«Dulcis Memoria»: Henry Van Dyke; poema y análisis.
Dulcis Memoria (Dulcis Memoria) es un poema del escritor norteamericano Henry Van Dyke (1852-1933), publicado en la antología de 1904: Música y otros poemas (Music and Other Poems).
Dulcis Memoria es uno de los ejemplos más exquisitos del dolor en la poesía victoriana. Se trata de un poema sencillo y, a la vez, enormemente complejo debido a la profundidad de los sentimientos que evoca.
Si bien Dulcis Memoria no es precisamente uno de los mejores poemas de Henry Van Dyke, ni siquiera uno de los más conocidos, en cierta forma resume sus ideas acerca de la vida, la nostalgia, la melancolía, y ese dolor intransferible que proviene de las grandes tragedias familiares y se esparce como un germen sobre los recuerdos más felices del pasado.
Dulcis Memoria.
Dulcis Memoria, Henry Van Dyke (1852-1933)
Hace mucho, mucho tiempo, escuché una canción,
(¿Fue hace mucho o sólo ayer?)
Suaves heridas se abrieron ante su melodía,
Descendiendo profundo hacia mi corazón.
Una canción de entrañable consuelo;
Que desde entonces me acompaña
En las horas más calmas y silenciosas,
Como un agudo, dulce sonido que nunca morirá.
Hace mucho, mucho tiempo, vi una pequeña flor,
(¿Fue hace mucho o sólo ayer?)
Tan hermosa en su fragancia de largas horas,
Que parecía querer revelarme sus secretos:
Un pensamiento de alegría brotó en su ser
Sin jamás pronunciar palabra; y ahora, a menudo veo
Que esa amigable, tierna flor, ya nunca se marchitará.
Hace mucho, mucho tiempo, tuvimos un niño pequeño,
(¿Sucedió hace mucho o sólo ayer?)
Hacia los ojos de su madre, y los míos, él sonrió
Toda su corriente de inconsciente amor,
Y cobijado en nuestros brazos, así durmió.
¡Un ángel convocado! No pudimos retenerlo;
Sin embargo, nuestros brazos en secreto
Continuaron acunándolo.
Nuestro niño pequeño ya nunca desaparecerá.
¿Hace mucho, mucho tiempo? ¡Ah, memoria, aclárate¡
(No fue hace mucho, sino ayer)
Tan pequeña, indefensa y amada,
No dejes que la canción muera, que la flor se marchite.
Su voz, sus ojos al despertar, su gentil reposar:
Las pequeñas cosas están a salvo en tu memoria;
Permite que nuestro ángel habita allí, para siempre.
Long, long ago I heard a little song,
(Ah, was it long ago, or yesterday?)
So lowly, slowly wound the tune along,
That far into my heart it found the way:
A melody consoling and endearing;
And still, in silent hours, I'm often hearing
The small, sweet song that does not die away.
Long, long ago I saw a little flower,
(Ah, was it long ago, or yesterday?)
So fair of face and fragrant for an hour,
That something dear to me it seemed to say:
A thought of joy that blossomed into being
Without a word; and now I'm often seeing
The friendly flower that does not fade away.
Long, long ago we had a little child,
(Ah, was it long ago, or yesterday?)
Into his mother's eyes and mine he smiled
Unconscious love; warm in our arms he lay.
An angel called! Dear heart, we could not hold him;
Yet secretly your arms and mine infold him-
Our little child who does not go away.
Long, long ago? Ah, memory, make it clear
(It was not long ago, but yesterday)
So little and so helpless and so dear
Let not the song be lost, the flower decay!
His voice, his waking eyes, his gentle sleeping:
The smallest things are safest in thy keeping.
Sweet memory, keep our child with us always.
Henry Van Dyke (1852-1933)
(Ah, was it long ago, or yesterday?)
So lowly, slowly wound the tune along,
That far into my heart it found the way:
A melody consoling and endearing;
And still, in silent hours, I'm often hearing
The small, sweet song that does not die away.
Long, long ago I saw a little flower,
(Ah, was it long ago, or yesterday?)
So fair of face and fragrant for an hour,
That something dear to me it seemed to say:
A thought of joy that blossomed into being
Without a word; and now I'm often seeing
The friendly flower that does not fade away.
Long, long ago we had a little child,
(Ah, was it long ago, or yesterday?)
Into his mother's eyes and mine he smiled
Unconscious love; warm in our arms he lay.
An angel called! Dear heart, we could not hold him;
Yet secretly your arms and mine infold him-
Our little child who does not go away.
Long, long ago? Ah, memory, make it clear
(It was not long ago, but yesterday)
So little and so helpless and so dear
Let not the song be lost, the flower decay!
His voice, his waking eyes, his gentle sleeping:
The smallest things are safest in thy keeping.
Sweet memory, keep our child with us always.
Henry Van Dyke (1852-1933)
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Saludos, a todos los involucrados para la realización de este bello sitio web. La verdad disfrute mucho de este poema, muchas felicitaciones por su traducción; sigan así.
ResponderEliminarhola el poema es hermoso,yo tambien tengo un poema:
ResponderEliminarMi alma derrama
lagrimas cortantes
y en mi interior
no escribo con tinta,
escribo con sangre.
Todo lo que se es que estoy en la punta de una afilada navaja
apunto de saltar
y aogarme en mis propias lagrimas.
Lo que mas me sorprende
es que mi propia vida
quiere que siga, pero por otro lado
mi alma ruega
clavarme esta fria navaja
que asta el momento
me a mantenido con vida.