«A Satanás»: Samuel Loveman; poema y análisis.
A Satanás (To Satan) es un poema gótico del escritor norteamericano Samuel Loveman (1887-1976), publicado originalmente en la edición de julio de 1923 de la revista The Conservative. El poema está dedicado a H.P. Lovecraft.
A Satanás, uno de los grandes poemas de Samuel Loveman, abre con una cita al poema de Charles Baudelaire: Lesbos:
«Tu delineas tu perdón del eterno martirio,
infligido sin tregua a los corazones ambiciosos.»
infligido sin tregua a los corazones ambiciosos.»
Lesbos forma parte de la primera edición de Las flores del mal (Les Fleurs du mal, 1857), y causó tanta indignación que Charles Baudelaire fue procesado judicialmente. El tribunal, aunque reconoció el valor de la obra, le exigió que retirara seis poemas de la antología, entre ellos: Lesbos y Mujeres condenadas (Femmes damnées), que abordan el universo de las «tríbades», término decimonónico para referirse a las lesbianas. En resumen: Lesbos es un poema sobre la atracción entre mujeres.
A Satanás apela al tono de las odas. El Orador comienza hablándole a Satanás, recordándole una época antes de que sus «ojos se nublaran en ira y soledad», es decir, antes de la Caída [ver: El «accidente» que convirtió a los dioses en demonios]. Satanás observa a Dios, rodeado de su «arrodillada e iluminada jerarquía» [los Serafines], oye sus incesantes y monótonas alabanzas [«canciones que brotaban de labios extrañados»], mientras él está rodeado de «marginados y arruinados, hermosos en llamas». Harto de «escuchar los halagos que adulaban» a Dios, Satanás vuelve «al infierno un rostro que brillaba con lágrimas».
El Orador insinúa que Satanás y los «rebeldes» no inician ninguna guerra contra los ángeles; por el contrario, Satanás contempla el cielo, estira una mano «hacia el trono donde se sienta el tirano», espera un gesto dvino. No obstiene respuesta. Entonces se desata «el primer grito que sacudió al mundo esclavizado». Satanás proclama:
¡Contemplad! ¡Os hago libres,
libres como los vientos y las aguas,
hijos del lucero de la mañana!
libres como los vientos y las aguas,
hijos del lucero de la mañana!
No estoy seguro, Samuel Loveman es astutamente ambiguo aquí, pero la anterior proclama parece ser el grito de libertad de Satanás; sin embargo, el «os hago libres» quizás sea la respuesta que el príncipe de las tinieblas estaba esperando. Es decir, quizás es Dios quien le concede la libertad a los angeles rebeldes.
En este punto, Samuel Loveman nos sitúa fuera del Cielo, lejos de los «espacios encantados» y de «las túnicas de luz y música encerrada». Estamos en el infierno, el lugar de «los pisoteados y desposeídos del destino»:
Meditando en un silencioso destello de lágrimas,
junto a las estrellas esculpidas en la inmensa noche,
recordaron su austero refugio:
el dolor y la amargura de los años,
concebidos en la ruina y embalsamados en odio.
junto a las estrellas esculpidas en la inmensa noche,
recordaron su austero refugio:
el dolor y la amargura de los años,
concebidos en la ruina y embalsamados en odio.
Pero algo ocurre, «el Cielo está destrozado», «la hueste que, sin piedad, juzgó a los atormentados» ha perdido su brillo. Los «hombres ya no temerán ni temblarán» ante Dios, mientras Satanás, en su «trono fundido» en la noche, observa cómo «brillan las legiones».
A Satanás está dedicado a «H.P.L.», pero Lovecraft ya le había dedicado un poema a Samuel Loveman en diciembre de 1915 [A Samuel Loveman (To Samuel Loveman)], aunque la correspondencia entre ambos se hizo frecuente en 1917. La amistad se afianzó durante los años de Lovecraft en Nueva York. El Flaco de Providence quedó muy impresionado por la biblioteca personal de Loveman, llena de primeras ediciones y libros antiguos. La declaración de Randolph Carter (The Statement of Randolph Carter) se basó en un sueño de Lovecraft que incluía a Loveman. En el relato, este último asume la figura de Harley Warren [ver: ¡Warren NO está muerto!]
Nyarlathotep (Nyarlathotep, 1920) también se inspiró en una pesadilla que Lovecraft tuvo sobre Loveman. Soñó que leía una carta de Loveman que contenía la siguiente invitación: «No dejes de ver a Nyarlathotep si viene a Providence. Es horrible, más horrible de lo que puedas imaginar, pero maravilloso». Además de ser la entidad más antropomórfica de los Mitos de Cthulhu, Nyarlathotep es asociado a menudo a la figura de Satanás. ¿Acaso es Nyarlathotep es el Satanás al que se refiere el poema de Samuel Loveman? [ver: Ciclo de relatos de Nyarlathotep]
Samuel Loveman fue el primer amigo judío y homosexual de Lovecraft, que sabía lo primero y sospechaba lo segundo. En una carta a Rheinhart Kleiner [8 de noviembre de 1917], el Flaco de Providence escribió: «Judío o no, estoy bastante orgulloso de ser su padrino en la segunda incorporación a la Asociación» [de prensa aficionada]. La amistad duró el resto de la vida de Lovecraft.
Después de la muerte de Lovecraft, Samuel Loveman escribió dos memorias: Howard Phillips Lovecraft (Howard Phillips Lovecraft), publicada en Algo sobre gatos y otras piezas (Something About Cats and Other Pieces); y Lovecraft como conversador (Lovecraft as a Conversationalist). También escribió tres poemas dedicados específicamente a Lovecraft: A Satanás, Bacanal (Bacchanale) y Al señor Theobald (To Mr. Theobald). Este último se refiere a uno de los seudónimos del Flaco de Providence: «Lewis Theobald, Jr.» [ver: Los extraños seudónimos de Lovecraft]. Sobre esta amistad, Sonia Greene escribió en sus memorias:
«Mucho antes de que H. P. y yo nos casáramos, me dijo en una carta: “Loveman es un poeta y un genio literario. La única discrepancia que encuentro con él es que es de raza semítica". Respondí que estaba un poco sorprendida por la discriminación, pensaba que H. P. estaba por encima de una falacia tan mezquina, y que tal vez nuestra amistad podría encontrarse en peligro dadas las circunstancias, ya que yo también soy del pueblo hebreo, pero seguramente él no hablaba en serio.»
Al leer las memorias de Sonia, Samuel Loveman repudió amargamente el recuerdo de su amistad de Lovecraft en un ensayo titulado De oro y aserrín (Of Gold and Sawdust), y quemó casi toda su correspondencia. Sin embargo, la reacción de Samuel Loveman al leer sobre el antisemitismo de su amigo es algo exagerada. Ya conocía las opiniones raciales de Lovecraft, como lo demuestra un texto escrito veinte años después de la muerte del Flaco de Providence [Howard Phillips Lovecraft, 1948], y antes de que Sonia hablara abiertamente de antisemitismo:
«La estancia de Lovecraft en Nueva York, después de la separación de su esposa, fue de completa rebelión contra todo lo que la enorme ciudad tenía para ofrecer. Odiaba el ruido, la grosería interminable de los habitantes, los barrios marginales, ruidosos y rancios. Declamó con las mejillas sonrojadas y en voz alta contra (así la llamó) «la población mestiza mixta, la mismísima escoria de Europa y el Cercano Oriente». Lo dijo con una intensidad desgarradora que sólo sus amigos más cercanos conocían. Deseaba regresar a Nueva Inglaterra, a su amada Providence, con sus antiguos frontones y calles estrechas, a la ciudad colonial. reconstrucción de lo que ahora los lectores de su ficción conocen como el País de Arkham.»
Es decir que Samuel Loveman conocía esta desagradable faceta racial y homófoba de Lovecraft, pero cuando las cartas del Flaco comenzaron a publicarse se dio cuenta de la profundidad de su antisemitismo:
«Durante ese período creía que Howard era un santo. Por supuesto, no lo era. (…) Lovecraft tenía un vena hipócrita que pocos eran capaces de reconocer. Sonia, su esposa, era sin duda su víctima. Su amor por él la cegó. Entre las cosas que le dijo fue: Lástima que Loveman sea judío; es un tipo tan agradable. Yo era, en la primera fase de nuestra amistad, un blanco fácil. Sin embargo, él fue leal en su aprecio por mí como poeta.»
Loveman recordaría su amistad con Lovecraft con evidente decepción. Ciertamente podemos identificarnos con eso: una mirada demasiado cercana a cualquier persona querida revela aspectos desagradables que no son evidentes de inmediato. Lovecraft no hizo ningún comentario sobre la homosexualidad de Loveman, pero no está claro si era consciente de que su amigo fuera gay. Aún así, hay un aire nostálgico en estos poemas dedicados a Lovecraft [y en los poemas que Lovecraft dedicó a Loveman], flores marchitas de una verdadera amistad.
Un retrato interesante de esta amistad puede encontrarse en el cuento de Lovecraft: Hipnos (Hypnos), dedicado a Samuel Loveman, donde el protagonista describe la fisionomía y la naturaleza de su mejor amigo, el tiempo que pasaron juntos viajando, soñando con cosas más allá de este mundo. Desde una perspectiva moderna, resulta una historia vagamente homoerótica pero sin tintes de repulsión, como cabría esperar. A Lovecraft le desagradaba el afeminamiento, no tanto la homosexualidad. Loveman era gay, y el Flaco de Providence no parecía tener problemas con eso. Hay algunos extractos de sus cartas [involuntariamente] divertidos donde se burla de un hombre afeminado que no le agradaba: Hart Crane, presunta pareja de Samuel Loveman.
A Satanás.
To Satan, Samuel Loveman (1887-1976)
(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)
Tu delineas tu perdón del eterno martirio,
infligido sin tregua a los corazones ambiciosos.
[Baudelaire]
infligido sin tregua a los corazones ambiciosos.
[Baudelaire]
Para H.P.L.
Cuando, en medio del profundo jacinto que ciñe el cielo,
viste, Oh Hermano, antes que tus ojos se nublaran,
en ira y soledad, a Él,
en medio de Su arrodillada e iluminada jerarquía:
escuchaste canciones que brotaban de labios extrañados con los años,
marginados y arruinados, hermosos en llamas,
tú —con los perdidos entre los pocos condenados,
la rebelde tropa caída—
al escuchar los halagos que adulaban Su nombre,
volviste al infierno un rostro que brillaba con lágrimas.
¿No esperaste en los portales hundidos,
donde cayeron los estuarios dorados,
contemplando el cielo antes del resplandor del infierno,
extendiendo tu mano hacia el trono donde se sienta el tirano?
Con el primer grito que sacudió al mundo esclavizado,
rápido, plateado, claro, ¡Contemplad! ¡Os hago libres,
libres como los vientos y las aguas,
hijos del lucero de la mañana!
¡Oh almas mías, os doy libertad,
ningún odio fulminante arrojado a la oscuridad!
No desde esos espacios encantados desde el ocaso al alba,
ni desde las túnicas de luz y música encerrada,
llegó el suave gemido de la desilusión,
sino más bajo que los más humildes en sus aflicciones,
los pisoteados y los desposeídos del destino;
éstos, meditando en un silencioso destello de lágrimas,
junto a las estrellas esculpidas en la inmensa noche,
recordaron su austero refugio:
el dolor y la amargura de los años,
concebidos en la ruina y embalsamados en odio.
¡Y ahora los hombres ya no temerán ni temblarán!
Porque el Cielo está destrozado,
descolorida está la hueste que, sin piedad,
juzgó a los atormentados
Cuando, en medio del profundo jacinto que ciñe el cielo,
viste, Oh Hermano, antes que tus ojos se nublaran,
en ira y soledad, a Él,
en medio de Su arrodillada e iluminada jerarquía:
escuchaste canciones que brotaban de labios extrañados con los años,
marginados y arruinados, hermosos en llamas,
tú —con los perdidos entre los pocos condenados,
la rebelde tropa caída—
al escuchar los halagos que adulaban Su nombre,
volviste al infierno un rostro que brillaba con lágrimas.
¿No esperaste en los portales hundidos,
donde cayeron los estuarios dorados,
contemplando el cielo antes del resplandor del infierno,
extendiendo tu mano hacia el trono donde se sienta el tirano?
Con el primer grito que sacudió al mundo esclavizado,
rápido, plateado, claro, ¡Contemplad! ¡Os hago libres,
libres como los vientos y las aguas,
hijos del lucero de la mañana!
¡Oh almas mías, os doy libertad,
ningún odio fulminante arrojado a la oscuridad!
No desde esos espacios encantados desde el ocaso al alba,
ni desde las túnicas de luz y música encerrada,
llegó el suave gemido de la desilusión,
sino más bajo que los más humildes en sus aflicciones,
los pisoteados y los desposeídos del destino;
éstos, meditando en un silencioso destello de lágrimas,
junto a las estrellas esculpidas en la inmensa noche,
recordaron su austero refugio:
el dolor y la amargura de los años,
concebidos en la ruina y embalsamados en odio.
¡Y ahora los hombres ya no temerán ni temblarán!
Porque el Cielo está destrozado,
descolorida está la hueste que, sin piedad,
juzgó a los atormentados
y repartió radiantemente a los muertos.
¡Mira! Donde tu trono fundido se alza en la noche
brillan las legiones, vuelan los buitres somnolientos;
lo primero que encontraron tus quejumbrosos ojos humanos,
incluso eso, es el paraíso...
¡Por fin, hermano mío, el despertar!
Antes de que rompa el amanecer, un crisólito perfecto.
“Tu tires ton pardon de l’eternal martyre
Inflige sans relache aux coeurs ambitieux.”
–Baudelaire
To H.P.L.
When, mid the hyacinth deep that girds the sky,
You saw, O Brother, ere your eyes grew dim,
In wrath and loneliness the sight of Him,
Amid His bow’d and litten hierarchy:
Heard songs that fell from lips half-strange with years,
Outcast and ruin’d, beautiful in flame,
You–with the lost among the damned few,
The fallen rebel crew–
Hearing the flattery that fawned His name,
Turn’d back to hell a face that shone with tears.
Did you not at the sunken portals wait,
And where the golden estuaries fell,
Gazing at heav’n before the glow of hell,
Stretch forth your hand to where the tyrant sate?
With the first cry that shook th’ enslaved world,
Swift, silver, clarion, Lo! I make you free,
Free as the winds and as the waters are,
Sons of the morning-star!
O souls of mine, I give you liberty–
No withering hate into the darkness hurl’d!
Not from those spaces charm’d to dusk and rose,
Nor in the scarves with light and music pent,
Came the soft wail of disillusionment,
But lower than the lowliest in their woes,
The trodden and the dispossess’d of fate;
These, brooding in a quiet flash of tears,
By stars that to the massive night are graven,
Recall’d their austere haven–
The sorrow and the bitterness of years,
Conceiv’d in ruin and embalm’d in hate!
And now shall men no longer fear and dread!
For heav’n is shatter’d, faded is the host,
That without pity judg’d the tortur’d lost,
And radiantly parcell’d forth the dead.
See! where your molten throne uprears in night
The legions gleams, the drowsy vultures wing;
That which first met your plaintive, human eyes,
Ev’n that, is paradise……
At last, my Brother, the awakening!
Ere Dawn appears, a perfect chrysolite.
Samuel Loveman (1887-1976)
Inflige sans relache aux coeurs ambitieux.”
–Baudelaire
To H.P.L.
When, mid the hyacinth deep that girds the sky,
You saw, O Brother, ere your eyes grew dim,
In wrath and loneliness the sight of Him,
Amid His bow’d and litten hierarchy:
Heard songs that fell from lips half-strange with years,
Outcast and ruin’d, beautiful in flame,
You–with the lost among the damned few,
The fallen rebel crew–
Hearing the flattery that fawned His name,
Turn’d back to hell a face that shone with tears.
Did you not at the sunken portals wait,
And where the golden estuaries fell,
Gazing at heav’n before the glow of hell,
Stretch forth your hand to where the tyrant sate?
With the first cry that shook th’ enslaved world,
Swift, silver, clarion, Lo! I make you free,
Free as the winds and as the waters are,
Sons of the morning-star!
O souls of mine, I give you liberty–
No withering hate into the darkness hurl’d!
Not from those spaces charm’d to dusk and rose,
Nor in the scarves with light and music pent,
Came the soft wail of disillusionment,
But lower than the lowliest in their woes,
The trodden and the dispossess’d of fate;
These, brooding in a quiet flash of tears,
By stars that to the massive night are graven,
Recall’d their austere haven–
The sorrow and the bitterness of years,
Conceiv’d in ruin and embalm’d in hate!
And now shall men no longer fear and dread!
For heav’n is shatter’d, faded is the host,
That without pity judg’d the tortur’d lost,
And radiantly parcell’d forth the dead.
See! where your molten throne uprears in night
The legions gleams, the drowsy vultures wing;
That which first met your plaintive, human eyes,
Ev’n that, is paradise……
At last, my Brother, the awakening!
Ere Dawn appears, a perfect chrysolite.
Samuel Loveman (1887-1976)
(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)
Poemas góticos. I Poemas de Lovecraft.
Más literatura gótica:
El análisis, traducción al español y resumen del poema de Samuel Loveman: A Satanás (To Satan), fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com
Qué regalo de Reyes, Sebastián!
ResponderEliminarA Samuel Loveman le debo mi oficio de librero. Cuando tuve que decidir, hace tantos años, a qué dedicarme, desestimé gloriosamente mi tecnicatura de química y me entregué al libro. Ya dudaba entre el deseo paterno y la tentación de un oficio que blasonaba -para mí- la figura de Ricky Mc Allister, maestro de libreros con quien hoy trabajo. Enterarme de que Loveman, de quien había leído conmovido su 'Bacanal', había sido librero en Nueva York, terminó de inclinar la balanza.
Hermoso y terrible poema el que nos regala hoy 'El Espejo Gótico'! En la pluma de Loveman, seguro, se agitaba Milton mientras escribía 'To Satan'. Texto lleno de imágenes y frases poderosas. En estos tiempos políticamente desgraciados, me queda una dando vueltas en la cabeza por sobre todas las demás: 'embalm’d in hate!' Abrazo.
Una decisión de vida en manos de un poema, maravilloso, amigo Daniel. Rara vez se tiene un punto de referencia para las encrucijadas de la vida al cual uno pueda regresar.
ResponderEliminarMuy cierto. Y qué grato es 'volver a verlo'! Abrazo.
EliminarQue interesante el aporte sobre las misivas de lovecraft y Sonia green! Había leído sobre su antisemitismo pero nunca vi sus escritos sobre el tema!!!
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