La locura de Tristán (La Folie Tristan) es un poema celta anónimo compuesto en el siglo XII. Existen dos versiones del poema, en ambas Tristán se hace pasar por un loco en la corte de su tío Marc, quien a su vez está casado con la hermosa Iseo, la mujer que ha obsesionado a nuestro héroe.
Si bien La locura de Tristán no posee la fluidez de otros poemas de la época, sostiene, en cambio, un interesante enfoque bretón sobre el ciclo celta, agregándole al drama de Tristán e Iseo un episodio notable: el loco Tristán, vestido con harapos, irreconocible para la corte, debe emplear toda su astucia retórica para que su amada, Iseo, sepa que ese hombre pobre y desesperado es, nada menos, que el gran Tristán.
La locura de Tristán.
La Folie Tristan, anónimo (siglo XII)
Marc le dice: Bienvenido amigo,
¿de dónde venís? ¿Qué habéis requerido de la corte?
El loco respode: Bien, os diré
de donde soy y lo que quiero.
Mi madre fue una ballena,
en el mar se convirtió en sirena,
pero dónde nací no lo sé.
Sé muy bien que me alimentó
un gran tigre que me encontró,
y sobre una escalera me vio
creyéndome un ciervo, su cena.
Pero también tengo una hermana, muy bella,
que os entregaré, si lo deseas, por Iseo, que tando amáis.
El rey se sonríe y después exclama:
¿Qué dice la maravilla del mundo?
Rey, yo os daré a mi hermana por Iseo,
que por amor yo amo,
hacemos negocio, hacemos intercambio:
bueno es ensayar lo extraño.
De Iseo todos están aburridos,
una por otra es mi deseo.
El rey lo escucha y luego dice:
Que Dios te ayude.
¿Si yo te entregara a mi reina en herencia,
y tomando tu herencia,
dime entonces qué harías?
¿A qué lugar la llevarías?
Rey, dice el loco, allí en el aire
tengo un salón al que siempre retorno.
De cristal está hecho, bello y grande,
el sol entra radiante,
en el aire flota, y de las nubes cuelga,
por el viento no se mece ni se hunde,
cerca del salón una habitación poseo,
hecha por artesanos del cristal.
El rey y los otros se ríen, y dicen entre ellos:
Es un buen loco, dice cosas buenas,
buenas palabras sobre la nada.
Rey, dice el loco, mucho amo a Iseo,
por ella mi corazón sufre y se queja.
Yo soy Tantris, el que tanto la amaba
y la amará mientras viva.
Iseo le escucha, y su corazón suspira.
Hacia el loco corre y con dice ira:
El loco a Iseo mucho atiende,
lo que no hacía con la otra gente,
bien percibe que está furiosa
pues parece mudar de color.
Después dice el loco: reina Iseo, no soy Tantrís,
quien os amó sólo a vos,
debo recordaros cuando fui herido,
-muchos hombres lo saben también-
cuando luché con Morholt
y allí fui herido.
Porque la espada estaba emponzoñada,
y el hueso de la cadera me cortara,
en el hueso entró y hueso se hizo.
Asentado este dolor ningú médico
pudo curarlo por lo que morir me siento.
Al mar me hago, el velamen muerto,
tanto me aburre y languidece el viento,
que, con gran tormenta, se levanta
y persigue mi nave hasta Irlanda.
A este país llegué,
¿a quién debería temer?
Si a Morholt destrocé.
Prisionero y herido,
el arpa fue mi consuelo,
y a la corte me fui enviado.
La reina allí lava mis heridas,
recompensada sea por el romance en mis cuerdas,
romances bretones de mi tierra.
Recordad entonces, mi señora,
que por vuestra medicina he curado,
que yo soy Tantrís,
¿no soy suyo?
¿no soy el que habeis visto?
Más poesía celta. I Poemas góticos. I Poemas medievales.
Más poesía gótica:
El resumen del poema anónimo del siglo XII: La locura de Tristán (La Folie Tristán) fue realizado por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com
Si bien La locura de Tristán no posee la fluidez de otros poemas de la época, sostiene, en cambio, un interesante enfoque bretón sobre el ciclo celta, agregándole al drama de Tristán e Iseo un episodio notable: el loco Tristán, vestido con harapos, irreconocible para la corte, debe emplear toda su astucia retórica para que su amada, Iseo, sepa que ese hombre pobre y desesperado es, nada menos, que el gran Tristán.
La locura de Tristán.
La Folie Tristan, anónimo (siglo XII)
Marc le dice: Bienvenido amigo,
¿de dónde venís? ¿Qué habéis requerido de la corte?
El loco respode: Bien, os diré
de donde soy y lo que quiero.
Mi madre fue una ballena,
en el mar se convirtió en sirena,
pero dónde nací no lo sé.
Sé muy bien que me alimentó
un gran tigre que me encontró,
y sobre una escalera me vio
creyéndome un ciervo, su cena.
Pero también tengo una hermana, muy bella,
que os entregaré, si lo deseas, por Iseo, que tando amáis.
El rey se sonríe y después exclama:
¿Qué dice la maravilla del mundo?
Rey, yo os daré a mi hermana por Iseo,
que por amor yo amo,
hacemos negocio, hacemos intercambio:
bueno es ensayar lo extraño.
De Iseo todos están aburridos,
una por otra es mi deseo.
El rey lo escucha y luego dice:
Que Dios te ayude.
¿Si yo te entregara a mi reina en herencia,
y tomando tu herencia,
dime entonces qué harías?
¿A qué lugar la llevarías?
Rey, dice el loco, allí en el aire
tengo un salón al que siempre retorno.
De cristal está hecho, bello y grande,
el sol entra radiante,
en el aire flota, y de las nubes cuelga,
por el viento no se mece ni se hunde,
cerca del salón una habitación poseo,
hecha por artesanos del cristal.
El rey y los otros se ríen, y dicen entre ellos:
Es un buen loco, dice cosas buenas,
buenas palabras sobre la nada.
Rey, dice el loco, mucho amo a Iseo,
por ella mi corazón sufre y se queja.
Yo soy Tantris, el que tanto la amaba
y la amará mientras viva.
Iseo le escucha, y su corazón suspira.
Hacia el loco corre y con dice ira:
El loco a Iseo mucho atiende,
lo que no hacía con la otra gente,
bien percibe que está furiosa
pues parece mudar de color.
Después dice el loco: reina Iseo, no soy Tantrís,
quien os amó sólo a vos,
debo recordaros cuando fui herido,
-muchos hombres lo saben también-
cuando luché con Morholt
y allí fui herido.
Porque la espada estaba emponzoñada,
y el hueso de la cadera me cortara,
en el hueso entró y hueso se hizo.
Asentado este dolor ningú médico
pudo curarlo por lo que morir me siento.
Al mar me hago, el velamen muerto,
tanto me aburre y languidece el viento,
que, con gran tormenta, se levanta
y persigue mi nave hasta Irlanda.
A este país llegué,
¿a quién debería temer?
Si a Morholt destrocé.
Prisionero y herido,
el arpa fue mi consuelo,
y a la corte me fui enviado.
La reina allí lava mis heridas,
recompensada sea por el romance en mis cuerdas,
romances bretones de mi tierra.
Recordad entonces, mi señora,
que por vuestra medicina he curado,
que yo soy Tantrís,
¿no soy suyo?
¿no soy el que habeis visto?
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El resumen del poema anónimo del siglo XII: La locura de Tristán (La Folie Tristán) fue realizado por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com
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