«Quema de brujas»: Mary Elizabeth Counselman; poema y análisis.
Quema de brujas (Witch-Burning) es un poema modernista de la escritora norteamericana Mary Elizabeth Counselman (1911-1995), publicado originalmente en la edición de octubre de 1936 de la revista Weird Tales, y luego reeditado por Arkham House en la antología de 1946: El lado oscuro de la luna: poemas de fantasía y lo macabro (Dark of the Moon: Poems of Fantasy and the Macabre).
Quema de brujas, probablemente uno de los poemas de Mary Elizabeth Counselman, se aleja un poco de los relatos de terror típicos de esta autora, verdadera referente del feminismo en el universo del relato pulp, y en cambio nos propone sumergirnos en la tétrica visión de una mujer que observa cómo una bruja es quemada viva en la plaza de su pueblo.
En este sentido, Quema de brujas, naturalmente, toca el tema de la brujería, y más específicamente el de la caza de brujas; sin embargo, detrás de esos símbolos se esconde una mirada feminista en relación a los derechos de las mujeres, encarnados en una bruja que soporta un tormento indecible, el fuego, para defender sus creencias.
Quema de brujas.
Witch-Burning, Mary Elizabeth Counselman (1911-1995)
Quemaron a una bruja en Bingham Square,
el viernes pasado por la tarde.
El humo era más negro
que las sombras de la luna;
las llamas eran extrañamente verdes,
como los fuegos fatuos en el pantano.
Y aquella que maldijo a la gente piadosa
ya nunca más maldecirá.
Quemaron a una bruja en Bingham Square;
justo frente a la puerta de la aldea.
Una mujer levantó una mano huesuda
para condenarla, tensa de odio.
Un buhonero arrojó una piedra dentada.
Su pálida mejilla enrojeció,
pero había algo orgulloso
en el modo en el que sostuvo en alto su mirada.
Quemaron a una bruja en Bingham Square;
sus ojos estaban aterrorizados.
Era una doncella hermosa y ligera,
no más alta que un muchacho.
La ataron rápidamente en la hoguera
y rieron al observar su miedo.
Sus labios rojos murmuraron algo secreto
que nadie se atrevió a escuchar.
Quemaron a una bruja en Bingham Square;
pero justo antes de desmayarse de dolor,
antes de que sus huesos se volvieran cenizas
bajo la lluvia repentina,
ella dejó su marca en la multitud.
Porque el tiempo no puede borrar
el eco de sus angustiados gritos,
el recuerdo de su rostro.
They burned a witch in Bingham Square
Last Friday afternoon.
The faggot-smoke was blacker than
The shadows on the moon;
The licking flames were strangely green
Like fox-fire on the fen...
And she who cursed the godly folk
Will never curse again.
They burned a witch in Bingham Square;
Before the village gate.
A huswife raised a skinny hand
To damn her, tense with hate.
A huckster threw a jagged stone—
Her pallid cheek ran red...
But there was something scornful in
The way she held her head.
They burned a witch in Bingham Square;
Her eyes were terror-wild.
She was a slight, a comely maid,
No taller than a child.
They bound her fast against the stake
And laughed to see her fear...
Her red lips muttered secret words
That no one dared to hear.
They burned a witch in Bingham Square—
But ere she swooned with pain
And ere her bones were sodden ash
Beneath the sudden rain,
She set her mark upon that throng...
For time can not erase
The echo of her anguished cries,
The memory of her face.
Mary Elizabeth Counselman (1911–1995)
Last Friday afternoon.
The faggot-smoke was blacker than
The shadows on the moon;
The licking flames were strangely green
Like fox-fire on the fen...
And she who cursed the godly folk
Will never curse again.
They burned a witch in Bingham Square;
Before the village gate.
A huswife raised a skinny hand
To damn her, tense with hate.
A huckster threw a jagged stone—
Her pallid cheek ran red...
But there was something scornful in
The way she held her head.
They burned a witch in Bingham Square;
Her eyes were terror-wild.
She was a slight, a comely maid,
No taller than a child.
They bound her fast against the stake
And laughed to see her fear...
Her red lips muttered secret words
That no one dared to hear.
They burned a witch in Bingham Square—
But ere she swooned with pain
And ere her bones were sodden ash
Beneath the sudden rain,
She set her mark upon that throng...
For time can not erase
The echo of her anguished cries,
The memory of her face.
Mary Elizabeth Counselman (1911–1995)
Poemas góticos. I Poemas de Mary Elizabeth Counselman.
Más literatura gótica:
El análisis, traducción al español y resumen del poema de Mary Elizabeth Counselman: Quema de brujas (Witch-Burning), fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com
Precioso poema. Gracias
ResponderEliminarHermoso!
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