«Hombre lobo»: Arthur Inman; poema y análisis.


«Hombre lobo»: Arthur Inman; poema y análisis.




«Soy movimiento incorpóreo en la noche.»



Hombre lobo (Werewolf) es un poema de hombres lobo del escritor norteamericano Arthur Inman (1895-1963), publicado por Akham House en la antología de 1947: El lado oscuro de la luna (Dark of the Moon).

Hombre lobo, uno de los grandes poemas de Arthur Inman, nos sitúa en la piel de un licántropo, desde su despertar en la noche hasta la aceptación final de su condición.


Y despierto en la oscuridad y encuentro que palidece ante la luz refulgente;
mi cuerpo se desprende; estoy en cuatro patas cerca del fétido suelo;
soy un espíritu liberado, impulsado a volar, aceptando la noche,
hechizo primigenio atado a una extraña misión licántropa.

El grito en mi garganta no pronuncia voz alguna de la mente,
su lamento se eleva hasta estrellas más nítidas que los soles cósmicos,
y no me regresa ningún eco de la humanidad ni del sufrimiento del hombre,
del corazón, del cansancio de la vieja desesperación.

Las largas estepas ondulan bajo la audaz luz de la luna, mis pies apenas rozan
las altas cumbres de las delicadas hierbas, ningún sonido sigue a mi vuelo,
y sensuales yacen los inmóviles pelos de mi pelaje liso y tenebroso:
soy movimiento incorpóreo en la noche fluida e inconmensurable.

Superar a los trenes del hombre con su rugiente velocidad reptiliana;
ir más rápido que las alas en el cielo; ser corpóreo e incorpóreo;
conocer un único llamado lujurioso y una codicia solitaria;
ser criatura que se mueve lascivamente hacia un fin, sin músculos, incansable.

Los perros aúllan a mi paso, los gallos despiertan para cantar,
la presencia de cosas incorpóreas fluye a mi alrededor mientras avanzo,
y de toda la extraña vida soy la esencia veloz y excepcional,
no formulada ante las restricciones de la compulsión.

Me desvío hacia el agua, evito el fuego, las armas con punta de plata;
por lo demás, soy libre como un rayo de fría luna
arrojado a través de distancias impermeables; la inquietante suma
de todo terror soy, ajeno al mundo del hombre, criatura solitaria.


El Orador del poema comienza despertando «en la oscuridad». Lo primero que descubre es que sus ojos pueden ver en la negrura [«palidece ante la luz»]. Está «en cuatro patas», se siente «liberado», «impulsado a volar», Todo eso forma parte del «hechizo» o maldición que lo ata a una «extraña misión licántropa». Grita, pero no pronuncia palabras; quiere decir, lamentarse, pero no oye «ningún eco de humanidad». Podemos imaginar que, al gritar, lo que le sale es un aullido lobuno. Entonces el Orador se lanza a correr por «las largas estepas» bajo la luz de la luna. Su velocidad es tal que sus «pies apenas rozan las delicadas hierbas». Siente el viento en su «pelaje liso y tenebroso». Dice atinadamente: «soy movimiento en la noche». Experimenta un «llamado lujurioso y una codicia solitaria». En cierto modo, se siente libre porque responde a sus impulsos animales. Es una criatura «que se mueve lascivamente hacia un fin» [ver: Análisis psicológico del Hombre Lobo en la ficción]

Es interesante como, en este punto, el Orador [vuelto ya un licántropo] sienta a su alrededor «la presencia de cosas incorpóreas». ¿Acaso son otros licántropos? ¿Acaso ahora puede percibir toda una flora y fauna sobrenatural, invisible a los ojos humanos?

Al final, el Orador comenta algunos elementos del folklore: evita el agua corriente, el fuego y la plata. «Por lo demás», dice, «soy libre como un rayo de fría luna». Toda su presencia, su misma existencia, es «la inquietante suma de todo terror», y por lo tanto «ajeno al mundo del hombre, criatura solitaria» [ver: Razas y clanes de hombres lobo]

Hombre lobo es un buen poema, tal vez porque Arthur Inman tenía algo de licántropo, no en términos sobrenaturales sino por lo marginado, lo solitario, lo nocturno. Su obra no tuvo éxito, de hecho, se la calificó de mediocre, y para colmo sufría una rara compulsión: la hipergrafía; es decir, escribía diarios personales de forma obsesiva, quizás debido a un trastorno bipolar o a una lesión en el lóbulo temporal. De sus cuadernos, que abarcan desde 1919 hasta su muerte en 1963, se desprenden alrededor de 17.000.000 de palabras que conforman uno de los diarios en inglés más voluminosos que se conservan.

Si bien es cierto que Arthur Inman tenía una formación literaria un tanto pobre, su sensibilidad, su excentricidad, sus obsesiones, entre ellas, su salud, le permitieron conectar con algunos aspectos de la experiencia humana vedados para la mayoría de los individuos «normales». Pasó buena parte de su vida adulta encerrado en departamentos oscuros, insonorizados, presa de frecuentes migrañas, dando rienda suelta a toda clase de prejuicios raciales. Al final, se quitó la vida con un revólver en el baño. Si alguien reuniera las condiciones de aislamiento y sufrimiento para escribir sobre la maldición de ser o sentirse una criatura de la noche, ese fue Arthur Inman.




Hombre lobo.
Werewolf, Arthur Inman (1895-1963)

(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)


Y despierto en la oscuridad y encuentro que palidece ante la luz refulgente;
mi cuerpo se desprende; estoy en cuatro patas cerca del fétido suelo;
soy un espíritu liberado, impulsado a volar, aceptando la noche,
hechizo primigenio atado a una extraña misión licántropa.

El grito en mi garganta no pronuncia voz alguna de la mente,
su lamento se eleva hasta estrellas más nítidas que los soles cósmicos,
y no me regresa ningún eco de la humanidad ni del sufrimiento del hombre,
del corazón, del cansancio de la vieja desesperación.

Las largas estepas ondulan bajo la audaz luz de la luna, mis pies apenas rozan
las altas cumbres de las delicadas hierbas, ningún sonido sigue a mi vuelo,
y sensuales yacen los inmóviles pelos de mi pelaje liso y tenebroso:
soy movimiento incorpóreo en la noche fluida e inconmensurable.

Superar a los trenes del hombre con su rugiente velocidad reptiliana;
ir más rápido que las alas en el cielo; ser corpóreo e incorpóreo;
conocer un único llamado lujurioso y una codicia solitaria;
ser criatura que se mueve lascivamente hacia un fin, sin músculos, incansable.

Los perros aúllan a mi paso, los gallos despiertan para cantar,
la presencia de cosas incorpóreas fluye a mi alrededor mientras avanzo,
y de toda la extraña vida soy la esencia veloz y excepcional,
no formulada ante las restricciones de la compulsión.

Me desvío hacia el agua, evito el fuego, las armas con punta de plata;
por lo demás, soy libre como un rayo de fría luna
arrojado a través de distancias impermeables; la inquietante suma
de todo terror soy, ajeno al mundo del hombre, criatura solitaria.


And I wake in the darkness and find darkness paled to refulgent light;
My body is shed; I am quadruped close to the odorous ground;
I am loosened spirit impulsed to flight, acceptive of night,
Primal spell upon strange lycanthropic errand bound.

Cry in my throat utters no voice of mind, and the wail
Of it rises to stars that are sharper than cosmic stars,a nd there
Is returned no echo to me of mankind and of man's travail,
Of the human heart, of the weariness of old despair.

The long steppes undulate in the bold moonlight, and my feet scarcely stir
The tall tips of the delicate grasses, and no sound trails my flight,
And sensuous lie the still hairs of my smooth and tenebrous fur:
Discarnate motion am I in a fluent and measureless night.

Outstrip the trains of man with their roaring reptilic speed;
Go faster than wings in the sky; be bodied and bodiless;
Know a single lusting call and a solitary greed;
Be creature lasciviously moving toward an end, unmuscled, tireless.

Dogs howl as I pass, and cocks awake to crow, and the presence
Of incorporeal things flows past as I progress,
And I am of all weird life the swift exceptional essence
Unformulated to constrictions of duress.

Swerve I for water, avoid fire, weapons tipped with silver come
Not near; for the rest be free as a beam of cold moonlight thrown
Across distances imperviable; the eerie sum
Of all terror am I, alien to man's world, creature alone.


Arthur Inman (1895-1963)


(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)




Poemas góticos. I Poemas de hombres lobo.


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El análisis, traducción al español y resumen del poema de Arthur Inman: Hombre lobo (Werewolf), fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

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