Aprender a ser vampiro tiene sus riesgos


Aprender a ser vampiro tiene sus riesgos.




El Dodelecker integra una raza de vampiros única en los mitos nórdicos.

Si bien es naturalmente agresivo, como cualquier otra especie de vampiros, el Dodelecker carece por completo de coordinación motriz, destreza física y velocidad, lo cual convierte sus movimientos en verdaderas rarezas acrobáticas de resultado más bien incierto.

Podemos reconocer fácilmente al Dodelecker en su refugio habitual, esto es, llorando y gimiendo sobre tu tumba mientras mastica la carne vencida de sus propias extremidades.

Su apariencia es deplorable, famélica, ya que el porcentaje de aciertos durante sus cacerías es tan bajo que casi siempre se limita a capturar pequeños roedores, cuando los consigue, o bien saquear tumbas y roer alguna tibia insípida.

Cuando por fin abandona su cubil, el Dodelecker se tambalea como un convulso, llorando con un rostro que se asemeja al de un niño flaco y deforme, y emitiendo sonidos guturales y licuefactos, producto de los jugos corruptos que hierven en su aparato digestivo.

El origen de la inestabilidad motriz de este vampiro, y de su inocuo sentido predatorio, no tiene una explicación clara en los mitos.

Como cualquier otro vampiro necrófago, como los Ghouls, por ejemplo, el Dodelecker desea alimentarse de carne humana fresca, pero su impericia reduce su dieta a cualquier cosa con resabios orgánicos, tales como pedazos de cuero, raíces secas, cadáveres, huevos, roedores y pequeños mamíferos.

Objetivamente, el Dodelecker es un vampiro con capacidades reducidas.

Algunos eruditos explican esta desventaja como producto de la propia impericia del Dodelecker. Al parecer, existe un período de tiempo durante el cual un vampiro puede asumir el control absoluto del cuerpo que posee. Si no lo consigue durante esta ventana temporal le resultará imposible accionar correctamente los mecanismos e impulsos eléctricos que conducen los movimientos musculares coordinados.

En cierta forma, el Dodelecker es un ser que no aprende nunca a ser vampiro, en parte debido a que no recibe ningún tipo de instrucción para asumir los hábitos de los cazadores nocturnos.

De hecho, su existencia se debe a una desviación del curso natural de la mordida de un vampiro, esto es, una persona que no muere al ser atacada por un hematófago pero que tampoco se convierte en vampiro.

En el caso del Dodelecker, esto se traduce en una especie de híbrido cuya su vida de ultratumba, notablemente tortuosa, rara vez supera los nueve años.

Ése es el plazo máximo que puede soportar fuera del ataúd en condiciones motrices tan deplorables. Pasado este tiempo, se retira a las profundidades, donde terminará royendo sus brazos y piernas, ya incapaz de reunir la voluntad necesaria para aventurarse en noche.




Leyendas de vampiros. I Diario de un vampiro real.


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