Curiosamente, las nodrizas están a salvo de los ataques del Doppelsauger, aún aquellas que lo hayan amamantado durante la niñez; omisión que revela que su obsesión por la leche es menos importante que observar a rajatabla uno de los tabúes más extendidos en todo el mundo.
Leyendas de vampiros. I Diario de un vampiro real.
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Curiosa leyenda, no sabia de su existencia
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