«Noche»: Ann Radcliffe; poema y análisis.


«Noche»: Ann Radcliffe; poema y análisis.




Noche (Night) es un poema gótico del escritora inglesa Ann Radcliffe (1764-1823), publicado originalmente en la novela de 1791: El Romance del Bosque (The Romance of the Forest).

Noche, uno de los mejores poemas de Ann Radcliffe, forma parte de unas de las grandes novelas góticas de su tiempo: El Romance del Bosque. A pesar de ser una obra voluminosa, la caracterización es mínima, resumiéndose a una secuencia laberíntica de incidentes dramáticos alrededor de la protagonista, Adeline. En este sentido, Ann Radcliffe parece desinteresada en presentar una historia cohesiva; en cambio, se enfoca en pintar escenas vívidas pero con poca o ninguna relación entre ellas. El único aspecto que atraviesa a toda la novela es el uso del paisaje y la atmósfera, no en términos pictóricos o contemplativos, sino como dispositivos capaces de llevar al ser humano a un estado de ánimo que le permite vislumbrar fugazmente lo sobrenatural.

En general, la poesía de Ann Radcliffe puede apreciarse perfectamente fuera de su contexto natural, que es la novela; sin embargo, en el caso de Noche es importante tener en cuenta la situación que está atravesando la protagonista.

Buena parte de la acción de El Romance del Bosque se desarrolla en una abadía abandonada, parcialmente en ruinas, lo cual la convierte simultáneamente en un lugar de seguridad pero también capaz de infundir terror. Pierre de la Motte y su esposa, Constance, han estado cuidando a la protagonista, Adeline, ocultándola de sus perseguidores [el Marqués de Montalt] en la abadía. En este contexto, Adeline y los La Motte viven con el temor de ser descubiertos, pero también de la «seguridad» que les proporciona la abadía, que creen embrujada [ver: La Casa Embrujada como representación del cuerpo de la mujer]

Ann Radcliffe utiliza la arquitectura de la abadía [parcialmente devorada por la vegetación] para establecer una atmósfera liminal. Y, como ocurre en muchas novelas góticas, esta abadía también tiene una serie de túneles y catacumbas que sirven tanto de escondite como de espacio subconsciente [ver: El Horror siempre viene desde el Sótano]. De vez en cuando, Adeline sale al exterior, sobre todo al atardecer, y es en este contexto donde aparece Noche.

Ann Radcliffe nos dice que Adeline está leyendo en este atardecer en particular, pero el poema no forma parte de ese escrito. También se nos dice que la protagonista lo recuerda, aunque no se nos proporciona la fuente de esos versos:


«Al declinar el día, (Adeline) salió de su habitación para disfrutar de la dulce hora de la tarde, pero no se desvió más allá de una avenida cerca de la abadía, que daba al oeste. Leyó un poco, pero lo encontró imposible. Para distraer su atención de la escena que la rodeaba, cerró el libro y se rindió a la dulce y complaciente melancolía que inspiraba la hora. El aire estaba quieto, el sol, hundiéndose bajo la lejana colina, esparció un brillo púrpura sobre el paisaje y tocó los claros del bosque con una luz más suave. Una frescura cubierta de rocío se esparció por el aire. A medida que el sol descendía, el crepúsculo se hizo silencioso y la escena asumió una grandeza solemne. Mientras reflexionaba, recordó y repitió las siguientes estrofas:»


El estado de ánimo de los personajes de Ann Radcliffe siempre resuena en el paisaje, como si se proyectara en la naturaleza circundante. En este contexto, Noche no nos presenta cualquier noche, sino la noche melancólica de Adeline, recluida en una abadía embrujada y perseguida por el Marqués de Montalt.

Este es el aspecto más interesante de las novelas de Ann Radcliffe: los personajes se describen a través de sus respectivas proyecciones en el paisaje natural, creando así un mundo único, o una noche única, en este caso. No es que Ann Radcliffe desatendiera por completo el funcionamiento interno de sus personajes, pero el paisaje que los rodea siempre está sincronizado con sus respectivos estados mentales, emocionales y espirituales.

Esta modalidad de Ann Radcliffe, donde el escenario corresponde a la situación emocional de sus personajes, ya existía a mediados del siglo XVIII, pero realmente alcanzó su esplendor [a veces exagerado] en la literatura gótica. Noche es un buen ejemplo de este estado de ánimo psicológico proyectado en el entorno natural. Quizás no se aprecie tanto en la poesía, pero en una novela gótica le permite el autor hablar sobre lo que está pasando por la cabeza de un personaje sin describirlo directamente. Ann Radcliffe adoptó [y adaptó] esta técnica en todas sus novelas.

Esta es, en esencia, la «atmósfera gótica» clásica. Básicamente se trata de una correspondencia, o una serie de asociaciones, entre los sentimientos y las emociones de la heroína y el entorno. Según Ann Radcliffe [Sobre lo sobrenatural en la poesía (On the Supernatural in Poetry)] esto suscita una mezcla de ansiedad y anticipación en el lector, una especie de tranquilidad ligeramente manchada de terror. Es importante aclarar que, para Ann Radcliffe, la diferencia más sustancial entre Terror y Horror consiste en que el primero «expande las facultades del alma», mientras que el segundo las contrae. En otras palabras, el Terror nos permite descubrir algo que no conocíamos sobre nosotros mismos, mientras que el Horror simplemente nos paraliza.

Esta diferencia entre Terror y Horror es un territorio delgado. El ideal de Ann Radcliffe es transitar por esta tierra de nadie a través de la incertidumbre, del poder de la sugerencia, no solo insertando hermosas piezas poéticas en sus novelas, sino citando a Milton y Shakespeare, sobre todo, con la intención de invocar en el lector sentimientos asociados a estos grandes maestros [terror, melancolía, piedad, misterio]. Solo en El Romance del Bosque hay más de una docena de epígrafes poéticos y catorce citas a Shakespeare.

Adeline es una mujer sensible que «cultiva la imaginación a pesar de su razón». Esta susceptibilidad al placer estético no es ilustrativo de tendencias escapistas, de hecho, es una cualidad de Adeline, una que le permite tener una experiencia más completa de la vida, sobre todo en una situación donde la frontera que separa lo real de lo ilusorio está lejos de ser clara. El deleite estético que encuentra en la noche se convierte en una forma de consuelo. Al atardecer suele tomar algún libro de La Motte e internarse en el bosque que rodea la abadía. «Allí se sentaba, y, resignada a las ilusiones de la página, pasaba muchas horas en el olvido de la pena». En este contexto, Adeline recuerda Noche, cuyo origen no conocemos, aunque no es descabellado que lo haya escrito ella misma.




Noche.
Night, Ann Radcliffe (1764-1823)

(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)


¡La tarde se desvanece! Su paso pensativo se retira,
y la Noche flota sobre los rocíos y las horas sombrías
con su espantosa pompa de fuegos planetarios,
y todo su tren de poderes visionarios.

Pinta con formas fugaces el sueño del sueño,
inflama el alma con un agradable temor;
a través de las tinieblas, en formas terribles barre
y despierta los emocionantes horrores de los muertos.

Reina del pensamiento solemne. ¡Noche misteriosa!
¡Cuyo paso es oscuridad, y su voz es miedo!
Tus sombras doy la bienvenida con severo deleite,
y saludo tus huecos vendavales que suspiran lúgubremente.

Cuando, envuelta en nubes y cabalgando en la ráfaga,
haces rodar la tormenta a lo largo de la orilla sonora,
adoro mirar las olas abrumadoras
arrojadas sobre las rocas, y escuchar el rugido.

Tus terrores más delicados, Noche, frecuento,
tus relámpagos silenciosos y tu resplandor de meteoro,
tus fuegos del norte, brillantes con un matiz ensangrentado,
que iluminan en la alta bóveda del cielo el aire apasionado.

Adoro cuando tu carro lúcido
derrama entre los jirones de nubes un resplandor tembloroso,
y revela de lejos la montaña brumosa,
el bosque más cercano, el arroyo:

Y cosas sin nombre en el valle de abajo,
que flotan tenuemente ante el ojo pensativo,
asumen, al contacto de la Fantasía, un fantástico espectáculo,
y elevan hacia lo alto sus dulces visiones románticas.

Déjame pararme en medio de tus profundas tinieblas,
en algún acantilado salvaje y boscoso, escuchar la brisa
que se hincha en una melodía lúgubre,
y muere débilmente sobre los árboles distantes.

¡Qué encanto melancólico se apodera de la mente!
¡Qué santificadas lágrimas saluda el creciente éxtasis!
¡Mientras muchos espíritus ciegos en el viento suspiran
sus dulces voces a la hora solitaria!

¡Ay! ¡A quién cedería estas queridas ilusiones,
qué Fantasía despierta del silencio y de las sombras,
para todas las formas sobrias de la Verdad revelada,
para todas las escenas que impregnan el ojo brillante del Día!


Now Ev’ning fades! her pensive step retires,
And Night leads on the dews, and shadowy hours:
Her awful pomp of planetary fires,
And all her train of visionary pow’rs.

These paint with fleeting shapes the dream of sleep,
These swell the waking soul with pleasing dread;
These through the glooms in forms terrific sweep,
And rouse the thrilling horrors of the dead!

Queen of the solemn thought – mysterious Night!
Whose step is darkness, and whose voice is fear!
Thy shades I welcome with severe delight,
And hail thy hollow gales, that sigh so drear!

When, wrapt in clouds, and riding in the blast,
Thou roll’st the storm along the sounding shore,
I love to watch the whelming billows, cast
On rocks below, and listen to the roar.

Thy milder terrors, Night, I frequent woo,
Thy silent lightnings, and thy meteor’s glare,
Thy northern fires, bright with ensanguine hue,
That light in heaven’s high vault the fervid air.

But chief I love thee, when thy lucid car
Sheds through the fleecy clouds a trembling gleam,
And shews the misty mountain from afar,
The nearer forest, and the valley’s stream:

And nameless objects in the vale below,
That floating dimly to the musing eye,
Assume, at Fancy’s touch, fantastic shew,
And raise her sweet romantic visions high.

Then let me stand amidst thy glooms profound
On some wild woody steep, and hear the breeze
That swells in mournful melody around,
And faintly dies upon the distant trees.

What melancholy charm steals o’er the mind!
What hallow’d tears the rising rapture greet!
While many a viewless spirit in the wind
Sighs to the lonely hour in accents sweet!

Ah! who the dear illusions pleas’d would yield,
Which Fancy wakes from silence and from shades,
For all the sober forms of Truth reveal’d,
For all the scenes that Day’s bright eye pervades!


Ann Radcliffe
(1764-1823)

(Traducido al español por Sebastián Beringheli para El Espejo Gótico)




Poemas góticos. I Poemas de Ann Radcliffe.


Más literatura gótica:
El análisis, traducción al español y resumen del poema de Ann Radcliffe: Noche (Night), fueron realizados por El Espejo Gótico. Para su reproducción escríbenos a elespejogotico@gmail.com

1 comentarios:

Karlosky dijo...

Después de sus estudios sobre Shakespeare donde razona sobre sus ambientaciones minuciosas en ayuda de hacer plausibles algunas escenas donde prima lo sobrenatural como las apariciones de Hamlet el rey asesinado, Radcliffe toma una línea que repite una y otra vez este estereotipo. Claro, nunca igualará a Shakespeare y eso puede ser lo grave. En cambio, inaugura una ruta que ha sido calcada a imagen y semejanza pero parece que sigue siendo válido volver mejor a Shakespeare.
En este poema Noche parece intentar volver antropomorfa la noche. Le adscribe visos de que la noche se percata de sí misma e igual sucede con otros fenómenos que parecen deambular con dinámica propia. Al final el poema se disuelve en una Nada. Radcliffe falla: no recurre a Homero que es la fuente de donde pudo haber partido Shakespeare. Pero, ya este es otro asunto más penetrante.



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