La tumba de H.P. Lovecraft.
Hay hombres que se funden con su tierra, incluso con lo que detestan de ella.
Nadie podrá negar que H.P. Lovecraft y Providence, su ciudad natal, son un ejemplo notable de esta fusión entre el autor y el sitio que lo formó; ya que todo escritor es, sobre todo, el resultado de su entorno (ver: Yo soy Providence)
H.P. Lovecraft pensó una época remota, ciudades escandalosas, arquitecturas imposibles, ruinas antiquísimas, parajes desolados, siderales, y entidades inimaginables; y todo este escaparate de creaciones es atravesado por la sombra silenciosa de Providence, Rhode Island.
Como ejemplo de esta asimilación entre autor y entorno podemos citar que una de las residencias donde habitó H.P. Lovecraft, el número 10 de la calle Barnes Street, es también el domicilio del doctor Willett en El caso de Charles Dexter Ward (The Case of Charles Dexter Ward), que el edificio Fleur de Lys en el número 7 de Thomas Street, se desarrolla parte de la tragedia de La llamada de Cthulhu (The Call of Cthulhu), o que el número 65 de Prospect Street es una de las sedes ominosas de El morador de las tinieblas (The Haunter of the Dark).
Los ejemplos son muchos, a veces velados intencionalmente, y otros marcados con todo el orgullo de quien se sabe parte de algo (ver: Las «familias extrañas» de Lovecraft)
Hombre de hábitos austeros, H.P. Lovecraft fue enterrado cerca del monumento familiar, un modesto obelisco en el cementerio de Swan Point (ver: Aparece en fantasma de Lovecraft en el Swan Point Cemetery). En 1990, lectores entusiastas ordenaron una placa con el soneto Background, número XXX de los Hongos de Yuggoth (Fungi from Yuggoth).
Nunca he podido apegarme a las cosas nuevas y crudas,
Pues vi la primera luz en una ciudad antigua,
Donde los tejados apiñados descendían desde mi ventana
Hacia un puerto pintoresco, rico en visiones.
Calles con puertas cinceladas donde los rayos del sol poniente
Bañaban viejos montantes de abanico y pequeñas vidrieras,
Y campanarios georgianos rematados con veletas doradas,
Tales fueron las vistas que modelaron mis sueños infantiles.
[I never can be tied to raw, new things,
For I first saw the light in an old town,
Where from my window huddled roofs sloped down
To a quaint harbour rich with visionings.
Streets with carved doorways where the sunset beams
Flooded old fanlights and small window-panes,
And Georgian steeples topped with gilded vanes—
These were the sights that shaped my childhood dreams.
Pues vi la primera luz en una ciudad antigua,
Donde los tejados apiñados descendían desde mi ventana
Hacia un puerto pintoresco, rico en visiones.
Calles con puertas cinceladas donde los rayos del sol poniente
Bañaban viejos montantes de abanico y pequeñas vidrieras,
Y campanarios georgianos rematados con veletas doradas,
Tales fueron las vistas que modelaron mis sueños infantiles.
[I never can be tied to raw, new things,
For I first saw the light in an old town,
Where from my window huddled roofs sloped down
To a quaint harbour rich with visionings.
Streets with carved doorways where the sunset beams
Flooded old fanlights and small window-panes,
And Georgian steeples topped with gilded vanes—
These were the sights that shaped my childhood dreams.
Este homenaje es el que adorna los folletos que son entregados a los turistas que visitan la ciudad de Providence. A nosotros, que nada sabemos sobre honras póstumas, pero si sobre el recuerdo constante de aquellos hombres que nos regalaron gratos momentos de lectura, nos parece que este poema es una elección desatinada, especialmente cuando la tumba de Lovecraft ya poseía una frase que lo define en toda su grandeza y miseria.
Esta frase no pertenece a su faceta como narrador, y no hay cuento, poema o noveleta en la que podamos hallarla.
En 1937, presa de los dolores más agudos de su cáncer de intestinos, y la consecuente malnutrición a la que su enfermedad lo condenaba, H.P. Lovecraft le escribió a un amigo una de sus epístolas más conmovedoras (ver: El horror hereditario y la enfermedad de Lovecraft). En 1977, un grupo de lectores sagaces tomó una línea de esa carta, apenas una frase, y la mandó a tallar para colocarla en la tumba H.P. Lovecraft. La frase reza, con toda justicia:
I AM PROVIDENCE.
(Yo soy Providence)
(Yo soy Providence)
H.P. Lovecraft. I Autores con historia.
Más literatura gótica:
- El «Efecto Lovecraft»: amor, odio, pero nunca indiferencia.
- Descartes vs. Lovecraft: una astilla clavada en el cerebro.
- H.P. Lovecraft vs. Dante: el infierno es la locura.
- Autopsias lovecraftianas: el arte de diseccionar lo innombrable.
me siento tan identificada con el poema que me da escalofrios.ludmila sanzo
ResponderEliminarPor ahí otra descripción de lo que era Providence la podemos encontrar en La Calle (1920), aunque en este el autor haga mas incapié la faceta xenófoga de aquél momento.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarVisité Providence el 20 de marzo de 2016, fui al cementerio y hallé un grupete de cultistas leyendo versos y desplegando arte retratista y de otras índoles entre las tumbas Phillips. No faltaba una rosa negra (pétalos, tallo y hojas) contra la lapidilla de la foto. Como el 15 de marzo había caído martes, evidentemente habían pospuesto el homenaje para ese día, que era domingo.
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