«La muerte de una rosa»: Katherine Mansfield; poema y análisis.
La muerte de una rosa (The Death of a Rose) es un poema modernista de la escritora neocelandesa Katherine Mansfield (1888-1923), publicado originalmente en la edición del 1 de julio de 1901 de la revista irlandesa The Triad, y luego reeditado en la antología de 1923: Poemas (Poems).
La muerte de la rosa, uno de los grandes poemas de Katherine Mansfield, es un pieza experimental, vanguardista, en prosa, y quizás influenciada por el decadentismo, donde una mujer se dispone a observar el proceso de muerte de una rosa.
La atmósfera, el énfasis, los contornos de un estado emocional más cercano a la depresión que a la melancolía, sitúan a La muerte de la rosa de Katherine Mansfield en un pieza que bien podría pertenecer a la poesía gótica.
La narradora no solo se detiene a observar la muerte de la rosa, sino que encuentra un disfrute sádico, extrañamente atractivo, en su proceso de descomposición. En cierto modo, La muerte de la rosa está a la altura de los grandes poemas capaces de percibir esa belleza inusual —horrorosa, para la mayoría—, pero que también posee la capacidad de reflejar los rincones más oscuros de la psique humana (ver: La atracción por lo Macabro en la ficción).
Sin dudas, Edgar Allan Poe habría tenido en alta estima este notable poema de Katherine Mansfield.
La muerte de una rosa.
The Death of a Rose, Katherine Mansfield (1888-1923)
(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)
Es una sensación que nunca puede olvidarse, sentarse en la soledad, en la penumbra, y observar la lenta, dulce y sombría muerte de una rosa.
Oh, ver que la perfección de los pétalos perfumados cambia muy ligeramente, como si una delgada llama hubiera besado a cada uno con un cálido aliento, y donde las heridas sangraban, el color es salvajemente intenso. Tengo ante mí una rosa como esta, en un cristal delgado y transparente, y detrás de ella, un pequeño manto de hojas escarlatas. Ayer era hermosa, con cierta belleza virgen, serena, llorosa, fuerte y saludable, y el aroma era fresco y estimulante.
Hoy ese aroma es pesado, lánguido con los amores de mil cosas extrañas, que atraídas por la dorada luz de las velas llegaron en las Horas Púrpuras, las besaron ardientemente en la boca y las chuparon con hermosos labios cubiertos de lágrimas, deseo apasionado.
...Entonces ahora muere... Y yo escucho... porque debajo de cada repliegue de los pétalos yace el fantasma de una melodía muerta, tan frágil y tan completa como un rayo de luz sobre un estanque sombreado. Oh, divina y dulce rosa. Oh, muerte esquiva, exótica, deliciosamente.
Desde los tediosos sollozos y jadeos, y los gritos roncos y guturales, y los movimientos groseros, repulsivos, del cuerpo del hombre moribundo, me aparto y, sonriendo, me inclino sobre ti, y observo tu delicada muerte.
It is a sensation that can never be forgotten, to sit in solitude, in semi-darkness, and to watch the slow, sweet, shadowful death of a Rose.
Oh, to see the perfection of the perfumed petals being changed ever so slightly, as though a thin flame had kissed each with hot breath, and where the wounds bled the colour is savagely intense . . . I have before me such a Rose, in a thin, clear glass, and behind it a little spray of scarlet leaves. Yesterday it was beautiful with a certain serene, tearful, virginal beautv, it was strong and wholesome, and the scent was fresh and invigorating.
To-day it is heavy and languid with the loves of a thousand strange Things, who, lured by the gold of my candlelight, came in the Purple Hours, and kissed it hotly on the mouth, and sucked it into their beautiful lips with tearing, passionate desire.
. . . So now it dies . . . And I listen . . . for under each petal fold there lies the ghost of a dead melody, as frail and as full a as a ray of light upon a shadowed pool. Oh divine sweet Rose. Oh, exotic and elusive and deliciously vague Death.
From the tedious sobbing and gasping, and hoarse guttural screaming, and uncouth repulsive movements of the body of dying Man, I draw apart, and, smiling, I lean over you, and watch your dainty, delicate Death.
Katherine Mansfield (1888-1923)
Oh, to see the perfection of the perfumed petals being changed ever so slightly, as though a thin flame had kissed each with hot breath, and where the wounds bled the colour is savagely intense . . . I have before me such a Rose, in a thin, clear glass, and behind it a little spray of scarlet leaves. Yesterday it was beautiful with a certain serene, tearful, virginal beautv, it was strong and wholesome, and the scent was fresh and invigorating.
To-day it is heavy and languid with the loves of a thousand strange Things, who, lured by the gold of my candlelight, came in the Purple Hours, and kissed it hotly on the mouth, and sucked it into their beautiful lips with tearing, passionate desire.
. . . So now it dies . . . And I listen . . . for under each petal fold there lies the ghost of a dead melody, as frail and as full a as a ray of light upon a shadowed pool. Oh divine sweet Rose. Oh, exotic and elusive and deliciously vague Death.
From the tedious sobbing and gasping, and hoarse guttural screaming, and uncouth repulsive movements of the body of dying Man, I draw apart, and, smiling, I lean over you, and watch your dainty, delicate Death.
Katherine Mansfield (1888-1923)
(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)
Poemas góticos. I Poemas de Katherine Mansfield.
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El análisis, traducción al español y resumen del poema de Katherine Mansfield: La muerte de una rosa (The Death of a Rose), fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com
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