La monja fantasma del Theatre Royal.
Las monjas fantasma son apariciones bastante habituales en los conventos.
La mayoría de ellas proceden de mujeres fallecidas prematuramente a causa de una tragedia, en ciertos casos, víctimas de la persecución religiosa o bien debido a un castigo desproporcionado por algún tipo de transgresión.
Si bien en casi todos los conventos del mundo se rumorean historias sobre monjas fantasma, es en Inglaterra donde más han proliferado.
La iglesia de Holy Trinity en Micklegate, York, es habitada por el fantasma de una abadesa con antiguas y licenciosas vinculaciones con los monjes benedictinos que antiguamente controlaban el edificio. Al parecer, esta noble mujer murió durante la Reforma, tras desafiar a los saqueadores diciendo que solo sobre su cadáver entrarían en ese edificio sagrado.
Baste decir que los intrusos entraron y saquearon prolijamente el templo.
Pero el fantasma de la abadesa continuó manifestando su fuerte carácter aún después de la muerte. Se dice que entró en conflicto con otro fantasma, también mujer, que realizaba apariciones más bien modestas cerca del órgano, y a quien se le atribuía la facultad de propagar la peste.
Entre ambas se produjo una áspera disputa territorial que aún continúa en nuestros días. Se cree que cualquier admirador de Martín Lutero que ingrese en el templo se llevará de allí una católica y virginal gripe.
Una práctica común durante la Edad Media consistía en que las monjas de reclusión viviesen en celdas tapiadas, con una pequeña abertura para recibir comida y agua. En ciertos casos, cuando la monja cometía alguna transgresión imperdonable, se tapiaba incluso esa abertura y se la dejaba morir de hambre.
Elizabeth Bathory, por ejemplo, fue encarcelada siguiendo esa tradición. Aunque no fuese monja, las autoridades no la eximieron de sufrir un castigo acorde a su género.
Los fantasmas de estas monjas encerradas son los más terribles de todos.
Una de ellas es la llamada Dama Gris (Grey Lady) del Theatre Royal.
La actual estructura georgiana del Theatre Royal, ubicado en el Reino Unido, ha incorporado partes del viejo hospital de St. Leonard, activo entre los siglos XII y XVIII y dirigido por una estricta orden de monjas.
Una de estas monjas se enamoró perdidamente de un joven y apuesto noble. La relación entre ambos continuó durante algún tiempo, por supuesto, de forma clandestina, hasta que finalmente fueron descubiertos.
Desde luego, la posición acomodada del joven noble le ahorró incluso la más ínfima reprimenda. Pero la monja, como castigo por romper sus votos de castidad, fue encerrada durante una semana en su estrecha habitación. Se obturó la ventana, se tapió la puerta, y se le dejó un cuenco con agua y algo de pan duro.
Si bien el encierro no era algo a lo que ninguna monja estuviese desacostumbrada, en este caso las perpetradoras del castigo omitieron un detalle esencial: el oxígeno.
Aquella pobre monja hubiese podido sobrevivir a su semana de reclusión, pero lamentablemente los albañiles obturaron demasiado bien la ventana, impidiendo de ese modo la circulación de aire.
La muerte de la monja fue horrible, solitaria, y horrorosamente lenta.
Siglos después, cuando el Theatre Royal expandió su arquitectura, aquella macabra habitación fue utilizada como parte de los camarines. Durante la reforma edilicia se halló una frase tallada los muros interiores, como si la monja enamorada hubiese querido dejar un testimonio que sobreviva las adversidades del claustro:
"Tus besos no me despertarán como en el cuento pero quizás me hagan soñar..."
Se dice que aún hoy los camarines del Theatre Royal presentan una atmósfera viciada, sofocante, que nunca llega a ventilarse correctamente.
Incluso el fantasma de la monja suele aparecer de vez en cuando: soñolienta, aturdida, vistiendo las ropas grises de su castigo: signo inequívoco de su amor pecaminoso.
Fenómenos paranormales. I Historias de fantasmas.
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