«Despierto y siento la caída de la oscuridad»: Gerard Manley Hopkins; poema y análisis.


«Despierto y siento la caída de la oscuridad»: Gerard Manley Hopkins; poema y análisis.




«Soy hiel, soy acidez. El decreto más profundo de Dios,
el más amargo, me haría probar: el sabor era yo.»



Despierto y siento la caída de la oscuridad, no del día (I wake and feel the fell of dark, not day) es un poema del escritor inglés Gerard Manley Hopkins (1844-1889), publicado de manera póstuma en la antología de 1918: Poemas de Gerard Manley Hopkins (Poems of Gerard Manley Hopkins).

Despierto y siento la caída oscuridad, como muchos poemas de Gerard Manley Hopkins, es un misterio a pesar de la sencillez del lenguaje. Es importante tener en cuenta que Hopkins sufría una depresión severa, de modo que toda su obra está impregnada de sentimientos de soledad, angustia y duda existencial, y este poema en particular, que forma parte de los sonetos terribles (terrible sonnets), es una síntesis de esas emociones negativas.


«Despierto y siento la caída de la oscuridad, no del día.
¡Qué horas, oh, qué horas negras hemos pasado esta noche!
¡Qué visiones viste, corazón! ¡Qué caminos recorriste!
Y más debe haber, en la aún más larga demora de la luz.»


El Orador despierta y siente «la caída de la oscuridad», es decir, despierta en mitad de la noche. Parece haber tenido pesadillas [«visiones»] en esas «horas negras». El «hemos pasado» no indica que hay alguien más con él; es un recurso que quizás refiere a la mente y al corazón del Orador, es decir, a sus pensamientos y emociones, de modo que todos los aspectos de su ser se vieron afectados por esos «caminos» que recorrió en sueños.

El sufrimiento de la vigilia es una continuación de la pesadilla. El Orador ha despertado con una terrible angustia, y seguirá sufriendo porque «más debe haber en la aún más larga demora de la luz», es decir, durante las horas de oscuridad que quedan. Tampoco puede decirse que esta sea una noche aislada. En los siguientes versos vemos que la experiencia de este despertar en la oscuridad es la continuación de una vida de profunda depresión:


«Con testimonio digo esto. Pero cuando digo horas,
quiero decir años, quiero decir vida. Y mi lamento
son llantos incontables, llantos como cartas muertas
enviadas a mi querido que vive, ¡ay!, lejos.»


La frase: «con testimonio digo esto» señala que estamos ante una experiencia personal; y añade que, cuando dice «horas», en realidad está hablando de «años», por lo que las «horas negras» se traducen en años de depresión, en toda una vida. Del mismo modo, su «lamento» es una síntesis de «llantos incontables» que son como «cartas muertas» a «mi querido». Este «querido» no es otro que Dios, que desde la perspectiva funesta del Orador se encuentra alejado de él. Recordemos que Hopkins era jesuita,

Las «cartas muertas» simbolizan a las plegarias desoídas. Los rezos del Orador a Dios son como «cartas muertas», un desesperado pedido de ayuda que nunca llega. Dios no está ahí, está «lejos», por lo que el Orador solo experimenta su ausencia, como si no viviera entre nosotros, sino en una esfera inalcanzable.


«Soy hiel, soy acidez. El decreto más profundo de Dios,
el más amargo, me haría probar: el sabor era yo;
huesos formados en mí, carne llena, sangre que rebosaba de maldición.»
La levadura del espíritu agria una masa insulsa.
Veo que los perdidos son así,
y su azote es como yo, su sudoroso yo, pero peor.»


Hopkins habla aquí de su condición. Es lícito considerarla tanto un padecimiento mental, o depresión, como un sufrimiento físico. Por eso dice: soy «hiel» [una sustancia muy amarga] y también «ácido». Lo que el Orador siente en su mente repercute en su cuerpo. Ese es el «decreto» de Dios, es decir, el Orador cree que su sufrimiento es la voluntad divina. Dios quiere que saboree la amargura hasta que se esta se convierta en el propio Orador. Por eso dice: «el sabor era yo», es decir, ya no siente el dolor como algo que proviene desde afuera, él mismo es «hiel».

Este «decreto» va más allá de la tradición cristiana sobre el sufrimiento. El Orador considera que su angustia mental y física son cosas que Dios introdujo en su ser. Por eso sus huesos están embebidos en ellas, su carne rebosa de esta «maldición». Aquí, creo, hay otro juego de palabras. La «maldición» se refiere a la depresión insuflada por Dios, pero también a la fe cristiana, más precisamente al mito bíblico de Adán y Eva, donde la humanidad es castigada por desobedecer a Dios.

«Maldita será la tierra por tu causa», dice Dios en el Génesis, y «con dolor comerás de ella todos los días de tu vida». Este podría ser «el decreto más profundo de Dios» al que se refiere Hopkins.

Pero Despierto y siento la caída de la oscuridad no solo echa la culpa a Dios, es un poema profundamente autocrítico. Hopkins se culpa a sí mismo por ser la «levadura» que se expande, crece y contamina su ser. Es un comentario bíblico porque la levadura se usa frecuentemente como analogía del pecado en los textos sagrados. El Orador parece convencido de que su yo fue contaminado, y que esa «levadura» agrió toda su vida.

A pesar de este oscuro estado mental, el Orador se preocupa por los «perdidos», es decir, por los no creyentes. Considera que su «azote» será como el suyo [de naturaleza divina e interna], «pero peor», por carecer de fe en una futura redención. Entonces, el castigo de los «perdidos» es el mismo: ser ellos mismos, pero sin fe. Esto es curioso, porque a pesar de la fe Dios nunca responde [ver: IA y el Golem de Dios]

El Orador está atravesando «la noche oscura del alma», que viene con una explosión del ego. No lo digo en términos peyorativos, sino por experiencia personal. Nunca he sufrido depresión severa, pero tuve mi «noche oscura del alma» en la forma poco elegante de un diagnóstico médico, hace cuatro años. En esos instantes el ego estalla. Me refiero a quedar absorto en uno mismo, a sumirse en las regiones más profundas del ser y, por lo tanto, a sentirse aislado, separado de todo lo demás.

Es curioso que a lo largo del poema el Orador entienda la matriz de su sufrimiento: no puede salir de sus sentimientos negativos. Está inmerso en un infierno de su propia creación.




Despierto y siento la caída de la oscuridad.
I wake and feel the fell of dark, Gerard Manley Hopkins (1844-1889)

(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)


Despierto y siento la caída de la oscuridad, no del día.
¡Qué horas, oh, qué horas negras hemos pasado esta noche!
¡Qué visiones viste, corazón! ¡Qué caminos recorriste!
Y más debe haber, en la aún más larga demora de la luz.

Con testimonio digo esto. Pero cuando digo horas,
quiero decir años, quiero decir vida. Y mi lamento
son llantos incontables, llantos como cartas muertas
enviadas a mi querido que vive, ¡ay!, lejos.

Soy hiel, soy acidez. El decreto más profundo de Dios,
el más amargo, me haría probar: el sabor era yo;
huesos formados en mí, carne llena, sangre que rebosaba de maldición.

La levadura del espíritu agria una masa insulsa.
Veo que los perdidos son así,
y su azote es como yo, su sudoroso yo, pero peor.


I wake and feel the fell of dark, not day.
What hours, O what black hours we have spent
This night! what sights you, heart, saw; ways you went!
And more must, in yet longer light's delay.

With witness I speak this. But where I say
Hours I mean years, mean life. And my lament
Is cries countless, cries like dead letters sent
To dearest him that lives alas! away.

I am gall, I am heartburn. God's most deep decree
Bitter would have me taste: my taste was me;
Bones built in me, flesh filled, blood brimmed the curse.

Selfyeast of spirit a dull dough sours. I see
The lost are like this, and their scourge to be
As I am mine, their sweating selves, but worse.


Gerard Manley Hopkins (1844-1889)


(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)




Poemas góticos. I Poemas de Gerard Manley Hopkins.


Más literatura gótica:
El análisis, traducción al español y resumen del poema de Gerard Manley Hopkins: Despierto y siento la caída de la oscuridad, no del día (I wake and feel the fell of dark, not day), fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

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