«Diccionario del diablo»: Ambrose Bierce; segunda parte.
Esta es la segunda parte del genial Diccionario del diablo (Devil's Dictionary) de Ambrose Bierce.
Ganso, s. Ave que suministra plumas para escribir que, gracias a un proceso oculto de la naturaleza, están impregnadas, en distinta medida, de la energía intelectual y el carácter del ganso, de suerte que al ser entintadas y deslizadas mecánicamente sobre un papel por una persona llamada "autor", resulta una transcripción bastante exacta de los pensamientos y sentimientos del ave. Las diferencias entre un ganso y otro, tal como se manifiestan a través de este ingenioso método, son considerables. Muchos gansos sólo poseen facultades triviales e insignificantes, pero otros son, en realidad, grandes gansos.
Gárgola, s. Desagüe saledizo en los tejados de los edificios medievales, que por lo común tiene la forma de una grotesca caricatura de un enemigo personal del arquitecto o del propietario. Esto ocurría sobre todo en las iglesias y edificios eclesiásticos, cuyas gárgolas ofrecían una verdadera "galería de delincuentes" formada por los herejes y disidentes locales. A veces, al entrar en funciones un nuevo deán y un nuevo capítulo, las viejas gárgolas eran reemplazadas por otras, más estrechamente relacionadas con los resentimientos privados de los nuevos titulares.
Gato, s. Autómata blando e indestructible que nos da la naturaleza para que lo pateemos cuando las cosas andan mal en el círculo doméstico.
Genealogía, s. Estudio de nuestra filiación hasta llegar a un antepasado que no tuvo interés en averiguar la suya.
Generosidad, s. Liberalidad del que tiene mucho al permitir que quien no tiene nada, se procure todo lo que pueda. Se afirma que una sola golondrina devora diez millones de insectos por año. Me parece un ejemplo notable de la generosidad con que el Creador provee a la subsistencia de sus criaturas.
Generoso, adj. Originariamente, esta palabra significaba noble por nacimiento, y se aplicaba rectamente a una gran multitud de personas. Ahora significa noble por naturaleza y va cayendo en desuso.
Geógrafo, s. Sujeto que puede explicarnos de primera intención la diferencia entre lo que está fuera del mundo y lo que está adentro.
Geología, s. Ciencia de la corteza terrestre, que sin duda incluirá la del interior del globo cuando un charlatán salga de un pozo. Las formaciones geológicas del planeta ya observadas son: el Primario, o inferior, que está formado por rocas, huesos de mulas empantanadas, cañerías de gas, herramientas de mineros, viejas estatuas desnarigadas, doblones y antepasados. El Secundario está constituido principalmente por gusanos colorados y topos. El Terciario comprende vías férreas, pavimentos, hierbas, víboras, botines enmohecidos, botellas de cerveza, latas de tomates, ciudadanos intoxicados, basura, anarquistas e imbéciles.
Glotón, s. Persona que escapa a los riesgos de la moderación incurriendo en dispepsia.
Gnóstico, s. Miembro de una secta de filósofos que tratan de fusionar a los primitivos cristianos con los platónicos. Los primeros no quisieron entrar en conversaciones, y la combinación falló, con gran fastidio de los promotores.
Gnu, s. Animal sudafricano, que en su forma domesticada se parece a un caballo, un búfalo y un ciervo. En estado salvaje, se parece a un rayo, un terremoto y un ciclón.
Gobierno monárquico, s. Gobierno.
Gota, s. Nombre que da el médico al reumatismo de un paciente rico.
Gracias, s. Tres bellas diosas, Aglaia, Thalia y Euphrosyne, que servían gratuitamente a Venus. No costaba nada mantenerlas, porque comían muy poco y se vestían según el tiempo, con la brisa que soplaba en ese momento.
Gramática, s. Sistema de trampas cuidadosamente preparadas en el camino por donde el autodidacto avanza hacia la distinción.
Gravitación, s. Tendencia de todos los cuerpos a acercarse unos a otros con fuerza proporcional a la cantidad de materia que contienen; la cantidad de materia que contienen se determina por la tendencia a acercarse unos a otros. Bello y edificante ejemplo de cómo la ciencia, después de hacer de A la prueba de B, hace de B la prueba de A.
Guerra, s. Subproducto de las artes de la paz. Un período de amistad internacional es la situación política más amenazadora. El estudioso de la historia que no ha aprendido a esperar lo inesperado, puede perder la esperanza de cualquier revelación. La máxima, "En tiempo de paz prepara la guerra" tiene un significado más profundo de lo que parece; quiere decir, no sólo que todas las cosas terrestres tienen un fin, que el cambio es la única ley inmutable y eterna, sino que el terreno de la paz está sembrado con las semillas de la guerra y favorece su germinación y crecimiento.
Cuando Kubla Khan decretó su "majestuoso palacio de placeres", es decir cuando hubo paz en Xanadú y gordos festines, sólo entonces, "oyó a lo lejos Antiguas voces que anunciaban guerra." (Las dos citas pertenecen a "Kubla Khan", poema inconcluso de Coleridge.) Coleridge era no sólo un gran poeta, sino un hombre sabio, y no en vano recitó esta parábola. Necesitamos menos "manos tendidas por encima de los mares", y algo más de esa desconfianza elemental que constituye la seguridad de las naciones. La guerra se complace en venir como un ladrón en la noche; y la noche está hecha de promesas de amistad eterna.
Guillotina, s. Máquina que hace que un francés se encoja de hombros con buen motivo. En su gran obra sobre "Líneas Divergentes de la Evolución Racial", el erudito profesor Brayfugle argumenta que el predominio de ese gesto entre los franceses demuestra que descienden de la tortuga, y que es una simple supervivencia de la costumbre de replegar la cabeza al interior del caparazón. Me desagrada discordar con autoridad tan eminente, pero en mi opinión (detalladamente expuesta en mi obra Emociones Hereditarias, Libro 11, capítulo xi), el encogimiento de hombros es una base demasiado débil para fundamentar una teoría tan importante, puesto que antes de la Revolución, el gesto era desconocido. No dudo que tiene una relación directa con el terror que inspiró la guillotina cuando su uso estaba en auge.
H
Hábeas Corpus, s. Recurso judicial que permite sacar a un hombre de la cárcel cuando lo han encerrado por el delito que no cometió, y no por los que realmente cometió.
Hábitos sacerdotales, s. p. l. Traje abigarrado que usan los payasos de la Corte Celestial.
Hablar, v. i. Ser indiscreto sin ser tentado, a partir de un impulso sin propósito.
Hada, s. Ser de formas diversas y variados dones que habitaba antiguamente los prados y los bosques. Tenía hábitos nocturnos y era afecta a la danza y al robo de niños. Los naturalistas sostienen que las hadas se han extinguido en la actualidad, aunque un clérigo anglicano vio tres en las proximidades de Colchester, en 1855, al atravesar un parque después de cenar con el dueño de un castillo. El espectáculo lo sobresaltó de tal modo, que sólo pudo dar un relato incoherente. En 1807, una banda de hadas visitó un bosque, cerca de Aix, y se llevó a la hija de un campesino que había entrado allí con un atado de ropas. Por la misma época desapareció el hijo de un adinerado burgués, aunque más tarde regresó. Había presenciado el rapto y perseguido a las hadas. Justinian Gaux, escritor del siglo XIV, asegura que el poder de transformación de las hadas es tan grande que en cierta oportunidad observó cómo una de ellas se convertía en dos ejércitos rivales que libraban una sangrienta batalla; al día siguiente, cuando el hada recuperó su forma original y se marchó, quedaron sobre el terreno setecientos cadáveres que debieron enterrar los campesinos. No aclara si alguno de los heridos sobrevivió. En tiempo de Enrique III de Inglaterra, se promulgó una ley que condenaba a muerte a quien "matare, hiriere o mutilare" un hada. Esa ley fue universalmente acatada.
Hades, s. El mundo interior; residencia de los espíritus difuntos; lugar donde viven los muertos. Entre los antiguos, el Hades no era sinónimo del Infierno, y algunos de los hombres más respetables de la antigüedad residían allí muy cómodamente. En rigor, los propios campos Elíseos eran parte del Hades, aunque más tarde se trasladaron a París. Cuando la versión jacobina del Nuevo Testamento estaba en proceso de evolución, la mayoría de los piadosos sabios ocupados en la obra, insistieron en traducir la palabra griega Aidns como "Infierno"; pero un concienzudo miembro de la minoría se apoderó secretamente de las actas y tachó la objetable palabra donde quiera la encontró. En la próxima reunión, el obispo de Salisbury, revisando la obra, se paró de un salto y exclamó, muy excitado: "¡Señores, alguien ha abolido el infierno!" Años despues el prelado pudo morir en paz reflexionando que (con la ayuda de la Providencia) había realizado un aporte útil e inmortal al inglés cotidiano.
Halo, s. En sentido lato, anillo luminoso que rodea un cuerpo astronómico; frecuentemente se lo confunde con la "aureola" o "nimbo", fenómeno bastante similar que usan a modo de tocado los santos y las divinidades. El halo es una ilusión puramente óptica, producida, como el arcoiris, por la humedad del aire; mientras que la aureola es conferida como signo de extraordinaria santidad, del mismo modo que la mitra de un obispo o la tiara del papa. En el cuadro La Natividad de Szedgkin, piadoso artista de Pesth, aparecen con el nimbo no sólo la Virgen y el Niño, sino un asno que come heno del pesebre sagrado y que, dicho sea en su perdurable honor, parece sobrellevar la insólita distinción con toda la gracia de un santo.
Harmonistas, s. Secta de protestantes, ahora extinguidos, que llegaron de Europa a comienzos del siglo XVIII y se distinguieron por la ferocidad de sus controversias y disensiones internas.
Hibernar, v. i. Pasar el invierno en reclusión doméstica. Las creencias populares sobre la hibernación de distintos animales son numerosas y raras. Muchos creen que el oso hiberna todo el invierno y subsiste lamiéndose mecánicamente las zarpas. Se admite que en la primavera sale de su retiro, tan flaco, que tiene que probar dos veces antes de proyectar una sombra. Hace tres o cuatro siglos, en Inglaterra, se daba por sentado que las golondrinas pasan el invierno entre el lado del fondo de los arroyos, agrupadas en masas globulares. La suciedad de ese medio, al parecer, las ha hecho desistir de semejante costumbre. En Asia Central, Sotus Escobius descubrió toda una tribu que practica la hibernación. Algunos investigadores creen que el ayuno de cuaresma fue originariamente una forma de hibernación a la que la Iglesia dio significado religioso.
Híbrido, s. Diferencia conciliada.
Hidra, s. Animal que en los antiguos catálogos figura bajo muchos encabezamientos.
Hiena, s. Bestia reverenciada por algunos pueblos orientales, gracias a su costumbre de saquear los cementerios. Lo mismo hacen los estudiantes de medicina.
Hígado, s. Órgano rojo, de gran tamaño, que la naturaleza nos da previsoramente para permitirnos ser biliosos. Los sentimientos y emociones que asientan en el corazón --como sabe ahora todo anatomista literario-- infestaban el hígado según creencias más antiguas; e inclusive Gascoygne, hablando del costado emocional de la naturaleza humana, lo llama "nuestra parte hepática". En una época se le consideró la sede de la vida; de ahí su nombre (en ingles "liver", vividor). Para el ganso, el hígado es un don del cielo; sin él no podría suministrarnos el "paté de foie".
Hilo, s. Tela cuya fabricación, cuando está hecha de cáñamo, acarrea un gran desperdicio de cáñamo.
Hipogrifo, s. Animal, ahora extinguido, que era mitad caballo y mitad grifo. El grifo en sí era un animal compuesto, mitad león y mitad águila. El hipogrifo, pues, sólo era un cuarto de águila, o sea dos dólares con cincuenta céntimos en oro. El estudio de la zoología está lleno de sorpresas.
Hipócrita, s. El que profesando virtudes que no respeta se asegura la ventaja de parecer lo que desprecia.
Historia, s. Relato casi siempre falso de hechos casi siempre nimios producidos por gobernantes casi siempre pillos o por militares casi siempre necios.
Historiador, s. Chismoso de trocha ancha.
Hogar, amargo hogar.
Hombre, s. Animal tan sumergido en la extática contemplación de lo que cree ser, que olvida lo que indudablemente debería ser. Su principal ocupación es el exterminio de otros animales y de su propia especie que, a pesar de eso, se multiplica con tanta rapidez que ha infestado todo el mundo habitable, además del Canadá.
Homeópata, s. Humorista de la medicina.
Homeopatía, s. Escuela de medicina que está a mitad de camino entre la alopatía y la Ciencia Cristiana. Esta última es muy superior a todas las otras, pues puede curar enfermedades imaginarias, cosa que resulta imposible a las demás.
Homicidio, s. Muerte de un ser humano por otro ser humano.
Hay cuatro clases de homicidio: felón, excusable, justificable y encomiable, aunque al muerto no le importa mucho si lo han incluido en una o en otra; la distinción es para uso de abogados.
Honorable, adj. Dícese de lo que está afligido por un impedimento en su capacidad general. En las cámaras legislativas se acostumbra dar el título de "honorable" a todos los miembros. V.g.: "El honorable diputado es un perro sarnoso".
Hospitalidad, s. Virtud que nos induce a alojar y alimentar a personas que no necesitan alojamiento ni alimento.
Hostilidad, s. Sentimiento exacerbado de la superpoblación terrestre. Puede ser activa o pasiva. Es activa, por ejemplo, la hostilidad de una mujer hacia sus amigas; y pasiva, la que alberga hacia todas las demás mujeres.
Huérfano, s. Persona a quien la muerte ha privado de la posibilidad de ingratitud filial, privación que toca con singular elocuencia todas las cuerdas de la simpatía humana. Cuando es joven, el huérfano es enviado a un asilo, donde cultivando cuidadosamente su rudimentario sentido de la ubicación, se le enseña a conservar su lugar. Luego se lo instruye en las artes de la dependencia y el servilismo y finalmente se lo suelta para que vaya a vengarse del mundo convertido en lustrabotas o en sirvienta.
Humanidad, s. La raza humana, colectivamente, con exclusión de los poetas antropoides.
Humildad, s. Paciencia inusitada para planear una venganza que valga la pena.
Humillación, s. Actitud mental decente y habitual en presencia del dinero o el poder. Peculiarmente apropiada en un empleado cuando se dirige a su patrón.
Humorista, s. Plaga que habría ablandado la gélida rudeza de corazón del Faraón, incitándolo a liberar a los hijos de Israel y a mandarlos rápidamente a su país, con sus mejores deseos.
Huracán, s. Manifestación atmosférica antes muy común, pero que hoy es reemplazada generalmente por el tornado y el ciclón. El huracán goza todavía de preferencia popular en las Indias Occidentales, y algunos marinos anticuados lo prefieren. Se usa también para construir la cubierta superior de los vapores, pero en términos generales puede decirse que la utilidad del huracán ha sobrevivido al huracán mismo.
Hurí, s. Atractiva señora que habita el paraíso mahometano, alegrando las horas del buen musulmán, cuya creencia en las huríes es síntoma de un noble descontento con su esposa terrestre que, según él, no tiene alma. Se dice que las esposas no aprecian a las huríes.
I.
I. Primera letra del alfabeto, primera palabra del idioma, primer pensamiento de la mente, primer objeto del afecto; en gramática inglesa, es el pronombre "yo". Se dice que su plural es "nosotros", pero cómo puede existir más de un yo, es algo que resulta más claro a los 72 gramáticos que al autor de este incomparable diccionario. La concepción de dos yoes es difícil, pero magnífica. El uso franco aunque elegante del "yo" distingue a un buen escritor de uno malo; éste lo asume como un ladrón que quiere esconder el botín bajo la capa.
Idiota, s. Miembro de una vasta y poderosa tribu cuya influencia en los asuntos humanos ha sido siempre dominante. La actividad del Idiota no se limita a ningún campo especial de pensamiento o acción, sino que "satura y regula el todo". Siempre tiene la última palabra; su decisión es inapelable. Establece las modas de la opinión y el gusto, dicta las limitaciones del lenguaje, fija las normas de la conducta.
Ignorante, s. Persona desprovista de ciertos conocimientos que usted posee, y sabedora de otras cosas que usted ignora.
Ilusión, s. Madre de una respetabilísima familia, que incluye al Entusiasmo, el Afecto, la Abnegación, la Fe, la Esperanza, la Caridad y muchos otros vástagos igualmente virtuosos.
Ilustre, adj. Favorablemente situado para recibir las flechas de la malicia, la envidia y la calumnia.
Imaginación, s. Depósito de mercaderías que poseen en común los poetas y los mentirosos.
Imbecilidad, s. Especie de inspiración divina o fuego sagrado que anima a los detractores de este diccionario.
Imparcial, adj. Incapaz de percibir promesa de ventaja personal en la adhesión a uno de los bandos de una controversia, o en la adopción de una entre dos ideas en conflicto.
Impenitencia, s. Estado de ánimo intermedio, en el tiempo, entre el pecado y el castigo.
Impiedad, s. Irreverencia del prójimo hacia mis dioses.
Imposición, s. Acto de bendecir o consagrar imponiendo las manos: ceremonia común a muchos sistemas eclesiásticos, pero que es realizada con máxima sinceridad por la secta de los Ladrones.
Impostor, s. Rival que también aspira a los honores públicos.
Imprevisión, s. Satisfacción de las necesidades de hoy con las rentas de mañana.
Impunidad, s. Riqueza.
Inadmisible, adj. Que no merece ser considerado. Dícese de ciertos testimonios que los jurados son incapaces de apreciar, y que en consecuencia los jueces rechazan, aun en procedimientos de los que son los únicos árbitros. La evidencia de oídas es inadmisible, porque la persona a quien se cita no ha prestado juramento y no puede ser interrogada por el tribunal; no obstante, la evidencia de oídas sirve diariamente de fundamento a las más importantes acciones, militares, políticas, comerciales y de cualquier otra clase. No existe en el mundo una religión que no se funde en la evidencia de oídas. La revelación es evidencia de oídas; que las Escrituras sean la palabra de Dios, es cosa que sabemos solamente por el testimonio de hombres muertos hace mucho tiempo, cuya identidad no está claramente establecida y que no prestaron ningún tipo de juramento. Según las reglas de la evidencia judicial ninguna de las afirmaciones de la Biblia sería admisible ante un tribunal. Tampoco podría probarse que la batalla de Blenheim se libró, que existió Julio César, que hubo un imperio asirio. En cambio, y puesto que los archivos judiciales constituyen evidencia admisible, puede probarse fácilmente que han existido poderosos y perversos magos que fueron un azote para la humanidad. La evidencia (confesiones inclusive) que sirvió para condenar y ejecutar por hechiceras a ciertas mujeres, no tenía fallas; aun hoy es inatacable. Las decisiones judiciales fundadas en ella eran justas dentro de la lógica y la ley. Nada está mejor probado ante un tribunal que los cargos de brujería que llevaron a tantos a su muerte. Si las brujas no existieran, el testimonio humano y la razón humana carecerían igualmente de valor.
Inauspiciosamente, adv. De manera poco promisoria, por ser desfavorables los auspicios. Antes de emprender cualquier acción importante, los romanos acostumbraban obtener de los augures algún dato sobre el probable resultado; uno de los métodos de adivinación más dignos de confianza consistía en observar el vuelo de las aves, y los pronósticos que de ahí surgían se llamaban auspicios. Periodistas y algunos lexicógrafos dan a la palabra el sentido de "patrocinio" o "dirección", verbigracia: "Las celebraciones se realizaron bajo los auspicios de la Antigua y Venerable Orden de Ladrones de Cadáveres" o "Los festejos fueron auspiciados por los Caballeros del Hambre".
Incompatibilidad, s. En el matrimonio, semejanza de gustos, en particular el gusto por la dominación. La incompatibilidad, sin embargo, puede asumir la forma de una pacífica madre de familia que vive a la vuelta de la esquina. Se conocen algunas incompatibilidades con bigote.
Incompatible, adj. Incapaz de existir en presencia de otra cosa. Dos cosas son incompatibles cuando el mundo del ser tiene espacio suficiente para una, pero no para las dos: por ejemplo, la poesía de Walt Whitman y la misericordia de Dios con el hombre. Las palabras "Señor, somos incompatibles" reemplazan con ventaja a la vulgar expresión "Vaya a bañarse; si lo veo de nuevo, lo mato".
Inconducta, s. Infracción de la ley que posee menos dignidad que la felonía y no autoriza el ingreso en la mejor sociedad criminal.
Incubo, s. Miembro de una raza de demonios extraordinariamente impúdicos que, aunque no del todo extinguidos, han conocido mejores noches. Para una descripción completa de los "incubi" y los "succubi" (y también de las "incubae" y las "succubae"), consultar el Liber Demonorum de Protassus (Paris, 1328), donde hay muchas informaciones curiosas que estarían fuera de lugar en un diccionario destinado a servir de texto en las escuelas públicas. Víctor Hugo relata que en las Islas del Canal de la Mancha, el propio Satanás (sin duda tentado más que en otros sitios por la belleza de las mujeres) suele hacerse el íncubo, con gran alarma y escándalo de las buenas señoras que, en términos generales, quieren ser fieles a sus votos matrimoniales. Cierta dama acudió al párroco para averiguar cómo podría, en la oscuridad, distinguir al osado intruso de su marido. El santo varón le aconsejó tocarle la frente para ver si llevaba cuernos; Hugo es lo bastante descortés como para insinuar sus dudas sobre la eficacia del método.
Indice, s. Dedo que se usa generalmente para señalar a los malechores.
Indecisión, s. Factor principal del éxito, porque como dice Sir Thomas Brewbold, "sólo hay una manera de no hacer nada, y muchas maneras de hacer algo, y entre estas una sola es la correcta; de ahí que el indeciso que se queda quieto tiene menos probabilidades de equivocarse que quien se lanza a la acción". --Su rápida decisión de atacar --le dijo cierta vez el general Grant al general Gordon Granger-- fue admirable. Sólo tuvo usted cinco minutos para decidirse. --Si, señor --respondió el victorioso subordinado--, es importante saber lo que debe hacerse en una emergencia. Cuando no sé si atacar o retirarme, jamás vacilo: tiro al aire una moneda. --¿Quiere decir que eso es lo que acaba de hacer?-- Si, mi general, pero le ruego no reprenderme. Desobedecí a la moneda.
Indefenso, adj. Incapaz de atacar.
Independiente, adj. En política, enfermo de autorrespeto. Es término despectivo.
Indigestión, s. Enfermedad que el paciente y sus amigos suelen tomar por profunda convicción religiosa e interés en la salvación de la humanidad. Como dijo el sencillo Piel Roja del desierto: "Yo bien no reza; gran dolor barriga, mucho Dios".
Indiscreción, s. Culpa de las mujeres.
Indultar, v. t. Remitir una pena y devolver al acusado a una vida criminal. Agregar a la fascinación del crimen la tentación de la ingratitud.
Ineficaz, adj. Dícese de lo que no está calculado para favorecer nuestros intereses.
Infiel, adj. y s. Dícese, en New York, del que no cree en la religión cristiana; en Constantinopla, del que cree. Especie de pillo que no reverencia adecuadamente ni mantiene a teólogos, eclesiásticos, papas, pastores, canónigos, monjes, mollahs, vudús, hierofantes, prelados, obíes, abates, monjas, misioneros, exhortadores, diáconos, frailes, hadjis, altos sacerdotes, muecines, brahamanes, hechiceros, confesores, eminencias, presbíteros, primados, prebendarios, peregrinos, profetas, imanes, beneficiarios, clérigos, vicarios, arzobispos, obispos, priores, predicadores, padres, abadesas, calógeros, monjes mendicantes, curas, patriarcas, bonzos, santones, canonesas, residenciarios, diocesanos, diáconos, subdiáconos, diáconos rurales, abdalas, vendedores de hechizos, archidiáconos, jerarcas, beneficiarios, capitularios, sheiks, talapoins, postulantes, escribas, gurús, chantres, bedeles, fakires, sacristanes, reverendos, revivalistas, cenobitas, capellanes, mudjoes, lectores, novicios, vicarios, pastores, rabís, ulemas, lamas, derviches, rectores, cardenales, prioresas, sufragantes, acólitos, párrocos, sulíes, muftis y pumpums.
Infralapsario, s. El que se atreve a creer que Adán no tenía necesidad de pecar, si no quería; por oposición a los supralapsarios que sostienen que su caída estaba decretada desde el comienzo. A los infralapsarios se les llama a veces supralapsarios, sin que ello altere la importancia o lucidez de sus opiniones sobre Adán.
Injusticia, s. De todas las cargas que soportamos o imponemos a los demás, la injusticia es la que pesa menos en las manos y más en la espalda.
Inferiae, s (latín). Entre los griegos y los romanos, sacrificios propiciatorios de los Dei Manes, o almas de los héroes muertos. Los piadosos antiguos no pudieron inventar dioses suficientes para satisfacer sus necesidades espirituales, y debieron recurrir a un número de deidades de relleno que fabricaban con los materiales menos promisorios. Fue mientras sacrificaba un buey al espíritu de Agamenón que Laiaides, sacerdote de Áulide, se vio favorecido por la aparición del espectro de ese ilustre guerrero, quien le narró proféticamente el nacimiento de Cristo y el triunfo del cristianismo, dándole además una reseña rápida, pero pasablemente completa, de los acontecimientos hasta el reinado de San Luis. El relato terminó abruptamente en ese punto, debido al desconsiderado canto de un gallo, que obligó al espectral Rey de Hombres a volver al trote al Hades. Esta historia tiene 78 un delicado sabor medieval, y como no se ha podido rastrear su origen más allá del padre Brateille, piadoso aunque oscuro escritor de la Corte de San Luis, probablemente no nos equivocaremos si la consideramos apócrifa, aunque monseñor Capel piense otra cosa.
Influencia, s. En política, un quo ilusorio que se da a cambio de un quid sustancial.
Infortunio, s. Especie de fortuna que siempre llega.
Ingenio, s. Sal con que el humorista americano arruina su cocina intelectual, al omitirla.
Ingenuidad, s. Seductora cualidad que alcanzan las mujeres mediante largo estudio e intensa práctica con sus admiradores varones, que de buena gana la confunden con el sencillo candor de sus hijos.
Ingrato, s. El que recibe un beneficio de otro, o es objeto de una caridad cualquiera.
Injuria, s. Ofensa que sigue en gravedad a un desdén.
Inmigrante, s. Persona inculta que piensa que un país es mejor que otro.
Inmoral, adj. Impráctico. Todo lo que resulta poco práctico para los hombres, llega a ser considerado perverso e inmoral. Si las nociones humanas del bien y del mal tuvieran otra base que la utilidad; si se originaran, o pudieran originarse, de otro modo; si las acciones tuvieran en sí mismas un carácter moral independiente de sus consecuencias; entonces toda la filosofía sería una mentira, y la razón una enfermedad de la mente.
Innato, adj. Natural, inherente, como las ideas innatas, que poseemos al nacer, porque nos fueron dadas antes de venir al mundo. La doctrina de las ideas innatas es una de las más admirables creencias de la filosofía, siendo ella misma una idea innata y por lo tanto irrefutable, aunque Locke neciamente creyó "ponerle un ojo en compota". Al número de las ideas innatas ya clasificadas, debemos agregar la creencia en nuestra capacidad para dirigir un diario, en la grandeza de nuestro país, en la superioridad de nuestra civilización, en la importancia de nuestros asuntos personales y en el interés que nuestras enfermedades presentan para los demás.
Inscripción, s. Una cosa escrita sobre otra cosa. Hay muchas clases de inscripciones, pero en general están destinadas a conmemorar la fama de alguna persona ilustre y transmitir a épocas distantes el recuerdo de sus servicios y virtudes. A esta clase de inscripciones, pertenece el nombre de John Smith, escrito a lápiz sobre el monumento a Washington. He aquí algunos ejemplos de inscripciones recordatorias en lápidas (ver Epitafio). Mi cuerpo yace en el suelo Mas el alma subió al cielo; Pero el Día llegará Y mi cuerpo se alzará Para que del cielo goce. 1812. Ella sufrió sin queja su dolencia Fue inútil el auxilio de la ciencia; La muerte de pesares la libró; Con su esposo en el Cielo se reunió. "Aquí yace Jeremías Arbol. Fue abatido el 9 de mayo de 1862 a los 27 años, 4 meses y 12 días. Indígena."
Insensible, adj. Dotado de gran fortaleza para soportar los males que aquejan a los demás. Cuando le dijeron a Zenón que uno de sus enemigos había muerto, se lo vio profundamente conmovido. -¡Qué! -exclamó uno de sus discípulos- ¿Lloras la muerte de un enemigo?-Ah, es cierto -repuso el gran estoico- Pero deberías verme sonreír ante la muerte de un amigo.
Insignias, s. Distintivos, joyas y trajes de órdenes antiguas y venerables como: los Caballeros de Adán; los Visionarios del Divino Blablá; la Antigua Orden de los Modernos Trogloditas; la Liga de la Santa Farsa; la Dorada Falange de los Falangistas Marsupiales; la Gentil Sociedad de Vagabundos Expurgados; la Mística Alianza de Exquisitos Regalianos; las Damas y Caballeros del Perro Amarillo; la Oriental Orden de los Hijos de Occidente; La Orfandad de los Insufribles; los Guerreros de Arco Largo; los Guardianes de la Gran Cuchara de Cuerno; la Banda de Bestias; la Impenitente Orden de Azotadores de Esposas; la Sublime Legión de Conspicuos Rimbombantes; los Adoradores del Santuario Galvanoplástico; los Inaccesibles Resplandecientes; los Jenízaros del Pavorreal; la Gran Cábala de Sedentarios; la Fraternidad de los Verrugosos; la Cooperativa del Candelero; los Discípulos Militantes de la Fe Oculta; los Caballeros Defensores del Perro Doméstico; los Guardianes de la Letrina Mística; la Misteriosa Orden del Manuscrito Indescifrable; Los Monarcas del Mérito y el Hambre; los Prelados de la Bañera y la Espada.
Insurrección, s. Revolución fallida. Fracaso de opositores que pretenden reemplazar un gobierno malo por otro desastroso.
Intemperie, s. Lugar donde ningún gobierno ha podido cobrar impuestos. Su función principal es inspirar a los poetas.
Intención, s. Conciencia del predominio que un grupo de influencias ejerce en nuestro espíritu sobre otro grupo de influencias. Efecto cuya causa es la inminencia, real o supuesta, de un acto involuntario.
Intérprete, s. El que permite a dos personas de distinto idioma comprenderse, repitiendo a cada una lo que convendría al intérprete que dijera la otra.
Interregno, s. Período durante el cual una monarquía es gobernada por un lugar aún tibio en el almohadón de un trono. La experiencia de permitir que ese lugar se enfríe ha dado generalmente malos resultados, en virtud del entusiasmo que despliegan, para volver a calentarlo, numerosas personas dignas.
Intimidad, s. Relación a que son providencialmente arrastrados los necios a fin de destruirse.
Inventor, s. Persona que construye un ingenioso ordenamiento de ruedas, palancas, y resortes, y cree que eso es civilización.
Ira, s. Enojo de grado y cualidad superiores que corresponde a personajes encumbrados y a ocasiones importantes: como "la ira de Dios", "los días de ira", etc. Los antiguos consideraban sagrada la ira de los reyes y de los sacerdotes, porque generalmente podía manifestarse a través de un dios. Los griegos frente a Troya fueron tan hostigados por Apolo, que saltaron de la sartén de la ira de Crises al fuego de la cólera de Aquiles, aunque Agamenón, el único ofensor, no resultó asado ni quemado. Inmunidad parecida gozó David cuando incurrió en la cólera de Yahveh por censar a su pueblo, del que setenta mil pagaron la pena con sus vidas. En la actualidad Dios es Amor y los censistas pueden cumplir su trabajo sin temor al desastre.
Irreligión, s. La más importante entre las grandes creencias de este mundo.
J. una consonante en ingles, pero algunas naciones la usan como vocal, lo que es el colmo del absurdo. Su forma original, que ha sido apenas modificada, era la de la cola de un perro apaleado; en realidad, no era una letra, sino un signo que representaba al verbo latino "jacere", "tirar", porque la cola de perro asume esa forma cuando le tiran una piedra. Tal es el origen de esta letra, según lo ha explicado el prestigioso Dr. Jocolpus Bumer, de la Universidad de Belgrado, quien divulgó sus conclusiones sobre el tema en una obra de tres volúmenes en cuarto y se suicidó al enterarse de que en el alfabeto romano la J no tenía cola.
Jábega, s. Red barredera. Para atrapar peces se hace con una malla gruesa y ruda; las mujeres se atrapan más fácilmente mediante un tejido singularmente delicado que lleva, a modo de plomada, pequeñas piedras talladas.
Jineta, s. En el ejército, insignia que permite distinguir a un oficial del enemigo; o sea, del oficial de grado inmediatamente inferior que ascendería gracias a su muerte.
Juramento, s. En derecho, solemne promesa ante Dios, que la conciencia debe cumplir so pena de perjurio.
Justicia, s. Artículo más o menos adulterado que el Estado vende al ciudadano a cambio de su lealtad, sus impuestos y sus servicios personales.
Juventud, s. Período de lo Posible, cuando Arquímedes encuentra un punto de apoyo. Casandra tiene quien la escuche y siete ciudades compiten por el honor de mantener a un Homero viviente.
K.
Kilt, s. Traje que suelen usar los escoceses en Norteamérica y los norteamericanos en Escocia.
Korán, s. Libro que los mahometanos, neciamente, creen escrito por inspiración divina, pero que los cristianos consideran una perversa impostura, contraria a las Sagradas Escrituras.
L.
Ladrón, s. Comerciante candoroso. Se cuenta de Voltaire que una noche se alojó, con algunos compañeros de viaje, en una posada del camino. Después de cenar, empezaron a contar historias de ladrones. Cuando le llegó el turno a Voltaire dijo:-Hubo una vez un Recaudador General de Impuestos -y se calló. Como los demás lo alentaron a proseguir, añadió:-Ese es el cuento.
Ladrón de cadáveres, s. El que despoja de gusanos los sepulcros. El que provee a los médicos jóvenes lo que los médicos viejos han provisto al enterrador. La hiena.
Lamentable, adj. Estado de un enemigo o adversario después de un encuentro imaginario con uno mismo.
Laocoonte, s. Famosa escultura antigua que representa a un sacerdote de ese nombre y a sus dos hijos entre los anillos de dos monstruosas serpientes. El arte y diligencia con que el anciano y sus muchachos sostienen a las serpientes y las obligan a realizar su tarea constituyen una de las más nobles ilustraciones artísticas del dominio de la inteligencia humana sobre la inercia bruta.
Lástima, s. Sensación de inmunidad, inspirada por el contraste.
Legal, adj. Compatible con la voluntad del juez competente.
Lenguaje, s. Música con que encantamos las serpientes que custodian el tesoro ajeno.
Lexicógrafo, s. Individuo pestilente que so pretexto de registrar un determinado estadio en el desarrollo de una lengua, hace lo que puede para detener su crecimiento, quitarle flexibilidad y mecanizar sus métodos. El lexicógrafo, después de escribir su diccionario, se convierte en "autoridad", cuando su función es simplemente hacer una recopilación y no dictar una ley. El natural servilismo de la inteligencia humana, al investirlo de un poder judicial, renuncia a su derecho a la razón y se somete a una mera crónica como si fuera un estatuto legal. Basta, por ejemplo, que el diccionario catalogue a una palabra de buena ley como "obsoleta" u "obsolescente", para que pocos hombres se atrevan a usarla en adelante, por mucho que la necesiten y por conveniente que sea. De este modo el empobrecimiento se acelera y el idioma decae. Por el contrario, el escritor audaz y cultivado que sabe que el idioma crece por innovación (cuando crece), y fabrica nuevas palabras o usa las viejas en un sentido poco familiar, encuentra pocos adeptos. Enseguida le señalan agriamente que "eso no está en el diccionario", aunque antes de aparecer el primer lexicógrafo (¡que Dios lo perdone!) nadie había usado una palabra que estuviera en el diccionario. En la época de oro del idioma inglés, cuando de labios de los grandes isabelinos brotaban palabras que formaban su propio significado, evidente en su sonido mismo, cuando eran posibles un Shakespeare y un Bacon, y el idioma, que hoy muere rápidamente por una punta y se renueva despacio por la otra, crecía vigoroso y se conservaba dulce como la miel y fuerte como un león, el lexicógrafo era una persona desconocida, y el diccionario una obra para cuya creación el Creador no lo había creado.
Libertad, s. Uno de los bienes más preciosos de la Imaginación, que permite eludir cinco o seis entre los infinitos métodos de coerción con que se ejerce la autoridad. Condición política de la que cada nación cree tener un virtual monopolio. Independencia. La distinción entre libertad e independencia es más bien vaga, los naturalistas no han encontrado especímenes vivos de ninguna de las dos.
Libertino, s. El que ha corrido tras el placer con tanto ardor, que tuvo la desgracia de pasarlo de largo.
Libro de recortes, s. Libro editado por un tonto con las tonterías que se dicen sobre él.
Ligas, s. Bandas elásticas destinadas a impedir que una mujer salga de sus medias y devaste el país.
Lío, s. Salario de la coherencia.
Lira, s. Antiguo instrumento de tortura. Hoy la palabra se usa figuradamente con el sentido de facultad poética.
Litigante, s. Persona que está por entregar la piel con la esperanza de conservar los huesos.
Lobisón (hombre lobo), s. Lobo que fue una vez, o es a veces, un hombre. Todos los lobisones tienen un carácter maligno, pues han asumido una forma bestial para gratificar un apetito bestial; pero algunos, transformados por artes de brujería, son tan humanos como lo permite su gusto adquirido por la carne humana. En cierta oportunidad, unos campesinos bávaros capturaron un lobo, lo ataron por la cola a un poste y como era de noche, se fueron a dormir. A la mañana siguiente, el lobo había desaparecido. Muy perplejos, consultaron al cura local, quien les dijo que el cautivo era indudablemente un lobisón, y que había reasumido su forma humana durante la noche. -La próxima vez que atrapéis un lobo -dijo el buen hombre- encadenadlo por la pata, y a la mañana siguiente encontraréis un luterano.
Loco, adj. Dícese de quien está afectado de un alto nivel de independencia intelectual; del que no se conforma a las normas de pensamiento, lenguaje y acción que los conformantes han establecido observándose a sí mismos; del que no está de acuerdo con la mayoría; en suma, de todo lo que es inusitado. Vale la pena señalar que una persona es declarada loca por funcionarios carentes de pruebas de su propia cordura. Por ejemplo, el ilustre autor de este Diccionario no se siente más convencido de su salud mental que cualquier internado en un manicomio, y -salvo demostración en contrario- es posible que en vez de la sublime ocupación a que cree dedicar sus facultades, esté golpeando los puños contra los barrotes de un asilo y afirmando ser Noé Webster, (autor del diccionario Webster) ante la inocente delectación de muchos espectadores desprevenidos.
Locuacidad, s. Dolencia que vuelve al paciente incapaz de contener la lengua cuando uno quiere hablar.
Locura, s. Ese "don y divina facultad" cuya energía creadora y ordenadora inspira el espíritu del hombre, guía sus actos y adorna su vida.
Locomaquia, s. Guerra en que las armas son palabras y las heridas, pinchazos en la vejiga natatoria de la autoestima; especie de lucha en que al vencedor se le niega la recompensa de la victoria porque el vencido es inconsciente de su derrota.
Longevidad, s. Prolongación poco común del temor a la muerte.
Lord, s. En la sociedad norteamericana, turista inglés de rango superior al de un viajante de comercio. La palabra "Lord", que significa Señor, se usa también a veces como título del Supremo Hacedor; pero en esto prima la lisonja sobre la reverencia.
Luminaria, s. El que arroja luz sobre un tema; verbigracia, un secretario de redacción cuando no escribe sobre ese tema.
Lunario, s. Habitante de la luna. No debe confundirse con el lunático, que es habitado por la luna. Los lunarios han sido descritos por Luciano, Locke y otros observadores, que no se han puesto mayormente de acuerdo. Bragellos, por ejemplo, afirma que son anatómicamente idénticos al hombre, mientras que el profesor Newcomb asegura que se parecen más a los tribeños de Vermont.
Lunes, s. En los países cristianos, el día que sigue al partido de béisbol.
LL.D. ras que designan el título de "Legumastuciorum Doctor", o sea erudito en leyes, provisto de astucia legal.( significa, en realidad, "Legum Doctor", doctor en Leyes.). Pero esta derivación resulta sospechosa si se tiene en cuenta que antiguamente el título se abreviaba ££.d. (Libras y peniques) , y era conferido solamente a caballeros adinerados. Actualmente, la Universidad de Columbia considera la posibilidad de crear otro título para clérigos, en lugar del antiguo D.D. (significa "Divinitatis Doctor", doctor en teología) o "Damnator Diaboli". El nuevo honor será conocido como "Sanctorum Custus", y se escribirá $ cts. El reverendo John Satán ha sido propuesto como primer destinatario del título.
Lógica, s. Arte de pensar y razonar en estricta concordancia con los límites e incapacidades de la incomprensión humana. La base lógica es el silogismo, que consiste en una premisa mayor, una menor y una conclusión, por ejemplo: "Mayor": Sesenta hombres pueden realizar un trabajo sesenta veces más rápido que un solo hombre. ."Menor": Un hombre puede cavar un pozo para un poste en sesenta segundos. "Conclusión": Sesenta hombres pueden cavar un pozo para un poste en un segundo. Esto es lo que puede llamarse el silogismo matemático, con el cual, combinando lógica y matemática, obtenemos una doble certeza y somos dos veces benditos.
M.
Macho, s. Miembro del sexo insignificante. El macho de la especie humana es generalmente conocido (por la mujer) como Simple Hombre. El género tiene dos variedades: buenos proveedores y malos proveedores.
Macrobiano, s. Olvidado de los dioses que alcanza una edad muy avanzada. La historia nos da numerosos ejemplos, desde Matusalén hasta el Old Parr, pero algunos casos notables de longevidad son menos conocidos. Un campesino calabrés llamado Coloni vivió tanto que llegó a tener un vislumbre de la paz universal. Scanavius dice que conoció a un obispo tan viejo que era capaz de recordar una época en que colgarlo hubiera sido una injusticia. En 1566, un tejedor de Bristol, Inglaterra, declaró que había vivido quinientos años, y que en todo ese tiempo jamás había dicho una mentira. En nuestro país también hay un caso de longevidad (macrobiosis). El senador Chauncey Depew es tan viejo que se ha vuelto inteligente. El Director de The American, periódico neoyorquino, tiene una memoria que se remonta a la época en que era un pillo, aunque no se remonta al hecho mismo de que era un pillo. El presidente de los Estados Unidos nació hace tanto tiempo que muchos de los amigos de su juventud han escalado altas posiciones políticas y militares sin el concurso de méritos personales.
Magia, s. Arte de convertir la superstición en moneda contante y sonante. Hay otras artes que sirven al mismo fin, pero el discreto lexicógrafo no las nombra.
Magnético, adj. Dícese de lo que sufre la influencia del magnetismo.
Magnetismo, s. Lo que ejerce influencia sobre algo magnético. Estas dos definiciones están condensadas de la obra de un millar de eminentes hombres de ciencia, que han arrojado sobre el tema una luz deslumbrante, con indecible progreso del conocimiento humano
Magnífico, adj. Dotado de esplendor o grandeza superiores a los que el espectador está habituado; por ejemplo, las orejas de un asno para un conejo, o la gloria de una luciérnaga para un simple gusano.
Magnitud, s. Tamaño. Como la magnitud es puramente relativa, nada es grande y nada es pequeño. Si todo lo que compone el universo aumentara su tamaño en un millar de diámetros, nada sería más grande que antes, pero si una sola cosa permaneciera igual, todas las otras serían más grandes de lo que fueron. Para un intelecto familiarizado con la relatividad de la magnitud y la distancia, los espacios y las masas del astrónomo no serían más impresionantes que las del microscopista. Al fin y al cabo, nadie nos asegura que el universo visible no sea una pequeña parte de un átomo, con sus iones componentes, flotando en el fluido vital (o en el éter luminífero) de un vasto animal. Posible mente las menudas criaturas que pueblan los corpúsculos de nuestra propia sangre experimenten la emoción debida al contemplar las impensables distancias que los separan.
Majestad, s. Condición y titulo de rey, considerados con justo desprecio por los Muy Eminentes Grandes Maestres, Grandes Cancilleres, e lmperiales Potentados de las antiguas y honorables órdenes de la América republicana.
Malechor, s. El principal factor en el progreso de la raza humana.
Malthusiano, adj. Relativo a Malthus y sus doctrinas. Malthus creía en la necesidad de limitar artificialmente la población, pero descubrió que eso no podía hacerse hablando. Uno de los exponentes más prácticos del malthusianismo fue Herodes de Judea, aunque todos los militares famosos han participado de esas ideas.
Malla (de baile). prenda del vestuario teatral destinada a reforzar con una particular publicidad el entusiasmo general del agente de prensa. Durante algún tiempo, la atención del público se desvió de esta prenda para concentrarse en la negativa de Miss Lillian Russell a usarla. Se hicieron muchas conjeturas sobre sus motivos, hasta que una actriz rival, Pauline Hall, sugirió --dando muestras de notable ingenio y reflexión-- que la naturaleza no había dotado a Miss Russell de bellas piernas. El intelecto masculino no pudo aceptar esa teoría, pero la mera idea de que existiera una pierna femenina defectuosa era tan prodigiosamente original que figuró entre las mayores hazañas de la especulación filosófica. Es extraño que en toda esta controversia nadie haya pensado en atribuir a "pudor" la actitud de Miss Russell. La naturaleza de ese sentimiento no es muy bien comprendida en la actualidad, e incluso es difícil decir con el vocabulario que nos queda, de qué se trata. Recientemente, sin embargo, ha resucitado el estudio de las artes perdidas, y algunas de ellas se han recuperado. Esta es una época de renacimientos, y cabe esperar que el primitivo "rubor" sea rescatado de su escondite entre las tumbas de la antigüedad y devuelto al escenario en alas de un silbido.
Mamíferos, s. Familia de vertebrados cuyas hembras, en estado natural, amamantan a su cría, pero cuando se vuelven civilizadas e inteligentes la dan a la nodriza o usan el biberón.
Mamón, s. Dios de la religión que predomina en el mundo. Su templo principal se halla en la santa ciudad de Nueva York.
Maná, s. Alimento dado milagrosamente a los israelitas en el desierto. Cuando no lo recibieron más, se afincaron y labraron la tierra, fertilizándola, por regla general, con los cadáveres de sus primitivos ocupantes.
Manes, s. Partes inmortales de los griegos y romanos que morían.
Maniqueísmo, s. Antigua doctrina persa según la cual hay guerra incesante entre el Bien y el Mal. Cuando el Bien abandonó la lucha, los persas se pasaron a la oposición victoriosa.
Mano, s. Instrumento singular que se usa al extremo de un brazo humano, y que por lo general se encuentra metida en un bolsillo ajeno.
Maquinación, s. Método empleado por nuestros enemigos para anular nuestro declarado y honroso esfuerzo por hacer lo justo.
Marido, s. El que después de cenar debe encargarse de lavar el plato.
Mártir, s. Alguien que avanza hacia una muerte deseada siguiendo el camino de la menor repugnancia.
Más, adj. Grado comparativo de demasiado.
Masonería, s. Orden de ritual secreto, grotescas ceremonias y extravagantes ropas, a la que, tras su fundación por los artesanos de Londres bajo el reinado de Carlos II, han adherido los muertos de los pasados siglos, en incesante retroceso. Actualmente abarca todas las generaciones del hombre, de Adán acá, y está reclutando distinguidos adeptos entre los habitantes precreacionales del Caos y del Vacío. Informe. La orden fue creada en diferentes épocas por Carlomagno, Julio César, Ciro, Salomón, Zoroastro, Confucio, Thotmés y Buda. Sus emblemas y símbolos se han encontrado en las catacumbas de París y Roma, en las piedras del Partenón y la Gran Muralla China, entre los templos de Karnak y Palmira, y en las pirámides egipcias. El descubridor fue siempre un masón.
Matar, v. t. Crear una vacante sin designar un sucesor.
Matrimonio, s. Condición o estado de una comunidad formada por un amo, un ama y dos esclavos, todos los cuales suman dos.
Mausoleo, s. La última y más divertida locura de los ricos.
Mayonesa, s. Uno de los aderezos que usan los franceses en lugar de la religión del estado.
Maza, s. Bastón que en la función pública denota autoridad. Su forma, que es la de un pesado garrote, indica su propósito primitivo, que era calmar a los disidentes.
Meandro, s. Curva sinuosa. Toma su nombre de un río situado unas ciento cincuenta millas al sur de Troya, que cambia de curso para no oír a griegos y troyanos jactarse de sus hazañas.
Medalla, s. Pequeño disco de metal que se da en premio de virtudes, hazañas o servicios más o menos auténticos. A Bismarck le dieron una medalla por rescatar valerosamente a una persona que se ahogaba. Cuando le preguntaron el significado de la medalla, respondió: "A veces salvo vidas". Otras veces hacía lo contrario.
Médico, s. Alguien a quien lanzamos nuestras súplicas cuando estamos enfermos, y nuestros perros cuando nos hemos curado.
Mendaz, adj. Aficionado a la retórica.
Mendigar, v. t. Pedir algo con intensidad proporcional a la creencia de que no será otorgado.
Mendigo, s. El que ha confiado en la ayuda de los amigos.
Menor, adj. Menos objetable.
Mente, s. Misteriosa forma de la materia segregada por el cerebro. Su principal actividad parece consistir en el esfuerzo por determinar su propia naturaleza, tentativa que parece fútil, puesto que la mente, para conocerse, no dispone de otra cosa que sí misma.
Metralla, s. Argumento que el futuro prepara en respuesta a las demandas del socialismo americano.
Metrópoli, s. Baluarte del provincialismo.
Mesmerismo, s. Nombre dado al Hipnotismo antes que empezara a vestir con elegancia, tuviera carruaje e invitara a cenar a la Incredulidad.
Mi, n. Caso objetable del pronombre personal de primera persona, que tiene tres casos: dominativo, objetable y opresivo. Cada uno de ellos es los otros dos.
Milagro, s. Acontecimiento inexplicable y extraño al orden natural, como ganar con un póker de ases y un rey contra un póker de reyes y un as.
Milenio, s. Feriado de mil años a cuyo término se clavará la tapa, con todos los reformistas adentro.
Ministro, s. Agente de un poder superior con una responsabilidad inferior. En diplomacia, funcionario enviado a un país extranjero como encarnación visible de la hostilidad de su soberano por ese país. El principal requisito para ser ministro es un grado de plausibilidad en la mentira apenas inferior al de un embajador.
Mío, adj. Lo que me pertenece, siempre que pueda apropiármelo.
Misericordia, s. Daga que en la guerra medieval usaba el infante para recordar a un caballero desmontado por su cabalgadura que él también era mortal.
Misericordia, s. Virtud que aman los delincuentes sorprendidos.
Miss, s. Título con que marcamos a las mujeres solteras para indicar que están disponibles en el mercado. Miss, Misses (Mrs.), y Mister (Mr.) me parecen las tres palabras más desagradables de la lengua inglesa, tanto por su sonido como por su sentido. Las dos primeras son una corrupción de "Mistress" y la tercera de "Master". Mientras los demás títulos han sido abolidos en nuestro país, estos sobreviven para complicarnos la vida. Si fuera indispensable conservarlos, deberíamos ser coherentes y encontrar uno que designe al hombre soltero. Me atrevo a sugerir la palabra Mush, abreviada Mh., (Mush significa harina de maíz).
Mitad, s. Una de las dos partes en que una cosa puede dividirse o considerarse dividida. En el siglo XIV teólogos y filósofos discutieron acaloradamente si la Omnisciencia podía partir un objeto en tres mitades; y el piadoso padre Aldrovinus rogó públicamente en la catedral de Rouen porque Dios demostrara la afirmativa de la proposición en alguna forma notable e inconfundible (preferiblemente, si le pluguiera, en el cuerpo de ese empedernido blasfemador, Manutius Procinus, quien sostenía la negativa). Procinus, sin embargo, fue preservado para morir de una mordedura de serpiente.
Mitología, s. Conjunto de creencias de un pueblo primitivo relativas a su origen, héroes y dioses, por oposición a la historia verdadera, que inventa más tarde.
Moda, s. Déspota a quien los sabios ridiculizan y obedecen.
Mojigata, s. Celestina que se oculta a espaldas de su conducta.
Molécula, s. Ultima e indivisible unidad de la materia. Se distingue del corpúsculo, que también es la última e indivisible unidad de la materia, por una semejanza más estrecha con el átomo que es, asimismo, la última e indivisible unidad de la materia. Las tres grandes teorías científicas de la estructura del universo son la molecular, la corpuscular y la atómica. Una cuarta postula, con Haeckel, la condensación o precipitación de la materia a partir del éter, cuya existencia es probada por esa condensación o precipitación. La corriente actual del pensamiento científico se inclina hacia la teoría de los iones. El ión difiere de la molécula, el corpúsculo y el átomo en el hecho de ser un ión. Una quinta teoría es sostenida por los idiotas, pero es dudoso que ellos sepan algo más sobre la materia que los otros.
Momia, s. Egipcio antiguo, usado antaño como remedio en todas las naciones civilizadas y que ahora provee al arte de un excelente pigmento. También resulta cómoda en los museos para satisfacer la vulgar curiosidad que distingue al hombre de los animales inferiores.
Mónada, s. Ultima e indivisible unidad de la materia (ver Molécula). Según Leibniz, y en la medida en que él parece dispuesto a ser comprendido, la mónada tiene cuerpo sin volumen, y mente sin manifestación; Leibniz la reconoce gracias a la facultad innata de la reflexión y ha fundado sobre la mónada una teoría del universo, que ella soporta sin resentimiento, porque es una dama. Pequeña como es, la mónada contiene todas las potencialidades necesarias para convertirse en un filósofo alemán de primera categoría. No confundir la mónada con el microbio o el bacilo; pertenece a una especie muy diferente, como lo demuestra un buen microscopio al no poder detectarla.
Monarca, s. Persona que se ocupa de reinar. Antiguamente el monarca era el único amo, como lo indica la etimología de la palabra y como aprendieron, a costa de sí mismos, muchos súbditos. En Rusia y Oriente el Monarca retiene todavía una considerable influencia en los asuntos públicos y en el destino final de las cabezas humanas, pero en Europa Occidental la administración pública corre por cuenta de los ministros, mientras el monarca reflexiona sobre el destino de su propia cabeza.
Mono, s. Animal arbóreo que se instala en los árboles genealógicos.
Monosilábico, adj. Dícese del idioma compuesto de palabras de una sola sílaba, para uso de bebes literarios que nunca se cansan de expresar, mediante un adecuado gugu, el placer que les causa ese alimento insípido. Las palabras monosilábicas son por lo común sajonas, es decir el idioma de un pueblo bárbaro, desprovisto de ideas que sólo puede experimentar sentimientos y emociones elementales.
Monseñor, s. Alto título eclesiástico, en cuyas ventajas no reparó el fundador de nuestra religión.
Monumento, s. Estructura destinada a conmemorar algo que no necesita conmemoración o no puede ser conmemorado. Como dijo el poeta. "Los huesos de Agamenón son ofrecidos en espectáculo, mientras su regio monumento yace en ruinas". Pero la fama de Agamenón no es afectada por eso. La costumbre monumentaria alcanza sus "reductiones ad absurdum" en los monumentos "a los muertos desconocidos", que perpetúan la memoria de aquellos que no han dejado memoria.
Moral, adj. Conforme a una norma de derecho local y mudable. Cómodo.
Muerto, adj. Dícese de lo que ha concluido el trabajo de respirar; de lo que ha acabado para todo el mundo; de lo que ha llevado hasta el fin una enloquecida carrera; y de lo que al alcanzar la meta de oro, ha descubierto que era un simple agujero.
Mujer, s. Animal que suele vivir en la vecindad del Hombre, que tiene una rudimentaria aptitud para la domesticación. Algunos de los zoólogos más viejos le atribuyen cierta docilidad vestigial adquirida en una antigua época de reclusión, pero los naturalistas del postfeminismo, que no saben nada de esa reclusión, niegan semejante virtud y declaran que la mujer no ha cambiado desde el principio de los tiempos. La especie es la más ampliamente distribuida de todas las bestias de presa; infecta todas las partes habitables del globo, desde las dulces montañas de Groenlandia hasta las virtuosas playas de la India. El nombre que se le da popularmente (mujer lobo) es incorrecto, porque pertenece a la especie de los gatos. La mujer es flexible y grácil en sus movimientos, especialmente la variedad norteamericana (Felis pugnans), es omnívora, y puede enseñársele a callar.
Mulato, s. Hijo de dos razas, que se avergüenza de ambas.
Multitud, s. Muchedumbre. Fuente de sabiduría y virtud políticas. En una república, objeto de adoración del estadista. "En una multitud de consejeros está la sabiduría", dice el proverbio. Si muchos hombres de igual sabiduría individual resultan más sabios que cualquiera de ellos, debe ser que adquieren ese exceso de sabiduría por el simple hecho de reunirse. ¿De dónde viene? Evidentemente, de ninguna parte. Lo mismo valdría decir que una cadena de montañas es más alta que las montañas individuales que la componen. Una multitud es tan sabia como el más sabio de sus miembros, siempre que éste sea obedecido; de lo contrario es tan necia como el más necio entre ellos.
Murmurar, v. t. Decir cómo encuentra uno a otro cuando el otro no puede encontrarlo a uno.
Mustang, s. Caballo indócil de las planicies occidentales. En la sociedad británica, esposa norteamericana de un noble inglés.
N.
Nacimiento, s. Primero y más terrible de todos los desastres. Sobre su naturaleza, hay distintas opiniones. Cástor y Pólux nacieron de un huevo. Pallas, de un cráneo. Galatea, de un bloque de piedra, Peresilis, autor del siglo X, asegura que brotó del suelo donde un sacerdote había derramado agua bendita. Es sabido que Arimaxus surgió de un agujero hecho por un rayo en la tierra. Leucomedón era hijo de una caverna en el Monte Etna, y yo personalmente he visto a un hombre salir de una bodega.
Nariz, s. Ultimo puesto avanzado de la cara. Getius, cuyos escritos son anteriores a la era del humor, observó que todos los grandes conquistadores tienen grandes narices, y pensó que la nariz era el órgano de la sujeción. Se ha observado que la nariz de alguien nunca se siente tan feliz como cuando está metida en los asuntos de otro; de aquí infieren algunos fisiólogos que la nariz carece del sentido del olfato.
Néctar, s. Bebida que consumían los dioses en los banquetes olímpicos. El secreto de su preparación se ha perdido, pero los modernos habitantes de Kentucky creen saber cuál era su ingrediente principal.
Negativa, s. Acción de no dar lo que se pide; verbigracia, cuando una anciana solterona niega su mano a un pretendiente rico y buen mozo; un concejal, una concesión importante a una corporación; un sacerdote, la absolución a un rey impenitente; etcétera. Las negativas se gradúan en una escala descendente de finalidad, a saber: 1a negativa absoluta, la negativa condicional, la negativa de sondeo y la negativa femenina, que algunos casuistas llaman negativa afirmativa.
Negro, s. "Piece de résistance" en el problema político norteamericano. Los republicanos lo representan por la letra n y llegan a la siguiente ecuación: "Supongamos que n = hombre blanco". La fórmula, sin embargo, parece dar un resultado insatisfactorio.
Nepotismo, s. Práctica que consiste en designar a la propia abuela para un cargo público, por el bien del partido.
Newtoniano, adj. Perteneciente a la filosofía del universo inventada por Newton, quien descubrió que una manzana siempre termina por caer al suelo, aunque no pudo explicar por qué. Sus sucesores y discípulos han progresado tanto que son capaces de decir cuándo.
Nihilista, s. Ruso que niega la existencia de todo, menos de Tolstoi. El jefe de esta escuela es Tolstoi.
Niñez, s. Período de la vida humana intermedio entre la idiotez de la primera infancia y la locura de la juventud, a dos pasos del pecado de la adultez, y a tres del remordimiento de la ancianidad.
Nirvana, s. En la religión budista, estado de aniquilamiento agradable, otorgado a los sabios, particularmente a los que son lo bastante sabios para comprenderlo.
Noble, s. Invención provista por la naturaleza para que las doncellas norteamericanas adineradas y ambiciosas puedan incurrir en distinción social y padecer la "high life".
Notoriedad, s. Fama de nuestro adversario en la lucha por un cargo público. El tipo de renombre más accesible y aceptable para la mediocridad. Escala de jacob que conduce a un escenario de vodevil, con ángeles que suben y bajan.
Noúmeno, s. Lo que existe, por oposición a lo que, meramente pareciendo existir, recibe el nombre de fenómeno. El noúmeno es bastante difícil de localizar; sólo puede ser aprehendido mediante un proceso de razonamiento... que es un fenómeno. No obstante, el descubrimiento y exposición del noúmeno abre un amplio campo para lo que llama Lewis "la interminable variedad y excitación del pensamiento filosófico". ¡Viva pues el noúmeno!
Novela, s. (En inglés, romance, novela de aventuras más o menos fantásticas, por oposición a "novel", novela realista ). Cuento inflado. Especie de composición que guarda con la literatura la misma relación que el panorama guarda con el arte. Como es demasiado larga para leer de un tirón, las impresiones producidas por sus partes sucesivas son sucesivamente borradas, como en un panorama. La unidad, la totalidad del efecto, es imposible porque aparte de las escasas páginas que se leen al final, todo lo que queda en la mente es el simple argumento de lo ocurrido antes. La novela realista es al relato fantástico lo que la fotografía es a la pintura. Su principio básico, la verosimilitud, corresponde a la realidad literal de la fotografía, y la ubica dentro del periodismo; mientras que la libertad del relato fantástico no tiene más límites que la imaginación del narrador. Los tres principios esenciales del arte literario son imaginación, imaginación e imaginación. El arte de escribir novelas, en la medida en que pudo llamarse arte, ha muerto hace mucho en todo el mundo, salvo en Rusia, donde es nuevo. Paz tengan sus cenizas... algunas de las cuales aún se venden mucho.
Novela fantástica, s. Obra de ficción que no rinde pleitesía al Dios de las Cosas que Son. En la novela, el pensamiento del escritor está atado a la verosimilitud, como un caballo al palenque, pero en la novela fantástica se pasea a voluntad por todo el reino de la imaginación, libre, sin ley, sin rienda ni freno. Nuestro novelista es una pobre criatura (como diría Carlyle), un simple reportero. Puede inventar los personajes y la trama, pero no imaginar algo que no pueda ocurrir, aunque toda su narración sea una candorosa mentira. Por qué se impone esta dura condición y "arrastra a cada paso una cadena cada vez más larga", que él mismo ha forjado, es algo que tratará de explicarnos en diez volúmenes, sin iluminar en absoluto su negra y absoluta ignorancia en la materia. Hay grandes novelas, porque grandes escritores han desperdiciado su talento para escribirlas, pero lo cierto es que la ficción más fascinante que existe sigue siendo "Las mil y Una Noches".
Observatorio, s. Lugar donde los astrónomos disuelven en conjeturas las adivinanzas de sus predecesores.
Obsoleto, adj. Lo que ya no usan los tímidos. Se aplica principalmente a las palabras. La palabra que cualquier diccionario califica como obsoleta se convierte en objeto de terror para el escritor necio, pero si es una palabra buena y no tiene equivalente moderno igualmente bueno, la usará el buen escritor. En realidad, la actitud de un escritor hacia las palabras "obsoletas" es un índice de su capacidad literaria tan bueno como cualquier otro, salvo el carácter de su obra.
Obstinado, adj. Inaccesible a la verdad, tal como se manifiesta en el esplendor y la fuerza de nuestras creencias. El prototipo popular de la obstinación es la mula, animal muy inteligente.
Ocasional, adj. Dícese de lo que nos aflige con mayor o menor frecuencia. No es el caso de los "versos ocasionales", que nos afligen con regularidad -y con más crueldad que otras clases de versos- en los aniversarios y otras celebraciones.
Occidente, s. Parte del mundo situada al oeste (o al este) de Oriente. Está habitada principalmente por Cristianos, poderosa subtribu de los Hipócritas, cuyas principales industrias son el asesinato y la estafa, que disfrazan con los nombres de "guerra" y "comercio". Esas son también las principales industrias de Oriente.
Océano, s. Extensión acuática que ocupa dos tercios del mundo hecho para el hombre, que casualmente carece de branquias.
Ociosidad, s. Granja modelo donde el diablo experimenta las semillas de nuevos pecados y promueve el crecimiento de los vicios básicos.
Odio, s. Sentimiento cuya intensidad es proporcional a la superioridad que lo provoca.
Ofensivo, adj. Lo que produce emociones o sensaciones desagradables, como el avance de un ejército hacia su enemigo.
Olímpico, adj. Relativo a una montaña de Tesalia, antaño habitada por los dioses, y ahora depósito de diarios amarillos, botellas de cerveza y destripadas latas de sardinas que atestiguan la presencia del turista y de su apetito.
Olvido, s. Estado en que los malos cesan de luchar y los tristes reposan. Eterno basurero de la fama. Cámara fría de las más altas esperanzas.. Lugar donde los autores ambiciosos reencuentran sus obras sin orgullo, y a sus superiores sin envidia. Dormitorio desprovisto de reloj despertador.
Ópera, s. Espectáculo que representa la vida en otro mundo cuyos habitantes no tienen más idioma que el canto, más movimiento que el ademán y más postura que la actitud. Toda actuación teatral es simulación y la palabra simulación deriva de simio, o mono; pero en la ópera el actor toma por modelo al Simia audibilis (o Pithecanthropos stentor), es decir al mono que aúlla.
Opio, s. Puerta que no está cerrada con llave en la prisión de la Identidad. Conduce al patio de la cárcel.
Oponer, v. Ayudar con obstrucciones y objeciones.
Oportunidad, s. Ocasión favorable para atrapar un desengaño.
Oposición, s. En política, el partido que impide que el gobierno se desenfrene, desjarretándolo. El rey de Ghargarou, que había estado en el extranjero para estudiar la ciencia del gobierno, designó a un centenar de sus súbditos más gordos miembros de un parlamento que debía legislar sobre la recaudación de impuestos. A cuarenta de ellos los nombró Partido de la Oposición y dispuso que su Primer Ministro los instruyera cuidadosamente en la tarea de oponerse a toda iniciativa regia. Sin embargo, el primer proyecto puesto a votación fue aprobado por unanimidad. Muy descontento, el rey lo vetó, informando a los miembros de la Oposición que si volvían a hacer eso, pagarían con la cabeza. En el acto, los cuarenta opositores se hicieron el harakiri.
-¿Y ahora? --preguntó el rey- Es imposible mantener las instituciones liberales sin un partido de Oposición.
-Esplendor del Universo -replicó el Primer Ministro-, es cierto que esos perros de las tinieblas ya no tienen sus credenciales, pero no todo está perdido. Confía el asunto a este gusano del polvo. Seguidamente el Primer Ministro hizo embalsamar y rellenar de paja los cadáveres de los opositores de Su Majestad y los clavó a las bancas legislativas. En lo sucesivo, cada ley fue aprobada con cuarenta votos en contra, y la nación prosperó. Pero un día el ejecutivo remitió un proyecto de impuesto a las verrugas y fue derrotado, porque a nadie se le había ocurrido clavar también a sus bancas a los legisladores oficialistas... Esto enfureció tanto al rey, que el Primer Ministro fue ejecutado, el parlamento disuelto con una batería de artillería, y el gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo desapareció de Ghargarou para siempre.
Optimismo, s. Doctrina o creencia de que todo es hermoso, inclusive lo que es feo; todo es bueno, especialmente lo malo; y todo está bien dentro de lo que está mal. Es sostenida con la mayor tenacidad por los más acostumbrados a una suerte adversa. La forma más aceptable de exponerla es con una mueca que simula una sonrisa. Siendo una fe ciega, no percibe la luz de la refutación. Enfermedad intelectual, no cede a ningún tratamiento, salvo la muerte. Es hereditaria, pero afortunadamente no es contagiosa.
Optimista, s. Partidario de la doctrina de que lo negro es blanco. En cierta oportunidad un pesimista pidió auxilio a Dios. Ah -dijo Dios-, tú quieres que yo te devuelva la esperanza, la alegría.
-No -replicó el pesimista-. Me bastaría si crearas algo que las justificara.
-El mundo ya está todo creado -repuso Dios-, pero te olvidas de algo: la mortalidad del optimista.
Oratoria, s. Conspiración entre el lenguaje y la acción para defraudar al entendimiento. Tiranía atenuada por la taquigrafía.
Ordenado, adj. Sujeto al orden, como un sedicioso colgado de un farol.
Ostra, s. Molusco viscoso que los hombres civilizados tienen la audacia de comer sin quitarle las entrañas. Las valvas suelen darse a los pobres.
Primera parte del Diccionario del Diablo. I Más relatos de Ambrose Bierce.
Más literatura gótica:
- Diccionario de demonios.
- Diccionario de demonios femeninos.
- Diccionario de vampiros.
- Diccionario de mujeres vampiro.
de hecho, esto tiene un contenido del mejor caracter realista que he leido.
ResponderEliminarMe encantaria conseguir el original, aunque sea en la red y obvio espero las siguientes entregas del esoejo.
Saludos Maese Sadron Mellon...
De hecho, soy adepta al cinismo y el sarcasmo y he de decir que esto es de lo mejor que he leido en meses; me gustaria saber donde puedo conseguir las partes restantes...
ResponderEliminarsaludos maese mellon